Era la ruta de tus aguaceros, las surcas de los ríos de tus ojos; era un camino guiado por el viento, el suspiro delatando brechas. Un día el polvo se estiró - estrategia fingida- y sucumbió las piedras, me enterraste.
Me he condenado, tengo la impresión de no ser siempre el mejor. Tu boca, que es un venero, sabe a agua de otras fuentes.
Omar Tiscareño