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31 de octubre de 2011

Para cuando despiertes

Despertarás de tu insomnio vencido, tendrás una vista cansada. Querrás verte en un espejo, sólo verás tus ojos hundidos y te reflejaras infinitamente. Después sentirás que se inflama tu cuerpo semidesnudo, tu cabello será un fuego descendente y tus labios serán piedras calientes, sensaciones que te he provocado antes -incluso entenderás por qué inventé esa metáfora para tus labios-. Un solución ágil te arrastrará al lavabo, un alivio equivocado te mojará la nuca, una gota de agua fría se estirará como hilo deshebrado por toda tu espalda -guiada por tu columna como una cinta asfáltica recta-, todo esto en un quizá.

Mirarás a la Luna, será llena, tan peligrosamente llena y cercana. Sé que se te ocurrirá, por qué ya lo has pensado antes, que la Luna tiene la facultad de alterar tu cuerpo así como altera al oleaje. Alterará principalmente a tu mente: tanta humedad acumulada, la tristeza, la melancolía, los sueños líquidos. El calor te seguirá tragando y tú ahogarás tu cabeza en el agua como un submarino averiado.

Entonces todo se ofuscará. La luna, sonriente por lograr su cometido, se esconderá en las sombras, tu recámara girará como rehilete y una nube de polvo blanco -no como humo, sino más denso- se adentrará a tus ojos; tu cuerpo se inclinará: la cintura hacia adelante, los hombros atrás y un poco a la izquierda, después el suelo en vertical, la repentina caída dislocará tu tobillo izquierdo.

30 de octubre de 2011

Algo así como enamorarse

Te regalo todo lo invisible, lo que no es palpable, lo que no se percibe.


Pero tú, por favor, dame todo lo que no existe.



26 de octubre de 2011

A críticos

Me aterra leerme y ver como no he mejorado, darme cuenta de lo pésimo que soy, por eso evito la autocrítica y el renombramiento de la modestia -o el optimismo infalible-.

Mejor escribo para ti, para que tú digas cómo atraerte, seducirte. No me dices nada -aquí hay un juego descompasado-

Agua dividida

Era la ruta de tus aguaceros, las surcas de los ríos de tus ojos; era un camino guiado por el viento, el suspiro delatando brechas. Un día el polvo se estiró - estrategia fingida- y sucumbió las piedras, me enterraste.

Me he condenado, tengo la impresión de no ser siempre el mejor. Tu boca, que es un venero, sabe a agua de otras fuentes.

Omar Tiscareño

25 de octubre de 2011

Conciencia


Y también juego a dejarte pistas que supuestamente me descifren, pero no descifran nada. Te propongo leer con cautela.

Era la ciudad de la lluvia. Despertó en una ruta de sus caudales: sus brazos rotos, sus piernas torcidas, sus ojos hundidos, sangre en la boca. En realidad era una ciudad común, mojada por las lluvias de verano. Alguien llegó y lo cubrió de sabanas, él recuerda muy bien que se llamaba Verónica, no la olvidaría, estaría con él por siempre para sanarle sus heridas internas. Despertó. No estaba ella, a decir verdad, él la nombró así sin saber su nombre, nunca la conoció; ahora yace en una cama de piedra blanda, simula ser una estatua de yeso. Vira sus ojos, señala a toda la habitación, ya se dio cuenta, vivía ahí cuando era niño. Se acerca una mujer que muestra un seno, es su madre; durante mucho tiempo había estado lejos de ella, pero ahora no, hoy vuelve a casa, a su recinto. Se ha equivocado. Es una enfermera, es una clínica. No, eso ya ha sido. Ahora es un jardín, sus brazos se mueven perfectamente, sus pies sucumben al suelo mientras camina, llora de alegría. Es un jardín, pero no ese que te has imaginado, uno peor, uno luminoso, parece un solarium. A el no le gustan estos lugares, piensa que ya ha muerto. Se acerca un anciano, le dice "anciano, hoy es mi cumpleaños", el anciano responde "quieres que te diga cuántos cumples", el miedo lo desploma, la sangre se le cuaja, la barba le crece, "he estado esperando a que pudieras decirme algo, no solo en sueños; te nombro y platico contigo, eres un fantasma de carne y hueso". Supongo que se ha dado cuenta: no ha muerto, pero tampoco vive.

Eran las tierras de la sequía, dormía en su piel que era la piel del Sahara, eran las arenas las ruinas de su memoria, era un silencio perpetuo. Tenía los ojos secos, los labios empolvados, los brazos formando una equis, bocarriba. Mónica le humecta sus ojos, lo baña -lo sumerge en una bañera y cuando le moja la cabeza surgen ríos descendentes-, estimula los músculos de sus piernas; a veces se descuida y él se muerde los labios. Lo cobija, pasea con él; en fin, no te diré las cosas que Mónica hace por su paciente, te entristecería saber que el mundo los declara muertos, a ella que consume su vida atendiendo un objeto inamovible y a él que obstruye la vida de los demás.


-Omar Tiscareño-

22 de octubre de 2011

Recuerdo instintivo



uno:

Vamos ahí, la anchura del sendero es oscura y siniestra por tanta luz -nunca un recuerdo me resulta luminoso-; líneas engañadas se trenzan por tu pelo, son tus dedos también los que se enredan a los míos.

Hilas con tus ojos un futuro que ya alcanzaste. Me miras. En alguna ocasión te inventé, eres la suma de todos mis errores, pero de eso no quiero hablar, no quiero contar qué me ha traído aquí ni tampoco por qué eres el reflejo de mis miedos.

dos:

Por que sé que te llevaré hacia algún lado, quizá a una tierra exenta de mí. Llega. Es un vehículo insuficiente, no obsoleto. El conductor es meramente fantasmagórico, podría preguntarle quién es y respondería sin gesticular ni un sólo lenguaje. Yo sé quién es, quizá lo dijo antes de que preguntara, pero lo he olvidado intencionalmente.

¿Te he dicho que somos como anillos de Saturno? Somos los más desamparados, somos cuerpos absurdos e inexistentes, ya sabrás por qué.


tres:



Surge el detesto y la desesperación. Un ocho se recuesta en el sendero, no será agotado por los círculos que dibuja el vehículo. Es un cerro altísimo la escarpa, el sendero una espiral ascendente. Somos un fuego propagado, la tierra está harta de tanto pedrusco.

Todo se desfigurará. El sendero se achica, se deshace como trozos de terrones. El conductor también se desplomó pero no le tomamos importancia. Los suelos parecen estar en una altitud sumamente absurda, pero hermosa.

cuatro:

Las piedras manchadas de sangre como salpicones de agua rojiza. Mi cuerpo, ajeno a mí, torcido como nudo de alambre desechos; el tuyo como pájaro caido, queriendo alzarse de nuevo aunque débil. El vehiculo se volcó.

Dices qué ya es aquí el lugar. Me hilas con tus ojos de nuevo y dices: "ojalá te guste el infierno"

SIGUE PENDIENTE

16 de octubre de 2011

Para ser un hueco

Pero cuéntame de tus sinagogas
y permite enaltecerte un poco más
para que me hieras a quemarropa
con la pericia de tu recuerdo.

Pero también déjame orar por ti
y permite que mi rezo nunca te aleje;
pero si tu lejania es la razon de mi fe,
permite que mi fe te alcanze,
y al alcanzarte te entienda,
y al entenderte regrese

Pero también, si te vas a no volver,
llévate el alma y la angustia mía.
Permite ver si mi pesar te hace ceder.
Te estare esperando, aunque te vas vacía.

Pero también, si ya me olvidaste,
tratare de olvidarte aunque me olvide de mí.
Me perderé en el umbral de tu cuerpo
pues mi alma, deshojada de tu esencia;
mi cuerpo, sin el lustro de tu tacto;
estas lagunas lamiendo mi mente
y todo mi ser, sin ti,
son sólo un hueco.


Omar Tiscareño 28/10/09



15 de octubre de 2011

Quiero aprender a entender las cosas que no sé de la vida,

descubrir el espacio oculto, llorar sin tener tristeza.

Quiero acompañarte allá donde se forma el olvido -construido estratégicamente como tu recámara-, quiero llevarte de la mano y dejarte así tendido -la eterna convulsión, el espasmo y el miedo-.

"La muerte no se deserta"
Llegó con el tiempo acumulado y le destruyó su cerebro, su cuerpo dejó de funcionar.

9 de octubre de 2011

"Al perderte yo a ti...

Juego de uno
¿Lo sigues esperando? Sabes, nunca vendrá. Se ha quedado varado en el camino, se ha quedado en la disyuntiva entre defraudarte de nuevo o dejarte con el deseo prolongado que te hace buscar unos ojos cuales sólo tu nombraste -y nombrarás repetidas ocasiones- "reestrenarás con otra piel/ palabras que inventaste conmigo"
Y si lo alcanzas -o te alcanza para tu desdicha- y se atraviesa o segrega en ti una espina, recordarás aquella primera que te espinó; no te pediré que recuerdes mi nombre, te pediré que exacerbes tus recuerdos y que me exaltes en uno, en el que quieras, será el mismo que el mío -aunque lo repulses-
Por último, tres. Es un extraño método de explicarte como no me importas, porque sé que a ti, igual que a mí, se nos olvidará de alguna manera lo que ya habíamos olvidado. Propongo un empate al juego que sólo yo jugué. 
 
Condenados
¿Te acuerdas, Monet, que tú y yo nos amábamos tanto? pues te quiero contar que ayer recapitulé algo de lo que fuimos. No pude evitar recordar la lluvia de hojarascas en el Parque Vía -el viento haciendo círculos en el pasto-, no pude desmemorizar que goteaba el cielo, que era como sal mojada que nos aventaban las nubes. No pude, por más que quise, olvidar que me echabas lumbre con tus besos, porque la sal se hacía mares de sal y las hojarascas bosquejos aéreos y tú y yo nos escondimos en el árbol más ancho del mundo, te digo, no puedo olvidar que me susurraste al oído -igual que la tempestad de la lluvia- que este sería el mejor día de tu vida siempre.
Por eso, Monet, antier que me dijiste que tú ya lo habías olvidado, me puse a juntar los recuerdos para meterlos a la bolsa negra, dejarlos en la ropa sucia y enterrarlos en la fosa fúnebre. También pensé que estamos condenados a una de dos cosas: a jamás volver a sentir ni casi igual lo de aquella vez que te cuento o que tú o yo, con otra gente, lo vivamos con mayor intensidad y digamos que esto no fue para tanto. Qué triste.
-Omar Tiscareño-
...tú y yo hemos perdido" Ernesto Cardenal

6 de octubre de 2011

Herencia tripartita

Soy un libro expuesto precisamente a ti, Nelly, maldita sea
I
A veces, cuando me ves, siento que tus ojos se destilan (tus ojos de panal), voy  recogiendo gota a gota la ruta de tu cotidianidad.

En tus piedras blandas me perdí, mancha deforme de caramelo amargo.

II

Si estás aquí cerca, te detesto en sumo grado por petulante; no te escucho, no hablas. Estoy orgulloso de tenerte a mi lado y no valorarte. Por eso hoy, que tu lugar junto a mí estuvo vacío, que me aburrí como nunca por no hablar con nadie y que me sentí tan sólo y abandonado... ay mujer: como si estuvieras ahí.

III

Para mí fue suficiente. Jugó conmigo, es decir, nos divertimos juntos (el engaño, lo prohibido, el descaro, la insensatez, lo pasional, las ganas libertadas).

Yo saciado
Ella arrepentida
Él, con ganas de quererte como desde un principio.

Funciono para la sociedad, porque él se esforzará en no caer en la rutina de nuevo; porque ella lo pensarás cien veces antes de poder engañar a su pareja. Después los veré fracasar por cosas ajenas a mí, me dará tanta risa.

De nuevo estoy sentado en la sobra de un árbol de mostaza (metáfora/símil que aún no he construido), me pongo a divagar: Viviré siempre sólo, aunque con alguien.