12 de enero
Nos hemos equivocado en todo. De todas las maneras, de todos los modos. Pero no importa. Porque todo lo que podamos creer que nos identifica y que nos hace únicos, lo que creemos o deseamos de las otras personas para nosotros mismos o hacia los demás, acabará algún día y a nadie le importará. Y las ilustraciones, las enciclopedias, las bases de datos, los registros, los tickets y toda la información y todos aquellos a quienes les interese y los que tenían opiniones contrarias, o los que fruncían la cara o hacían gestos de desaprobación, o a quienes se les iluminaba el rostros con nuevos hallazgos, todo y todos aquellos pertenecerán al desinterés así como lo hará también el tiempo con los desastres naturales que caerán también sobre nuestras monumentales construcciones, o en los detalles minimalistas del miniaturismo o en los acabados escrupulosos de las edificaciones barrocas que se descomponen en miles o cientos de miles de ornamentos que esperan se fundan con la fe de esos creyentes que se diferencian de otros creyentes porque han sobrevivido a todos los atentados, al magnicidio, al genocidio, a los diluvios, a los incendios, a los insectos y al descuido; y esas otras creencias que se fundamentaban en lo transmutado, lo olvidado, lo reconstruido o lo inventado, junto con las otras invenciones que se crearon para el entretenimiento, el dolor, la esperanza o la fundación del temor o la renovación del amor como la de Sirïm que contemplaba orgullosa a Hüsrev por la ventana, quien a su vez observaba complacido cómo se bañaba Sïrim a la luz de la luna y todas las delicadezas y las miradas mutuas de los amantes de las grandes leyendas antiguas, modernas, futuras, reales, inciertas e incluso ficticias; y todos los grandes gobernantes y las alimañas, las miles de aves como los elegantes tordos, las proféticas golondrinas, o los inexpertos felinos, los perros inquietos, las nubes atletas, las decenas de miles de cipreses, palmeras, naranjos, granados, y los débiles juníperos que crecerán como pequeños herederos de los grandes imperios; y todo lo que se nos pierde en los bolsillos pectorales de las camisas y lo que se recupera de los desiertos, lo que se estropea con la lluvia, lo que no se erosiona y se eleva por la acumulación de polvo y rocas; y todas esas preocupaciones que huyen temerosas de ti misma, todos esos pensamientos que diriges hacia tus enemigos prisioneros de la idiocia, tus amores infieles, las casas vacías, y todas esas noches de ansiedad oscura y brillante que refulge como si la noche brotara desde tus pensamientos con la delicadeza y la estridencia del papel metálico, y todos esos recuerdos fantasmales y los deseos en rojo del amor y de la muerte, todo, todo desaparecerá.
Ilustración de Katherine Lam |