Me lo dijo hace poquito una señora ya grande y cansada:
Ay, hijo, si yo ya estoy como las plumas que se les caen a los pájaros. Ya nomas cayendo haber a dónde paro...
Esa señora pudo haber sido poetiza. Fue algo que también voló y cae desde la altura, desde los cielos. Pudo haber escogido un pájaro débil o herido, pero no. Los pájaros ni se dan cuenta de que mudan sus plumas y éstas se hacen objetos meramente inamovibles, supongo que ella creería que hasta inservibles.
Y ella, halada por los ciernes de lo que sea, cayendo liviana; siendo arrebatada por los soplos de otras cosas sin importarle como fuera acabar
Era una señora de ochenta y tantos años, ya sin ganas de vivir. Sí, una nueva forma de dejar de temer a la muerte. De esperarla.
Foto: "Plumas IV" de Antonio