Sé que sus brazos son madejas y se tejen,
que no soy como el negro
que aplastado por el dedo del sol,
rasca al suelo y germina petróleo,
que me dejarás en las dunas de Sierra Leona
y me quedaré contando la arena,
medidoras del tiempo de lo eterno,
hasta que el diamante se raye
(como ha sido planeado),
esperando con la promesa de que vuelvas
a lo labrado con el esfuerzo.
-Omar Tiscareño-