I
Mi
cuerpo es la tierra árida
en
donde tu tacto va arando mis venas.
Llueve
en mi boca el sudor de tu lengua,
salpica
luego a mi entrepierna y florezco:
hilos
de miel blanca escurren
desde
mi vientre.
II
Viene bajando la lava,
arde
la tierra quejumbrosa y acostumbrada.
Chorrea el agua roja
manchando
las comisuras volcánicas.
El humo -tela blanca- no tapa ni absorbe
al
escupitajo de la flor de fuego.
Y una semilla lechosa que se penetraba
a
la hondura del centro de la tierra,
muere
calcinada por el ciclo.
-Omar Tiscareño-