Veo en tus ojos
la inmortalidad de una noche,
una noche que se trepa a los huesos
y que nos pone a tiritar con su respiro.
La noche tiene llagas: nosotros.
Nosotros la hacemos sangrar;
nos lame como si fuéramos heridas vivas
y nos rasca cuando ya casi secamos,
para revivirnos, para hacernos sentir con ella.
Estamos entre los rescoldos
de una noche que quiere ser eterna.
Omar Tiscareño