Uno:
Recuerdo más o menos que sí, que había un tiempo en que no tenía miedo de decir qué pensaba y hablaba casi siempre de corridito sin que la viergüenza me pusiera una pata para tirarme de nariz al suelo.
Qué pena me da ahora hablar y qué coraje me da ahora el mundo cuando me equivoco
¡Malditos mequetrefes!, grito a veces para desahogarme luego de mirar a todos lados para asegurarme de estar solo, no vaya a ser la de malas
No vaya a ser que me encuentre a ese que digo que tanto detesto -aunque no sea cierto- y nos hagamos de puños
No vaya a ser que alguien crea que en verdad estoy fúrico por maldecir a nadie y me quiera dar cátedra de controlar el enfado
No toleraría de nuevo escuchar que me tranquilice, que respire, que respire, que ya va a pasar.
No! No lo toleraría! He dicho que no!
Y sabes qué haría?:
Alzaría mi puño con el índice erguido y... y...
Qué pena decir...
Dos:
Porque da pena y da escozor que te encuentren siendo quien eres:
Soy el furioso, soy el que grita para desahogarse, soy el que tresta... tarasta... trastabillea
Qué pena hallarse a uno siendo quien es. Como olerle el aliento, verle el acné a alguien; encontrar una lágrima o un moco en la cara del otro, o las dos cosas más un gemido.
Qué pena ser alguien que llora -cúbrase bien el rostro cuando llore y asegúrese de gemir en silencio, no vaya a convocar al abrazo-
Yo pienso que somos más nosotros cuando lloramos que cuando reímos.
Por eso, cuando practico ser yo, me asomo a un lado y al otro para sentirme en secreto y me dispongo a la lágrima para que caiga al suelo sin que nada la detenga
Sin que nadie tenga que decirme ánimo, ya va a pasar, ya va a pasar, respira -como si no hiciera tal cosa-
Y media para las y...:
Recuerdo más o menos que sí. Que era valiente por mi inconsciencia: amarraba los dedos y apretaba los dientes, y a la cuenta de tres hacía eso que no me animaba
Decirle a Jazmín que me gustaba aunque su boca no fuera fresca,
Apurar el vaso con la bebida
Saltar de bruces al río
Y hasta detener la mota en los pulmones
Ahora a veces me digo que voy a contar hasta tres y que por favor, al final de la cuenta, que ya se haya ido eso que aqueja