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29 de diciembre de 2015

Respuestas tan obvias

Entonces el bibliotecario decía tener el conocimiento casi absoluto porque ya había leído todo lo escrito y porque había presenciado los momentos más insólitos de está nuestra época. Lo miré al rostro, tenía un ojo agigantado por donde se le colaba el mundo. Aproveché la situación y le pregunté las cosas más agobiantes que desde hace noches incomodaban otros de mis sueños:


Señor bibliotecario, ¿es cierto que los cuentos de Hurtado se escribieron a partir de las vivencias, las emociones y la vida íntima de sus compañeros de viaje; y que destacaron porque la mayoría de ellos eran plágios de sus contemporáneos menos afortunados?

También  dígame, señor bibliotecario, ¿es cierto que Pérez se masturba antes de escribir sus poemas y después, cuando llora por la vergüenza de haberse hecho eso, canaliza su petetismo en sus versos; y que la mayoría de ellos los escribe con la mano izquierda porque vuelve a ocupar su mano derecha para reforzar su poética?

Y por favor, señor bibliotecario, ¿es verdad que las mujeres de Quevedo, el nuevo, se quedan dormidas cuando su pareja les intenta hacer el amor o cuando les habla de su nueva novela?

El bibliotecario me miró, su gran ojo volvía desde mi cabeza hasta mis pies, arrastrándome con su petulancia. Luego giró su cuerpo y se retiró, las respuestas eran tan obvias que no había necesidad de decir nada más.


Omar Tiscareño

1 de diciembre de 2015

O si hubiera recogido esos brazos del basurero y los hubiera atado a mi cintura, o si Mónica me hubiera regresado esa llamada y me hubiera informado que ya no era ella, que se mudó de cuerpo, tal vez habría sido feliz y podría salir de nuevo a tolerar al mundo. Pudo ser, ya no lo sabré jamás.

Y es que siempre estoy confundido, y me cansa mucho pensar las cosas. Estoy tan cansado y tan aburrido de llevarme a cuestas; de tirarme de todos los precipicios que encuentro a la vuelta de la esquina; de ajar mi cuerpo por las noches para que alguien, cuando lo muerda, se asquee y me escupa.

A veces, ya no quisiera llevarme por debajo de la piel.

28 de noviembre de 2015

Es sólo un juego

A veces jugábamos a inventarnos en lugares fríos: ahora llueve en la Sierra Fría, ahora hay sol blanco en Siria, ahora la oscuridad del cosmos.

Nos hacía gracia pensar que nos necesitábamos. No recuerdo el momento en que dejábamos de jugar.

26 de octubre de 2015

Para seguir adelante

Pero yo no, yo soy de otra forma. Yo soy de los que pierden las oportunidades porque alguien más supo hacer mejor las cosas. Entonces llego a casa, prendo el televisor y no lo miro, desayuno lo que no me gusta y el resto del día lo pierdo mirando al techo, tratando de encontrarle nuevas formas. Luego esa noche, la de todas las noches, me trepa y me noquea; yo, como derribado por un gancho descendente, me levanto y me digo "pero oye, yo aprecio mucho tu trabajo y además lo admiro, es en serio, lo admiro y lo valoro y deseo que sigas haciéndolo porque espero mucho de ti y no quiero que sigas pensando así, ¿está bien?" y después, cuando cierro los ojos y se supone que ya estoy dormido, me pregunto si me habré engañado.


22 de octubre de 2015

Es eso
o el mundo disminuyó

¿Es la lentitud de los días,
la rapidez del ansia?

No, es eso otro:
la figura situada en la lejanía,

En todos lados está el borde del mundo
¿por qué voy sobre él?


ort

11 de octubre de 2015

Cosas raras de este mes

I
En esta estúpida ciudad, Madre encontró un cadáver y lo llevó a pasear, le mostró lo intolerable que es la plenitud de estos nuevos días y luego, cuando llegó una corriente de aire tibio y debió dejarlo ir para que se integrara a las cosas que son naturales, decidió aferrarse a su desencarnado brazo, lo dobló un poco por aquí y por allá y lo guardó en el bolsillo pectoral que tienen algunas camisas.

II

Y yo discutiendo con una sombra lejana porque llegó a mi casa y tomó las cosas más íntimas que había escondido para ti. Y esta maldita y estúpida ciudad seguía haciendo de las suyas. La sombra hirió mi costado y quiso huir por las escaleras; le tomé por la cola y no dejé que se escapara. Así pasaron nueve o diez años y yo aferrado de su cola para que no se fuera, porque... bueno, en ese tiempo no se lo quise decir, pero en realidad no me importaba mucho que me robara: no quería que se fuera porque ya estaba tan acostumbrado a la mimética de su contorno que sin ella yo... pero entonces se me escapó y se llevó todas las cosas que había escondido para ti, quise contártelo, quise decirte: "era oscura y blanda y gritaba como los árboles y entró por quién sabe dónde y se robó las cosas que había escondido para ti".

ort

10 de octubre de 2015

Sobre lo que escribo y no puedo escribir

Y me gusta, y soy terriblemente feliz en mi infierno, y escribo.
JC
I
Y escribo con furia lo que me pasa, aunque sean cosas aburridas. Es necesario decir que no soy muy precavido con mi vida, porque la altura de mi felicidad no la calculo con las acciones que haré, sino con los detalles minúsculos que me encuentro en las cosas ocultas: en la nota al pie de página de un libro viejo, en la flor que segrega de una casa abandonada, en las imágenes que veo cuando zabullo la cabeza y nado. Y me voy de lleno por la vida derramando las letras que no me caben en el cuerpo, que se me salen por los dedos cuando tecleo, aunque nadie las lea.

II
"...volvió para verte, caminó por la duna y se ahogo en el cielo con la lluvia de la mañana; te dijo que te quería y te regaló las flores de su soledad y la hierba de los días".

Ahora que están sucediendo los días que deberían suceder, ahora que los días se repiten como sin más, quisiera escribir, también, del extrañamiento. Tengo algunas palabras en mente que después podría borrar.

Quiero escribir, pero no sé cómo.

Cenizas, E. Munch

1 de octubre de 2015

Los poemas de Pérez

En lo más recaído hay algo que siempre pugna por rehabilitarse:
en el hongo pisoteado, en el reloj sin cuerda
en los poemas de Pérez, en Pérez
J.C.

Yo no sé qué tiene la poesía de Pérez que está tan alejada de Pérez. La poesía de él cobra independencia, tiene cosmogonía propia y suele ser poderosa. Algunos han propuesto que en ella se abordan historias épicas que nuca existieron, pero que, a pesar de su inexistencia, ingenuos practicaron literatura con amplia inventiva.

La poesía de Pérez, por sí sola, nos aparta del mundo. Contiene imágenes difíciles de concebir. Sus versos rodean el límite del lenguaje y después se hacen nada. Concluyen.

Quisiera reseñar un poco más esta voz poética que surgió de la nada, pero la poesía de Pérez no existe sin la lengua de su creador. Según entiendo (y de verdad que no me interesa saber mucho) la poesía de Pérez nunca se escribió o, después de ser escrita, la tinta se resbaló por la vergüenza de ser escrita, o fueron escritas y tal vez recitadas para que una perra no muriera de hambre y después se desechó (cuando la perra murió asqueada de lo que consumió). Según entiendo, la poesía de Pérez no pagó el alquiler y se mudó a una tierra donde no se puede vivir si eres poema, en el silencio.

Qué triste es pensar que la poesía de Pérez es de Pérez. Ojalá se hubiera escrito sola.

Omar Tiscareño

30 de septiembre de 2015

Algo sobre Carlos y el horror

Pero a ti, Carlos, qué te asusta? Si en la noche, cuando la oscuridad exhala sus olores y te precipitas por el frío y las luces neón, si cuando la humedad de la niebla recarga su lengua sobre nuestras cabezas y entonces sientes una mano lejana que te tienta la espalda y volteas para ver que, lo que haya sido, se esfumó, vuelves la mirada a tu camino y sonríes. Qué te asusta, Carlos. Las sórdidas callejuelas, la oscura decapitación de las tardes sangrantes, la enaltecida sombra que, autónoma, guía sus propios pasos?

Qué siniestra es tu felicidad, encuentras placer en el horror de lo cotidiano.

14 de julio de 2015

desconfiar

Desconfiar cuando te dicen te amo, porque no lo dicen en serio, porque ya lo habían escuchado, porque se dice con miedo, porque vos estás seguro de lo que estás diciendo?, porque sí estoy seguro, porque no me engañes, porque no te engaño, porque en todo estás:

Avellaneda contra el viento que zarandean sus rulos, Avellaneda y la sombra de un árbol grande, Avellaneda y la sopa insulsa que me da por las mañanas en que hace frío, Avellaneda y su vestido como bandera caída que quisiera izar, Avellaneda y su voz de pájaro triste, Avellaneda y la cicatriz de tu brazo.

y vos estás seguro de lo que estas diciendo?

La mano se estira, la otra mano la recibe, los ojos se trastocan, los vapores, los labios, las manos, el tórax, el agua, la sed, boca, mano, piel, y ayer yo era un ave que volaba sin miedo, y por eso pregunto que si vos estás seguro de lo que estás diciendo, porque yo no estoy segura de lo que estoy sintiendo.

30 de junio de 2015

Ahora que los días suceden, Stephane Korvin

57.

Tengo mala mano, ya pasará.

Mis pies están pintados sobre el suelo. Beben lo negro del suelo de la calle, no es una mudanza más. El cuerpo no se instala luego de desembalarse.

Tú no te mueves (susurra tu cuerpo apenas).

Explota sobre el piso.

La silueta de las últimas noches nos corroe.

No son malas las manos que conversan.

Tengo palabras malas, ya pasará.

Una mujer me basta, basta con cambiar regularmente.

El cuerpo tiene buena voluntad. Paso por una mala racha, esta bien.

Todavía tenemos algunas formulas que probar. Y también algunas figuritas por amar.

No quiero correr la mirada. La vida se estira providencialmente.

La ausencia del mundo es grande.





Traducción de Laura Petreca y Javier Sabarros

26 de junio de 2015

N


repito tu nombre como repito los días

16 de junio de 2015

Recuerdo-recuerdo, qué recuerdo?

Hoy, por ejemplo, que llueve y estoy recostado en mi cuarto, recuerdo las lluvias de Xalapa que eran leves, como alfileres.

y cierro muy fuerte los ojos deseando que al abrirlos esté yo allá y no en esta ciudad plana.


1 de junio de 2015

Lenguaje de gestos (¡Vas a ver!)

Alguna vez leí algo sobre sobre lo afectivo que podría ser cruzar los brazos siendo profesor, cosas de micro enseñanza. Según eso, los alumnos, casi sin querer, interpretan en el profesor una conducta de rechazo. Hay un tanto verdad en eso del lenguaje corporal, pero no es una verdad absoluta; además,las interpretaciones se prestan a equivocaciones: a veces el profesor sólo quiere cruzar los brazos.

Uno puede andar por la vida leyendo cosas que no están escritas, ya sabes: leerle en el rostro las preocupaciones que tiene tu amigo, el que debe en Coppel; leerle en las manos la verdadera edad a tu tía, la que se ha hecho cirugías; leerle las intenciones que tu maestro de inglés tiene con Laura cuando le mira las piernas e incluso leerle las artimañas que Laura está usando para aprobar inglés.

Verónica va caminando tranquila hacia el norte, de pronto se detiene como interrumpida por algo invisible, chasquea los dedos, presiona los dientes y dice ¡Chin!; da media vuelta y se apresura hacia el sur: algo se le ha olvidado.

¿En verdad es eso?

¿Cuales son los signos que sí se pueden interpretar?

Recuerda este ejemplo: un hombre saca una cajetilla de cigarros de su chaleco; saca, después, un cigarro, lo coloca en su boca. Entonces busca nuevamente en su chaleco. ¿Está buscando un encendedor?

Las obviedades no son tan simples de afirmar. ¿Qué hay en los gestos para decir que no hay ninguna otra posibilidad de interpretación?

A todo esto, ayer caminaba por un parque; un niño jugaba con su hermano a golpearse con una pelota. El mayor la arrojó con saña hacia la cara del menor. La sangre le escurrió como cascadas teñidas. La madre, mientras lo atendía, miró al mayor, no le dijo nada, ni siquiera balbuceó algunas palabras. Levantó la mano mostrándole la palma y la agito hacia atrás y hacia adelante. El niño ya estaba condenado.

19 de mayo de 2015

Simulacro

Más o menos en estas fechas, y con el porvenir achicándose cada vez más, ya nos alejábamos.


A veces llovía fuerte, a veces solo caían gotas, casi siempre había agua.

Me regaló un abrazo y yo se lo regresé, no lo quise, le dije que no fastidiara con su sentimentalismo, me ahogó con un golpe que todavía me duele y corrió muy lejos; la alcancé y nos tiramos en la tierra de una loma.

Yo no me daba cuenta, ya practicábamos los adioses.

15 de mayo de 2015

Día feliz, Edgar

... y disculpa la tardanza, pero quería llegar contento. Traje la música, nos vestiremos de ninjas americanos y jugaremos a bailar lo que se nos dé la gana.


Baila, Edgar, baila conmigo y olvidemos este desastre!

Dime que sí te acuerdas, hermano ¿verdad que lo haces? Me da tantita tristeza, pero sí estoy contento, es en serio.

Baila!

9 de mayo de 2015

abundante, insulso

Sabes, mujer nube, tengo lo suficiente para ser feliz, pero no lo soy. Siento las cosas a medias, que no me termino.

Y salgo por las noches a ya no reírme, a ya no sentirme bien, a ya no constituirme en los vapores del desvelo, de la niebla densa. aquí hay sol y viento, nada más. a veces hay mundo.

sabes, mujer agua, mujer movimiento, creo que también tengo lo suficiente para ser infeliz. porque ahora que el cielo cae sobre la tierra y uno siente tomar el maná de lo que quiso, encuentra huevos vacíos. verdad que me entiendes, mujer verdecida? verdad que comprendes que lo peor de todo esto es que estoy de acuerdo en ya no hacer nada, en cederle el paso a lo insulso, en ya no pedir, ya no buscar, ya no esperar, y todavía peor, ya no querer


Sabes, mujer montaña, no tengo ganas de pensar en cómo me siento.

5 de abril de 2015

En una banca

Una niña compró un marcador. Antes de pagarlo, preguntó que si era tinta difícil de borrar. Es tinta permanente, pero se puede quitar con otras cosas, niña. ¿Se borra con la lluvia, con el sol? No, no se borra con eso. Bueno, entonces sí me lo da. Pagó con muchas monedas y agradeció con buenos modales, era una niña muy linda.

Yo la vi, de lejos, sentarse en una banca, luego miró a su alrededor hasta encontrarme. Fingí distraerme y no verla. Me escondí un poco para atisbarla. Sacó su plumón y comenzó a escribir algo, yo supongo que fue una frase larga porque se entretuvo varios minutos escribiendo y cuidándose de ser vista.

A veces paso por esa banca e imagino lo que habrá escrito.

29 de marzo de 2015

El miedo

Sucede que hace tiempo, mientras salía a almorzar en mis clases sabatinas, hice amistad con una chava bajo la frase más sincera y conmovedora que hasta ahora me ha embargado:

-Disculpa, ¿estás solo?
-Sí.
-Yo también. ¿Podemos hacernos compañía? Es que no me gusta para nada estar sola, siento como que miedo.

No lloré porque soy fuerte, pero el sentimiento sí se me quedo en la garganta y me lloviznaron los ojos. Sí, amiga, apenas y te conozco, pero sí quiero acompañarte y evadir esta perra soledad de mierda que tanto nos daña a todos, pensé en decirle, pero las palabras no me salieron. Solo le dije que sí con la cabeza y caminé con ella.

Hablamos de la escuela, de sus ocupaciones, sus pasatiempos y de otras cosas que a mí no me parecieron tan irrelevantes en ese momento. Participé poco en la conversación y no me importó, yo sólo estaba en calidad de oyente.

-Adiós.
-Hasta luego... Oye, ¿cómo te llamas?
-¡Ah! Es cierto, ni nos presentamos. Soy Lizbeth.
-Yo soy Omar. 
-Adiós, Omar- y se fue, así nomás, como cuando alguien entra a una tienda de ropa y, después de haberle echado ojo a casi todo, sale sin haber encontrado algo bueno.

Tres sábados después (ya los conté), salí a almorzar a la hora de costumbre. La vi de lejos sentada con otra chava. Me acerqué lo suficiente para que mi fealdad le saltara a su vista y la saludé con esta voz que desprecian los pájaros.

-¡Hola, Lizbeth!

Juro que me vio y juro que sí era ella. Sentí el agua fría de su mirada traspasarme la piel; luego de analizar esta cosa maligna, que es mi cuerpo, y no encontrar registro alguno de mí en su memoria, volvió su vista a su compañera y me desertó del mundo. Ni siquiera me regresó el saludo por cortesía. Un amigo, que estaba en otra mesa, me alcanzó a ver y se le salió una risa como si fuera baba: la quiso retener pero no pudo. Mala suerte, campeón, me dijo.

Desde otra orilla, a la distancia, seguí contemplando la espalda de Lizbeth (ojalá se me olvide pronto su nombre) y el costado de su compañera. Me parece que no eran amigas de tiempo, casi podría asegurar que se estaban conociendo en ese momento. Ahh, ya entendí, pensé mientras seguía mascando el rechazo, lo dijiste muy claro: no te gusta para nada la soledad, te sobreinterpreté, creí entender que querías compañía, pero sólo querías quitarte la soledad; eres como las personas que a veces tienen sed y, aunque no les guste, beben agua para saciarse.

-¿Ya conocías a la chava? 
-No, pensé que era otra.
-No mames, qué pena.
-Sí, qué pena.


Omar Tiscareño

20 de marzo de 2015

16 de febrero de 2015

La somnolencia

Mónica volvió de un sueño viejo y te encontró adormecido, te palpó la espalda con sus manos frías para que despertaras, te estrujó con un beso que se inventó en ese instante y te silbó la sopa para calentarla y dartela de beber, pero tú no quisiste.

Mónica volvió en silencio y se metió en tu cama. Te besó sin labios. Tomó tus uñas y jugó a arrancarlas, desandó tus pasos y te perdonó, te contó las formas de sus sueños y te esperó para que lo hicieras también, pero tú no despertaste.

Mónica volvió para verte, caminó por la duna y se ahogo en el cielo con la lluvia de la mañana, te dijo que te quería y te regaló las flores de su soledad y la hierba de sus días,  pero tú no la entendiste.

Mónica crece a tu costado, como un siamés, como una rama incrustada, y florece a veces en la noche; al abrir sus hojas, se escuchan cantos y repiques y el filo de una cuerda que agoniza, pero estas adormecido por el influjo del bostezo porque eres un títere de tu sombra.

Un día despertarás y la mirarás dormida tan lejos de ti, con un hueco toracico, no encontrarás la manera de reencontrarla en el sueño porque despertarás con la idea triste de querer vivir. 

3 de febrero de 2015

Sumergirse en los miedos

El domingo 30 de Noviembre, en el Teatro Morelos (Ags., México), se presentó la obra Sumergibles, presentada por Daniela Zavala y dirigida por José Alberto Gallardo.

Probablemente el tema principal de Sumergibles sea el sacrificio. Un vendedor de maletas, con una pasión reprimida por la escritura, y una curadora de arte que lleva una vida modesta, se conocen en una exposición del producto que Él vende. La historia amorosa de Ella y Él no se presenta en orden lineal, al menos no del todo; las escenas entre cortadas con retrospecciones y prolepsis, muestran la formación de su romance, ese apego entre dos parejas dispuestas a llevar una vida juntos a pesar de los muchos impedimentos que ellos mismos se imponen. Al final, este romance termina en una promesa fugada, abandonada por la idea de un futuro ineficaz.


Abandonar las pasiones, destruir lo que se ama y todavía continuar con una vida llena de frustraciones. ¿Cuántas veces no dejamos inconclusos los proyectos que en algún momento creímos los más importantes de nuestras vidas? Sumergibles atiende este tema: el personaje que se comprometió a levantar la gloria y que, al poder hacerlo, ésta lo aplastó. 


30 de enero de 2015

Taxi

Uno tiene el humor pesado y quiero simpatizar, el otro es cortés y siempre se presta a conversación. 

El primero habla y habla y continúa y no se detiene y quiere seguir hablando, te platico de esto y de lo otro, bromeo contigo, soy simpático, por qué no ríes?

El segundo piensa en que tendrá la oportunidad de hablar después, su opinión se pospone, cambio de tema, no me interesa realmente lo que conversa, no es de mi interés.

El tiempo, plastificado, como un viento espeso, transcurre lentamente dejando llagas que no se perciben.

27 de enero de 2015

Ese mes

Volverá nuevamente ese mes con su masiva lentitud. Y pasará como el viento. Y sucederá como la permanencia

Nosotros nos quedaremos como el que espera el pan y la muerte. Como el que se despierta de noche persiguiendo el bostezo que lo adormeció.

Nosotros nos quedaremos buscándonos en los labios las palabras que no nos decimos usualmente.  Otra vez nos abrazaremos como los árboles y nos besaremos como los pájaros.

Volverá nuevamente ese mes en el que nada pasa cuando pasa el tiempo.

18 de enero de 2015

Quizá esa sea mi nostalgia: recordar que no agoté tu compañía invisible

Sandra volverá en una noche de oscuridad profunda y me susurrará por la espalda. Un viento frío, pero reconfortante. Me tocará la nuca y levitaremos hasta lo negro del cielo. Hace tiempo lo hacíamos, nos hacíamos volar con gestos mínimos; así, sin vernos. Eramos muy jóvenes como para hacernos compañía, así que inventábamos nuestra amistad palpándonos con los ojos cerrados. Yo simulaba ser alguien que quería ser y seguramente ella lo hacía igual. Eran tiempos también oscuros, aunque felices. Íbamos por ese canal que quién sabe a dónde iba a parar. Creo que no conocimos el final de esa etapa, apenas nos dimos cuenta y ya estamos en otro canal, por distintos lados.

No sé si vendrá desde muy lejos, desconozco las distancias entre seres que vuelan. Vendrá y después del toque querré verla y no estará. Y recordaré que es diáfana de día y oscura por la noche. 

Y que seguramente existe en donde creo que está. Aunque no me piense.


14 de enero de 2015

Levantarte una mañana

Levantarte una mañana y preguntarte si caliento café para los dos o si sólo para mí; y mojarme la cara y escudriñar mi reflejo deseando que se escurrieran, también, las arrugas de mi piel; y cederte el baño para que alcances ahora sí a rasurarte; y mirar la destreza con que resbala la navaja por tu cuello, ese acto que para ti es acaso tedioso, pero que a mí me entretiene; y tostar pan, tú mientras bajas la ropa, en la tarde lavarás, se está juntando mucha y eso es lo que haces, juntarla toda y después lavarla; y contarte mi sueño, escuchar el tuyo, recordar cosas de la escuela, hablar de los viejos amigos y de sus hijos,  cambiar el tema, dejarte los trastes, yo ya estoy lista, te dejo, apúrate o llegarás tarde, y te quiero decir, amor, que esta es la línea lejana que queríamos alcanzar, pero mejor te beso y salgo, cierro la puerta y me detengo, olvidaba algo, giro, abro la puerta y al entrar de nuevo es una casa vacía en donde no hay ropa, ni pan, ni agua para el café, y tú sigues dormido, eternamente dormido y yo te quiero decir, amor, que esa línea lejana era nuestro horizonte, y que por eso, amor, pienso que mi utopía es más bien el pasado.

Omar Tiscareño

11 de enero de 2015

FELIZ CUMPLEAÑOS, MORENA!

Me gusta, por ejemplo, la explosión de su risa. Nunca la contiene, y si es necesario irrumpir conversaciones y ser imprudente, sucede. Cuántas veces la he visto atomizar el líquido de su boca cuando la risa la sucumbe, ¿cuántas?

Me gusta su dramatismo porque es feliz. Y ella exagera las situaciones adversas y se divierte solucionando sus problemas. Ahora le negaron la materia de inglés, la universidad la desprecia por no gustar de esta maldita lengua imperialista; ahora, ya resuelto (días de papeleo y vengalratoaverquepasas después), el inglés es más es despreciable, te quita el sueño y tienes que empeñar tu atención completa en aprenderla; ahora, fin del curso, aprobó con diez.

Me gustan sus ocupaciones. Le gusta tejer, dibujar, decorar la casa, leer (libros gruesos de física y vectores); un día a la semana va a clases de baile, al otro día va a cursos de joyería (de algo podría servir!), al siguiente asiste a su taller de grafología; se inicia en la nueva medicina germánica, la psicobiología; da clases a sus compañeros de cálculo vectorial, seguido duerme en el laboratorio de la universidad; va a natación, práctica el pentatlon y después de tanto, es en serio, yo no se como es que a veces salimos a caminar por el parque.

Me gusta su otredad, casi llora en cualquier película y es enemiga de los antagónicos.

Me gusta, también que...

7 de enero de 2015

Figura de adentro

Se hizo algo en los dientes y ahora blanquean rectilíneos; adelgazó  bastante, se aclaró su rostro y las piernas se le contornearon -creció mucho. Ya era rubia natural, pero ahora brilla como un sol liberado. La vida la cubrió de felicidad y lo hace notar.

Saraí, ya no eres la que conocí, ya eres algo más bello y eso está bien y además es lindo.

Me preguntan, mofándose, qué se siente no haberla querido hace una década. Primero, le dije, me parece que la belleza de una mujer no gira en torno a las adulaciones de un hombre, acaso para sucitar su mirada pero nunca sólo para nosotros; segundo, si aún guarda la naturaleza que le conocí,  ella busca a una persona que la ame sin fijarse en su exterior.

Y todavía no soy yo.

6 de enero de 2015

Regresará

Estoy seguro que Mario regresará y me atacará por la espalda. Irá directo al cráneo, hacia la nuca. Me dará muerte de un solo golpe contundente. Le hice daño y no puede olvidarlo, es una persona rencorosa.

Volverá desde muy lejos y después de fulminarme retornará. Tendrá eso que llaman felicidad.

Nunca estoy precavido. No quiero estropear su bien una vez más.

Libero mis puños, me reconozco entre los vencidos. Busco la redención.

Destornillar

Ayer reí hasta ya no más. Recordé una tarde en que tres compañeros y yo leímos ante un vasto público algunas de nuestras obritas.

En la presentación, otorgamos una pequeña semblanza de nuestra trayectoria. La mía fue la más pobre, nada destacable me adornaba. En mi preocupación por el vacío y la brevedad, comenté un premio fatuo de un concurso que a nadie interesó (casi podría decirse que gané por ausencias).

El presentador ensalsó está risible mención de mi semblanza y me parece (supongo por la altura de sus ojos) que le resultó interesante a la audiencia. "Obtuvo un destacado segundo lugar en un importante concurso regional de estudios de lingüística aplicada", dijo con palabras largas, in crescendo. En ese tiempo me sentí agradecido por el favor secreto, ayer que lo recordé reí como nunca antes.

Sentí destrozarme por la risa. Me desarmé, caí al suelo y me desternillé de risa. Y es que yo en la semblanza sólo había escrito "Segundo lugar en el lingüitón de la escuela".

Ahí,  en el suelo, torciéndome como culebra y llorando agua dulce, comencé a rememorar los logros que desde esa fecha a hoy he conseguido. Ya estando abajo y en pedazos, no me pude levantar.