El señor Eliodoro ya no tiene la razón nunca en nada, y aun así no deja de opinar ni de defender lo que cree que es cierto. Todo el mundo se lo repetimos, con amabilidad, con molestia, con mofa: no, don Eli, no, así no es, usted esta mal, está equivocado, usted ya no sabe, no y no.
No lo haremos nunca entender, está casado consigo mismo.
Qué difícil de tratar es don Eliodoro, tan así que a veces guarda silencio sólo por contrariar.
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