3 de noviembre de 2011
Eván y su leve introducción a lo mundano
I
Adán descubrió que las mujeres serían tan que no se podría confiar en ellas;
astutas
no hubo [padre] indulgente, dejó de creer en el espíritu santo (aunque apenas inventado).
Miró cómo se alejaba su fe, su esencia, la paz...
miró cómo se alejaba su_ave a través de un soplo a lo miserable.
II
Allá iba la paz. Se alejaba de él. El paraíso arrebatado por la culpa de alguien.
Él se volvió sumamente pesado, perdió a_las
cosas más significantes de la existencia.
Ahora camina [deste]errado y lo acompaña una piedra que le surgió de sus entrañas.
III
(a veces no se toleran e imaginan su muerte)
Ella se encuentra sola en un río sucio, lo mira y [n]adan... se ahoga. Se enjuagan la sonrisa -no saben quién sufre más: quien muere o quien se queda solo [quién]-. Lo cierto es que nadie muere y ellos dos se detestan porque son tan indispensables el uno para el otro.
IV
...Además es tan bella. La mira y siente que el_eva su alma. Perdió un paraíso para gozar de otro. Se acerca, con la actitud de felino, e intenta besarle el cuello. Ella ve como
fluye el agua, como
cambia el cielo, como
pasa-tiempo; luego ve en sus ojos azules las intenciones que tiene, lo ve como
al cielo o al agua. Se entrega a él y finge placer: ella bien sabe de engaños, lo ha aprendido del mejor.
V
Adán llora cada vez que reza, pide con súplicas la redención. Eva, a su espalda, le llama marica.
VI
([co]lección de pecados)
En cambio, la tristeza de Eva sí es un suplicio. La culpa no la deja dormir. A veces quisiera morir repentinamente, así Dios tendría que remplazar ese hueco; podrían empezar de una manera distinta, sin la oportunidad de equivocarse -ignora la eterna moraleja-, nunca dejará de sentirse burlada por el animal más vil -ese trasfondo llega a otro fondo y lo perfora-. Despierta con los ojos inchados, con la idea más pesimista de un nuevo mundo. Adán despierta, la mira desgraciada y frágil a la realidad; le llama patética.
VII
[...]
Omar Tiscareño