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18 de febrero de 2013

Lenguas

Estaba practicando mi patético francés, luego mi madre se burló de mí haciendo ruidos toscos con la G.

—Má, ¿a ti qué lengua te gusta más?
—La que saborea el mango. 


15 de febrero de 2013

El perro humanizado

I
Érase una vez un perro, uno miserable, uno que concebía lástima, digamos uno que era estúpidamente infantil, pero sin la gracia de la parvedad sino, por lo contrario, con el sufrimiento innecesario de lidiar con hombres inmaduros. Bueno, érase una vez un perro; sigue ahí.

II
Le lamió la suela y ésta (digamos "alguien") le pisó la lengua y le soltó un escalpelo con su desdén.

III
El perro, en su calidad de humanizado, escribe algunas lineas y se le tuercen, se le resbalan del papel por la farsa de sus uñas, luego se intenta rascar las pulgas que le cercenan el pecho por dentro.

IV
Regresa el sinvergüenza a olisquear el rabo de otra miserable que con gusto le alza la cola para que la penetre con su hocico, se olfatean la mierda del culo y sólo así se reconocen.

Omar Tisacerño  -Lo mejor de ti-


10 de febrero de 2013

El castigo onírico II

Estaríamos, pues, en cualquier lugar. Digamos en la Italia, pues nos parece bella, ¿qué te parecen las costas de Palermo? Hablemos de nuestros oficios. Primero era burócrata, ahora soy editor, muy pronto traeré al italiano literatura que nos vio crecer. Tú, al principio ensayista de una revista local, ahora fotógrafa, por fin el grabado de luz. "Voy a retratar todo el cielo", "ahora tus comisuras", "mira qué bella ave, mira al gato que duerme: mece al aire con su suspiro, achica la realidad y se expande en el misticismo mágico", y mira la espuma del agua, siente el raudal de los vientos, la flor que segrega y que brota de entre la tierra, escucha mi voz que te alcanza, da vueltas en tus oídos.

Ahora estamos de frente, Alan Bean reflejado en la fotografía de un casco ingrávido; Narciso invertido en su humedad; yo despertando en un beso:

—Qué lindo tu cuerpo meridional.
—No es siempre el mismo.
—Tus ojos son como clavos.
—Son así porque así los hiciste. Y la gracia y la altura de mi sonrisa y la luz de mis ojos. Me hiciste para tu bien, no soy parte de ti: yo soy tú. Te enamoras de ti.

II

No te reconozco. Si de verdad fueras tú, serías otra. Tendrías el cabello más corto y la mirada lejana. Tu cuerpo me dice que esto es un mal sueño, seguro esta vez dormí sin ganas, discúlpame, he de haberte inventado cansado y sin ganas de dormir: el sol es oblicuo y gris, el viento es común y no percibo la brisa de la playa.

Alan Bean reflejado en el casco (medio cuerpo de Neil Armstrong)


Omar Tiscareño

5 de febrero de 2013

La crisálida muerta

Un buen día
las manos cruzadas,
la luna desgajada,
el frío una estrategia mañosa,
y al siguiente se va y la deja.

Lo de siempre.

Luego ella queda afectada
—al menos tú la comprendes—
camina sigilosa como el equilibrista
y tú que va a traspié persiguiéndola.

Después acontece milagrosamente,
por fin te ha mirado y se enamora de ti,
ahí está la oportunidad de desentrañar
todas las cosas que prometiste:
dos lunas desgajadas,
los veinte dedos trenzados
y los besos que le cobijan hasta el alma.

¿Pero qué te dice?

Te creo, pero no lo siento.

Estamos marcados por los que ya se fueron.
No nacerá la flor alada
para llegar a tus manos
porque murió en promesa de potencia.

Omar Tiscareño