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29 de julio de 2012

Agua sucia siempre vuelve al tarro

Pudiese agradarte estar en la lista de aquel buen partido con quien estuviste, pero perderías la sensación de estar conmigo y así no entenderías que es el amor. Mónica, ¿no has sentido calor en el centro de tu caja torácica, sin que se te aguadara el corazón? ¿Acaso nunca has caminado despacio pero con muchas ganas de llegar?, es una sensación hermosa que hoy te confiero para que la derrames.

Nunca te he ofrecido mis sueños para que los bebieras ni he escurrido en mis párpados la tan poca fe que te tengo. Nunca, ni aun despierto, he creído sentir el mazazo de tu mirada ni he escuchado la discreción con que susurras mi nombre para que me reconozcan los vientos que desde tu boca me amarran.

25 de julio de 2012

Murió bonito

Fue la desesperación una cueva augusta y líquida mientras soñaba, todos sus fantasmas se vieron mojados, luego el agua acarrió con tristeza sus sentimientos, así le sucedió.

Recordó ávido, como materia prima, al combustible que detonó infalible a su tragedia:
-Te lo dije muy clarito, que no aprenderías a andar sin mí, te equivocaste. Sí, te lo dije, dos o tres veces, que mis besos están como para hundirse en agua. Sí, no me digas que no, yo soy la primera que te lo dice, que si me lloras tanto, te vas a morir ahogado.

Le hizo mucho caso y se lanzó de bruces al agua, ataúd henchido de lágrimas, ¡no hace falta que le lloren!  ¡murió sin dolor, murió bonito, se ahogó con una sonrisa!

-Yo Tiscareño-

24 de julio de 2012

El paraíso onírico III


Es aquí cuando la sangre se hace más pesada que el agua,
 Mónica, y no te das cuenta que me dejas esa sensasión de desmayo,
que zarandeas mi equilibrio y me descompasas: rehuyo de tus alegrías,
dios me salve de la altura de tu sonrisa.

Es así que la carne se desgasta a besos desapasionados,
dejas en mi cuello la mácula invisible de tu diantre corazón errado,
me dejas diástoles fatigados de responderte por compromisos,
-por favor: yo no puedo reinventar tu latir-.

 Mónica, la perennidad de tu estruendoso parpadear,
tu inalcanzable mirada de soslayo casi extendida a lo profano,
la subjetividad con que me añoras, la invención de los recuerdos,
¡Mónica! que eso no se evapore.

II


Desperté agazapado, aún con miedo.
Ella persistía en mi cama aún furiosa y dormida,
tanto como transparente o ilusoria:

Fue su figura abolida como onix triturado,
masticado por dioses reales que se quejaron de su existencia.
La luz golpeo a los sénecas de mi ojos
y Mónica tuvo una regresión a mi sueño.
Cerré mis párpados fuertemente
y después de mucho cansancio la alcancé.

Volvíamos a perpetuarnos.

19 de julio de 2012

Haikú ejemplos

He estado somnoliento últimamente, como son vacaciones, me acostumbro a dormir hasta las 4:00 y despertar a las 13:00, lo de siempre.

Para conciliar el sueño, como recomendación de Borges, versifico o planeo cuentos. Esta semana resultaron los siguientes:

LA CIEGA
I
La luz oscura
hace juego con tus
ojos de ciega
II
El agua es
todavía más oscura
cuando es de noche.
III
Te vi llorar
como goteando sombras
en un sepulcro.


Solemne
I
Aunque me muera,
no dejará mi ser
de defenderte.
II
Y moriré,
Irremediablemente,
sólo de ti.

SIN LUZ

Cerró sus ojos.
Las estrellas murieron,
esta vez ciegas. 

AguaBeso
Un beso es
agua dividida
a mares secos

A DIOS

Pídele más
para que no dé nada,
luego no pidas.

-Omar Tiscareño-

17 de julio de 2012

Niños muertos

I
La Luna se hizo pesada para los que murieron de sueño, la nube antártica sólo adormeció sus pequeños párpados cuando miraron al cielo.
II
Respiró de todas las lágrimas del mundo, sus pulmones se llenaron de tristeza salada. El aire ya no lo persiguió jamás.
III
Tuvo miedo de nacer, por eso no lo hizo -los ultraecos lo aterraron-. Falleció antes de darse a luz dentro de su huevo de agua.
IV
Murió con el estómago lleno de comida que gusanos y solitarias comerán despacio: aquel niño de África.
V
El sol le aplastó la piel y lo despellejó con ternura cándida; la arena lo cobijó dulcemente, secó sus ojos para que no llorara. Sahara se lo comió de un beso.

-Omar Tiscareño-

10 de julio de 2012

El cambio brusco

Oye blog, he estado bien ultimamente. Las cosas no resultan como deseo, pero así me gusta que ocurra porque ya no le tengo miedo a la adversidad. Estoy aprendiendo a cambiar de perspectivas, pero es dificil que la gente cambie la visión que tiene de ti

haz fama y échate a dormir.

Muchas veces he escrito en ti cosas de ella indirectamente [lo seguiré haciendo, perdón]. Te he platicado de cómo la conocí. Hoy quiero platicar de cómo la desconocí. Hace tiempo estaba sumersa en la melancolía -hasta hace poco me di cuenta- y tenía cambios de ánimo muy repentinos. No los demostró conmigo porque juntos estábamos bien, no quiero alardear de más, pero estar conmigo en el trabajo le resultaba divertido. Yo también lo estaba, y mucho, hace tiempo que no logro reirme de la misma manera, ya nadie me comparte agua de mango y ninguna de las amigas de las personas que conozco me ha vuelto a decir

"oye, estás tan flaco como un vegetal"

                                                 vaya, no sé si es porque ahora estoy peor. He perdido esa gracia, mi humor cambia repentinamente, a veces no soporto a la gente. En pocas palabras, me he vuelto huraño y lo peor es que siempre hay una buena razón -o al menos trato de creer que así es, siempre estoy equivocado- si de pronto me lees escribirte que ya no me interesas, no me hagas mucho caso, blog, es que aún no te he leído lo suficiente para conocerte y saberte tratar.

Ella aprendió a ser una persona plena, equilibrada. Me platica de cómo las cosas le resultan mejor que antes. Cuando estoy con ella, ahora no es lo mismo que antes: me apeno, no tengo confianza en mí y he dejado de simpatizarle, quizá, sé que pudimos estar mucho más tiemo juntos si supiera tratarla, procurarla como es debido. Eso resolvería muchas cosas de las que hago.



Hace una semana me platicaron de Adrian, está en depresión y ha intentado suicidarse. Lo vi hace más de un mes, me reí de él porque parecía un robot que apenas y procesaba la información. Caminaba tres pasos y después planeaba cuales serían los proximos pasos, quién sabe para donde quería ir -creo que ni él lo tenía asegurado-. Todos estamos en constante cambio, hay que tener bien sujeto el vilo de nuestras vidas.

La vida en rojo

Cuando desperté, ya no estaba Mónica a mi lado, pude buscarla pero no quise, entonces me recosté una hora más, todas las sábanas estaban manchadas de rojo. Después fui al lavabo a enjuagarme la cara, tenía costras secas que me costaron trabajo quitar, miré al espejo, esta vez no hubo ningún mensaje escrito, reí sin ganas, como forzando mi risa.

Llegué a la sala y pensé: me buscará, no cabe duda, cuando su odio le queme la sangre; querrá vengarse pero ya estaré muerto, escupirá mi lápida y me maldecirá, caerá en mi alma toda la superchería que provoqué pero jamás estaré arrepentido, acaso satisfecho y más ligero. Descubrí bajo la guitarra su bolsa, su celular. Tiene muy pocos contactos pero muchos mensajes de números no registrados que la adulan, otros en donde se citan, de algunos que se sobrepasan. Estaban los míos también, mi número sin registrar, inútilmente borré todo rastro de mí. Su bolsa tenía, además, cosas de valor y mucho dinero, le entregaré todo íntegramente a una amiga de ella que apenas conozco.

Mónica es una joven como yo lo fui -hoy tengo la misma edad que ella, pero el cuerpo con más arrebatos-, se divierte bajo los mismos excesos: la juventud es un éxtasis desatinado, siempre oportuno, equivoco pero existente en cada tocada; es un engrane revolucionando quién sabe para qué. "Nos vamos por un caudal violento y no nos importa a donde nos lleve" me dijo ella después de invitarla a mi casa, justo después del concierto, apenas y lo dijo y yo ya estaba deteniendo un taxi, también la estaba deteniendo a ella, le ofrecí cocaína para aliviarla, había bebido de más. La subí como pude a mi departamento, me pidió que usara mi guitarra, que tocara algo de los Guns, o All nightmare long y mientras  yo buscaba whisky. Sí, ganaba sobriedad y no es lo que yo pretendía.

La cocaína tiene un efecto macabro, logra mantenerte despierto pese a los efluvios del alcohol, puedes tomar tres botellas o más y la lucidez del momento no cesaría nunca, es esa la onda, permaneces como gato viviendo la eternidad fascinante de cada instante, pero olvidas que cada movimiento debe preceder un siguiente paso, despiertas aturdido con un dolor de cabeza descomunal, no te importa el presente por que quieres que esto termine pronto, y piensas que así será, que terminado este maleficio al que estas sometido volverás a hacerlo, a iluminar tu cuerpo con cada respirar de polvo.

Así estaba yo, entonces, pretendiendo alcoholizarla de nuevo para que decayera y yo le aligerara su peso con más blanca, con tantos reset olvidaría el origen de ésta partida. Cuando por fin Mónica olvidó a qué planeta pertenecía, la terminé de desnudar y ella no opuso resistencia. La penetré muchas veces, tantas como me dieron ganas, no la cuidé en lo absoluto. Ella, aún consiente pero perturbada por la visión borrascosa -esa visión inundada al vacío-, se satisfacía también, jalaba de mi melena, lamía mis tatuajes. En el momento más culminante, comenzó a sangrar de la nariz.  "No la detengas, deja que sangre" le dije, había reventado en chorros  como una bolsa pinchada o un globo en colisión, era sangre limpia aunque parda, era un estupor de belleza, a la vez era paradójico porque ella me salpicaba de su sangre que era sana, mientras que yo la contaminaba.

La sangre desmitifica muchos clichés, porque la sangre es el sinónimo más próximo de vida, si sientes un corazón latiente es porque hay sangre, el amor es una chispa de sangre caliente inflamando tu cerebro, naces bañado en salpicones de agua rojiza y, precisamente, el pene tiene que estar henchido de sangre para que se erecte y se conciba el apareamiento. Nuestra cuerpo, en sí, es todo un eufemismo, porque la piel oculta un mayor contenido, que es la sangre. Sin embargo, para darte cuenta de ello, habrías que cortarte, perforarte con un disparo o sufrir de un mazazo -no he conocido mujer que no sufra de algo en su periodo-. Entonces, ¿para descubrir la sangre hay que llenarse de violencia? A la violencia se le ha tratado mal, porque muchas cosas bellas están tratadas con violencia, en la primera relación sexual de las mujeres hay violencia al romperse el himen, una mariposa necesita violentarse cuando rompe su capullo para descubrirse a sí misma, al igual que lo hace el infante al romper la placenta. Violentar significa romper resistencia, aquella que no te deja ser, las cuestiones moralistas o éticas enfatizaron una de las tantas bifurcaciones que hay para la violencia: el crimen, el asesinato, etcétera. La verdad es que no es la violencia lo que destroza a la gente, sino la mala voluntad, la inquina, el odio.

Pese a todo lo que he dicho, yo también estoy lleno de odio, pero no es un odio original, no es mío, yo no lo creé ni nació de mí. Es un odio transmitido. No sé de quién, un día amanecí y ya tenía odio en las venas, me lo anunciaron en un espejo, quise creer que era una broma pesada pero un médico lo confirmó "usted fue infectado con odio". No tenía muchas razones para hacerlo, apenas la conocía, lo hizo porque no resistía cargar con tanto odio, hoy la entiendo, ayudé a amenizar su carga pero creo que cargué con más peso de lo que puedo resistir. Nadie te puede ayudar, hay muchas instituciones que simulan ayudar tu cuerpo pero no es del cuerpo de lo que estoy enfermo, es decir, no me importa, porque mi cuerpo tendría que morir algún tiempo, a mí me enfermaron de odio, el odio es color rojo y la vida se me hizo roja, me dio un revés.

Tengo mala voluntad, tengo inquina, así nace el asesinato, el crimen; a la violencia no le importa la ética y violenta todo lo que puede, en este caso la sangre, rompe con la vida, con el amor. Nacen niños infectados con odio, lo descubren después y no saben por qué van a morir tan pronto. Las mujeres, también infectadas con esto, tienen aún más cosas de qué quejarse cuando están en su periodo, porque es un recordatorio de que están arrancando hojas de un calendario que es el último de todos sus años.

Mónica tendrá un dolor de cabeza destrozante por unas cuantas horas, pronto se recuperará. A inhalado tanta cocaína, quiere cada vez más, ella siempre busca aliviarse de cualquier cosa. No sé hasta cuando se dará cuenta de que ha sido infectada, tampoco sé si sabrá que fui yo, pero estoy seguro de que al darse cuenta querrá repartir el odio como lo hago yo. Toda la vida quedará manchada de rojo.

-Omar Tiscareño-


Debo admitir que detesté a mi propio personaje, pero no me dieron ganas de odiarlo.

7 de julio de 2012

La mecánica del juego


Recordé nuestra primera impresión, no era la tibieza que de tus ojos segregaba -con la que me señalaste-, no era una distracción, ni mucho menos un pretexto para descubrirnos. Si ahora has encontrado la forma de divisar el futuro, no me la hagas saber, dejaré que me envuelva el destino que me he preparado. Hay mundos en cada parte de mi ser, todos siniestrados por mi salud mental. Más adelante, también, querré detestarte tanto, pero no soy como tú.

 Mónica, ayer encontré el instructivo para el primer paso del juego que inventamos, se trataba precisamente de esto: de dejar en claro las cosas. Me sorprendió que lo ignoraras la última vez. Es un mecanismo confuso, difícil de entender, pero lo comprendernos porque es una maquinaria diseñada por nosotros.

Ensamblamos cada artilugio parte por parte, hubo piezas que tuvimos que inventar, otras las encontramos en desuso bajo nuestra carne. La mejor construcción fue una pequeña cámara, había un casco y una pantalla siempre blanca, siempre averiada: proyectaba eternos recuerdos que se morían sin resplandor. Era una planicie en la que albergábamos nuestros cuerpos, era la estrechez, era una cabina labrada con sábanas que nos desplazaba a un espacio indeterminado. En tierra faltaba la definición del acto pero nosotros estábamos en un lugar más profundo que el cielo, allá no hace falta explicar qué es lo que haces.

Mónica, has aprendido a vislumbrar al futuro, solo hace falta planificarlo y depositar tu empeño, parezco estar tan errado en el significado de tus palabras. También he decidido ser fiel a mi entendimiento. Reconoce que lo hecho significó encontrar en ti la necesidad de otro, acepta tu cuerpo como una materia deseable para el calor de otro cuerpo. Encuentra una ligadura a la cual dejas participar sin temor. Descubre al amor más allá de la piel y del comprmiso. Mónica, ya te lo digo, mientras pensaba en la perennidad, entendía por qué este juego había persistido tanto, porque tú posees la última indicación del instructivo: la decisión.

5 de julio de 2012

Un sueño profundo

Siempre tengo conflictos para dormir, tengo una descompensación de sueño terrible. Hay ocasiones en que el sueño nunca me alcanza y quedo en vigilia toda la noche, minuto tras minuto. Además cometo una tontería: simulo que mi conciencia se debilita hasta que el cansancio me abraza, y espero el momento exacto en que entre al sueño, como si entrar a un sueño significara atravesar una puerta o accionar un interruptor, cosa que me parece por demás estúpida, pero lo hago involuntariamente.

Para consumir el tiempo en estas tortuosas noches, regularmente me entretengo versificando -si anotara todos los versos en que pienso, henchiría un poemario de gran volumen-. En muchas más ocasiones, como mi actividad predilecta, imagino historias a manera de planificar cuentos. Con mis ojos cerrados, inamovible, imagino el sonido de mi voz narrando la historia, es algo extraño, como si me susurraran dentro del cráneo, luego imagino a mis personajes y su entorno, todas las figuras son amorfas, un conjunto de detalles representando un algo.

 Los relatos pueden ser de cualquier forma, de cualquier género. Cuando la construcción del cuento no está siendo de mi agrado, de pronto, no sé de qué forma, el personaje principal se vuelve exaninado, pierde su gracia y mejor resuelvo en matarlo cínicamente. Después, a manera de palimpsesto, borro esa idea y comienzo otra nueva, como el escultor que deshecha su obra y comienza con mármol nuevo.

Ayer, por ejemplo, en uno de estos insoportables momentos de insomnio, no podía concentrarme en nada. El catre donde reposaba, del cual aún no me he acostumbrado, chirriaba con mis repetidos cambios de postura. Quedé, por fin, comodamente boca arriba, con los brazos cruzados en el pecho, con una respiración tan discreta que parecía nula, sentía como el frío recorría mi piel pero no me quejaba. Fantaseé que era un cadáver.

Así inventé a Oskar, estaba ahí, petrificado, en una llanura oscura y solitaria. Paralizado, tal vez, por un terrible maleficio. Un brujo, probablemente llamado Linch, practicaba torturas psico-mágicas con él. Me dio flojera en especificar el mecanismo que llevó a cabo esta situación. Fue sólo así: Oskar poseía un ambicionado secreto -no importa de qué- el cual rehusaba develar. Harto de la tremenda terquedad de él, Linch lo petrificó, lo dejaría así para siempre, ¡ah!, porque este encanto tenía una peculiaridad, estaba paralizado mas tenía conciencia de las cosas que lo rodeaban: podía capturar en la memoria las cosas que veía, escuchaba y sentía (las emociones, también), era como un anestésico fallido.

Dudé en el escenario, no estaba seguro de que fuera en una llanura porque debía de haber un gato. Pensé, mejor, en una recámara con acabados góticos. Con esto, aquél podría ser mascota de Linch. Tenía un pelaje claro, además era robusto. Maullaba con ese sonido tan escalofriante que solo producen los gatos: el de un bebé que parece ser desollado (¿es un aullido o un dolor congénito?) No dejaba de reproducir ese sonido. De la repiza, saltó hacia la mesa en donde estaba Oskar, luego husmeó su ropaje olisqueándolo. Llegó al pecho de él, encontró sus manos. Justo cuando el brujo ejecutó su poder, Oskar había cuzado sus brazos haciendo una cruz, pretendió defenderse de no sé qué.

Entre las características de Oskar, he de mencionar que lo inventé ñango, de estatura baja. Peradójicamente era carnicero. Tuvo que tener este oficio porque al gato le atrajo el hedor de sus dedos, comenzó a mordisquearlos. Logró desprenderle la uña del meñique y brotó sangre con rapidez y, debido a la posición de sus manos, se escurrió por la palma. El gato lamió con soltura manchándose la barba de rojo. Cuando hubo detenido de dimanar la sangre, volvió a la recién herida a morder. Seguía chillando avismalmente. Imagino que Oskar ha de haber sentido un empate entre dolor y cosquilleo.

Entonces tuve una sensación extraña en mi cuerpo, un hormigueo en toda mi piel que no me incomodaba. Sentí que caía irremediablemente a ningun lugar, como si cayera hacia el cielo y tuviera la certeza de que nada me detendría. Esta sensación no se postergó más de un minuto. Por ello entiendo lo que es la sublimidad.

Pronto reconocí lo que sucedió, estaba cayendo en sueño. Después, como ya me había sucedido, me quedé vacío de pensamientos. Continué con mi posición cadavérica.

Así permanecía tendido, mirando el interior de mis párpados, cuando de pronto algo cayó en una de las esquinas del catre. Era algo ligero pues no meció mi cuerpo, de no haber estado despierto aún, no lo habría notado. Aguardé muy poco antes de querer moverme, intenté enderezarme para identificar aquello pero no pude, en realidad no supe que pasó, tampoco mis ojos habían podido abrirse. Lo único que consiguió tener movimiento fue mi corazón, fue el primero en entender que aquí había una anomalía.

Todavía ahora lo recuerdo todo detalladamente: aquello caído se movió a mis piernas, ahí fue cuando entendí que era algo vivo, de inmediato lo asocié con un gato, cosa que negué después de que caminara más ya que sus pies no estaban separadas de su torso, creo yo; sentía un cuerpo completo que se arrastraba lentamente con sus pequeñas patas, como una lagartija relativamente pesada. Recorrió mi costado izquierdo hasta encontrar mi codo. Apoyó una de sus patas, sentí un filo agudo, como si fuesen pequeños espolones. Luego pegó su nariz, creo que eso fue porque sentí un débil viento cálido, luego humedad, como si me pegaran un algodón ligeramente mojado. Comencé a sudar frío y me llené de fatiga, mi cabeza acumuló tanto calor que ya no lo pude resistir: se convirtió en una burbuja de agua caliente que reventó cuando aquél animal apoyó sus patas a mi rostro y susurró algo que no alcancé a escuchar.


Una vez despierto le conté a mi remplazó de mi espanto, evidentemente no me creyó, me sugirió escribirlo.

---Deberías de hacer otras cosas. Yo, por ejemplo, en las últimas horas, después de haberle echado un ojo al super, me pongo a leer las noticias, ni me doy cuenta cuando me duermo, hasta me han encontrado durmiendo medio parado en abarrotes.-- me dijo.

Le di las llaves de todo y comenzó sus 24X48. Yo me dispuse a ir a casa y dormir a dormir a plenas 6:00 am.

En el sur

En Villa Juarez, ejido prospero para la urbanización, apartir de 1984, el gobierno encontró la forma de reubicar y desplazar a los paracaidistas de almenos dos  hectáreas, a no más de cien  abitantes. Éstos habían llegado desde hace mucho más tiempo del norte de Aguascalientes, Cosio, y por nada estaban dispuestos a entregar sus tierras. Grupo Cadenas, organización de viviendas conocidas por su excelente eficacia, en conjunto con el Ayuntamiento, ofrecía una absurda remoneración por cada metro cuadrado, ¡la gente ganaba más yéndose a vender nopal en el agropecuario! Lo mejor propuesto fue una vivienda en la capital del estado y un trabajo, los engatuzaron con un discurso mediocre sobre el progreso y así fue, pues, que les dieron una triste unidad abitacional muy apartada de la ciudad y empleos de jornada completa en trabajos como en CAASA o en el Patronato.

Todos se fueron casi entusiasmados, excepto Sergio Cansino, gente terca como nadie. Viejo, cano, testarudo, recio como los hombres de antes, nunca daba su brazo a torcer. Trataban de hablar con él, pero no les abría la puerta, si persistían, agarraba un machete y los amenazaba con fuerza, tenía un vigor tremendo e insultaba poderosamente. Un día les juró, y lo dijo muy en serio, que sólo muerto lo iban a sacar de ahí. Cimbró un escándalo y rápido aparecieron otras instituciones a protejerlo, le buscaron familiares para que ayudaran a pelear por la choza pero no los hubo.

Grupo Cadenas desistió estratégicamente: el pobre no vivirá más de seis años y ganarán grandes metros sin pagar nada, tendrán las manos limpias y la conciencia tranquila porque Sergio, un miserable incoherente, vivirá sus últimos años defendiendo lo que muerto entregará gratuitamente. Para cuando perezca, la casa quedará intestada, probablemente apenas se tendrá la maquinaria para urbanizar, Grupo Cadenas nunca pierde.

Para 1988 Sergio dejó de ser noticia. Nadie lo visitaba, ya casi no salía pues era absurdo -no había ni siquiera tiendas-, las insituciones cesaron su ayuda en sus últimos meses. Justo así estuvo Sergio, en un jacal de adobe construido por él, oscuro porque el sol le dañaba a sus ojos, torciéndose en su catre.

--Debiste aceptar, Sergio, debiste hacerlo
--Quién chingados les iba a creer, nomas estos tarugos que orita han de estar chillando. Martha siempre fue una pendeja que comía de la mano de otro, y ese güey, si mujeriego aquí donde nomas había pinches veinte viejas, cuanti-más allá. ¡Ay!- gritó quejándose de un dolor agudo.
--¡Checo, siempre has sido igual, siempre te han salido mal las cosas!
--¡Y a quién chingados le importa! He hecho todo pa'mí, no le he jodido la vida a nadie, ¡a nadie! ¡No como otros cabrones que te quitan las cosas o como otras pendejas que se les olvida lo que dicen!- luego abrazó a su abdomen.
--Pero ve cómo estás, procura pensar en ti sin hacerte daño, ¿qué no te preocupas? ¿No te sientes mal?
--Ya pa'qué sirve, yo qué pitos tengo en esta vida. Y yo que creía que iba a nacer de mí algo, puras mamadas.
--Grupo Cadenas, pensando siempre en su bien estar, le ofrece las mejores instalaciones cerca de áreas verdes donde podrá disfrutar lo mejor para usted y su familia, es una oportunidad, Sr. Cansino, que debe aprovechar.
--Ya ni el Sorullo hace ruido, tengo tiempo que no lo oyo ladrar. Se escucha todo tranquilito, apenitas el viento ampujando las espigas.

"Había una jacaranda en Cosio, grandota, hacía harta sombra, le amarré una madera con un mecate y nos culumpiabamos ratotes. Siempre quiso un hijo, me... me pedió un hijo... sí, yo me chiviaba un montón pero cumplía, venía del arado y todavía andaba dispierta. Pa'luego la vi como una tuna florecida en otro nopal, me la robaron así nomas.
--Tiene que tener contacto con la demás gente, hablar con otros, mantener su salud mental, Sergio.
--Dicen que se fue contenta porque le puso casa más grande, casi como ésta, que luego luego tuvieron chiquillo. Me quedé contando sus espigas, las veces que se espinó. ¿No será mío el chamaco?, así sí las hayo, pinche vida de perro que le daba. Por eso se fue.

"Si hasta Martha si se fue a alcanzarlo, por qué no Laura... Nomas le dije a Juana que le dijera que me vine pa'l sur. Yo no me voy todavía de aquí, todavía no. Tengo una casa grande, luego planto más espigas, dice que las de allá se murieron y a la jacaranda la tumbaron. Dile que todavía no me voy, Juana.

Cuando lo encontraron, tenía el estómago inflado y los brazos torcidos. El pellejo le colgaba del hueso muy asomado sin músculo en ningún lado. Como Grupo Cadenas siempre siempre estubo al pendiente de su muerte, no se alcanzó a podrir el cadáver. Dieron un tiempo para que alguién reconociera a Sergio como pariente, todavía quedan algunas semanas. La distancia entre Cosio y el nuevo Villa Juarez en realidad es poca.
Juana hacía dos horas en combi, la última vez que visitó a Sergio fue en 1986, todavía no se iban muchos y ni sabía del problema. Últimamente ha estado pensando en visitarlo de nuevo.

2 de julio de 2012

Apologético



Del odio al amor hay un paso de inválido (pies torcidos confusos cansados de: antier por la mañana de ayer te vi caminando de revés): [todo tu amor lo guardaré en un antier] odio color tristeza, sabor a inquinia dividida.

 ¿Te cuento una verdad que además sea un secreto?: júrame morderte la lengua cuando escuches esto: primero enrédame tus dedos: mejor hay que bailar hasta que se mueran los pies.

Otra verdad que es mentira es esta: no recuerdo tu edad y tu nombre lo olvidé a propósito (es decir, me hice el propósito y lo cumplí), no sé que había en la alberca -"no digas pool porque suenas cariñosamente tierno"- cuando comenzó a llover sentía que era yo el que se alejaba al cielo y que por eso tenía que aferrarme a ti: o para alejarnos juntos o para que me ayudaras a persistir en la realidad. Llovió como nunca he querido que vuelva a llover otra vez por favor otra vez y nada más una vez más. -Ojalá hasta aquí te hayas dado cuenta de que mi redacción no es mala sino intencionada-

Y desperté no sé si en un teléfono canzado de gritar tu nombre o "vuelve a casa en este mismo momento" -pensé en un portal que nos transladara inmediato como si fuesemos crédito-, o no se si en un "no debí de estar aquí", pero ya estaba ahí, por eso no lo pensé tanto.

La verdad, te decía, no sé que es la verdad. No sé si es genérica, yo creo que no. A ti te hicieron lo mismo, pero no te comportaste igual que yo. Tú te alejaste sin explicar por qué mientras te asomabas por una ventana que te explicaba todo muy claro, porque era una ventana en donde no debías de ver porque era inflingir en alguien, era verla desnuda tal cual es. escuchaste su lenguaje original por mucho tiempo -leíste línea tras línea- y lo resolviste sin decir la verdad. Por eso: qué es la verdad. No es un disparo en camara lenta, no es un Sol que ilumine solo a uno ("te digo, Juan ,para que te duela, Pedro"), acaso un acuerdo. La verdad es fumar a los 12 años y creer saber lo que estás haciendo.




Mejorando el tema, por no decir cambiarlo, antier te vi caminar en revés. A ti, a él, a ella, a ellos, a nosotros. Caminamos de revés, solo nos vemos las espaldas. La conspiración me es una brisa fria en mi espalda reseca, repulsiva. Hace mucho calor aquí.

Un día, entre los tantos días que puede haber hoy, hubo un momento en que contemplé un árbol, era largo, henchido de hojas verdes y frescas, con ramas que se alargaban como brazos, queriendo capturarme. Un árbol por demás agradable. Se mecía a la parsimonia del viento que hemanaba de mi voz. Un árbol tan hermoso del cual decidí no tomar sombra. Después sentí que ese árbol me contemplaba a mí y me estremecí.