He sucumbido nuevamente a ti, Mónica, es irremediable. El follaje de todo lo que es verídico se marchita con tu ultravoz. Me sedo hasta despertar contigo. Lo demás ya lo sabes, el tiempo lo consumimos platicando que ya debería dejar de soñarte. Nunca me convencerás, o mejor dicho, nunca me convenceré.
Y todas las mañanas es lo mismo, me despierta mi propio llanto. Soy nuevamente herido por el castigo del despertar.
II
Te veo a lo lejos, Mónica, eres tan inalcanzable. Sé que esta es la realidad pues no estás aquí. Sinceramente, ya no me siento atraído por ti, me he enamorado de lo que hago de ti en mis sueños.
Omar Tiscareño