🚗 _ 🚓🚓

16 de mayo de 2018

Fotografía del padre junto a una mujer

La cuarta vez que el padre cruzó la frontera lo hizo por avión, con documentos de una persona que se parecía mucho a él –mi padre es como muchos hombres. Ya había pisado el desierto, ya había montado a La Bestia y también ya había nadado por el río. Antes de irse esa cuarta y última vez, mi madre le insistía que ya mejor se quedara: pronto mi hermana y yo seríamos adultos y dejaríamos la casa eventualmente, para qué ese afán de volver al norte; pero mi padre respondió, como siempre le respondió, que tenía que hacerlo porque era su responsabilidad.

Mi padre se iba y no sabíamos nada de él por semanas: si el tren le atravesó el cuerpo, si el sol lo disecó por completo. Las noticias de su triunfo sobre el norte nos llegaban con una maleta repleta de muchas cosas para nosotros: celulares, computadoras, videojuegos, y a veces cartas con cosas que se le olvidaba decirnos antes de que se fuera.
No recuerdo si en la segunda o tercera vez que nos llegó esa maleta, encontramos un celular con fotografías suyas que olvidó borrar: paisajes de Estados Unidos y un poco de pornografía. Entre ese compilado extraño de erotismo vulgar y naturaleza muerta, había una fotografía de él muy cerca de una muchacha muy bonita, en un semi abrazo que delataba costumbre entre ambos cuerpos. Mi madre nos dijo que esa fotografía no la borráramos y que tampoco olvidáramos ese rostro, por si en algún momento le tengamos que poner un nombre.

ort