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17 de noviembre de 2017

Ensuciar a la gente hablando a media voz

Uno: la media inmensidad

... y es de verdad horrible tener la suma precaución de no ser demasiado feliz, de dosificar la carcajada con pequeñas punzaditas en la barriga para que esos piquetes no se hagan uno solo que te rompan el corazón. 

Disponer solo de la mitad del llanto, reír nomás un pellizco. 

Procurar no cubrir con todo tu amor a la futura hija, no vaya a ser que te quiebre la paternidad, ¿y luego qué van a decir de ti? Que te hizo añicos una bebé. Te lo van a decir, cuídate porque te lo van a decir apenas les des la espalda, o te agaches y cierres los ojos. 


Dos: de imaginarse escribir con la voz


Me imaginé ciego a causa de la demasiada lectura y los rayos azules de las pantallas. Y mi principal preocupación era la escritura, me imaginaba diciéndole a mi hermano que luego cómo iba a escribir, necesitaría de alguien que me redactara y eso me quitaría mi privacidad. 

La alternativa sería el audio, grabar mi voz en notas de audio. Bueno -me confortaba- tal vez mejoraría mi dicción. 

No solo eso, tal vez mis poemas serían más fonéticos, musicales pues. Además, siguiendo el mejor consejo para esto de escribir, mi narrativa sería cada vez más sincera si tuviera que grabar lo que quisiera escribir 

porque, ¿hay algo más sincero que un hombre que se habla a solas en la más profunda oscuridad?


Tres: las máculas 

... lo demás no es una mácula indeleble. El dedo y el susurro de la gente. la niña con la varita de sauce restallando en las conciencias de los que se niegan a portarse bien. 


7 de noviembre de 2017

Ausente

Cuando estás ausente, tu figura se dilata hasta el punto de llenar el universo. Pasas al estado fluido, que es el de los fantasmas. Cuando estás presente, tu figura se condensa; alcanzas las concentraciones de los metales más pesados, del iridio, del mercurio. Muero de ese peso, cuando me cae en el corazón. 

M.Y.