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29 de enero de 2019

Jab

Que va a llegar de una u otra manera; te tomará desprevenido. No te dará tiempo ni de cerrar los ojos ni de apretar los puños, o de guardar atrás de los dientes esas cosas que ya no quieres repetir.

Y estás aquí tumbado; quieto, furioso, con un color que apenas reconoces ¿es el azul el color de los que responden al llamado de nuestros miedos?

Es así la amenaza, un golpe de jab del que nadie te avisa: jab, jab, gancho. Y tú qué te crees el dueño de los sentimientos férreos, jab, jab; el del inconmensurable cinismo, jab, jab.

Que va a llegar de una manera, que te tomará desprevenido. Jab-jab; picoteo del pecho

23 de enero de 2019

De cómo perdí la vista

Para qué discutir sobre lo que seremos si aún no sabemos lo que somos
Granada. K.G.

Uno:

Crucé por todos los pidemontes al norte de Bisharrí cuando tenía 14 años. Me perdí entre las cordilleras y los altos cedros y ya nadie supo de mí, ni de mi nombre, y pocos fueron los que me buscaron durante algún breve tiempo.

Llegué al Bosque de los Cedros de Dios y encontré al loco que vivía ahí. Le lloré y le dije que estaba perdido y él me dijo que qué más daba. Le confesé que yo quería salir. Me preguntó que si ya había encontrado lo que perdí y yo no entendí que quería saber con eso: Yo había huido de casa porque estaba fúrico, recordaba el rechazo de los padres y padecía aún el dolor de perder al hermano único, ¿qué hacer ante tal desplome?

El loco me dijo que me quedara aquí y que tendría la alegría del olvido.

-Este es el Bosque de Dios, y ellos -dijo al colocar una palma sobre un cedro-, ellos son los hombres que le han orado durante cientos de años.

Agradecí sus palabras y viré. Yo no he querido ser nunca un árbol, siempre he querido ser un pájaro de largos tañidos.


Dos:

Yo no soy centinela ni de lo moral ni de lo inadmisible. El loco lo sabe, por eso puede andar desnudo delante de mí, o decir las cosas que dice sobre la gente. A veces quiero ser como el loco y decir las cosas que pienso desde lo más oscuro de mi corazón.

Algunas noches, cuando el loco finge no verme, simulo que lo hago: me desnudo y me coloco delante de los charcos y dejo caer mi Yo con estrépito.

No sé si soy una pequeña hoja que cae de un árbol seco o florido.

Tres:

A veces el loco desentierra los hombres dormidos que hay en las raíces de los Cedros de Dios. Hoy adopté uno, nos ponemos de frente para platicar:

-Hace cientos de años, tal vez muchos más, las contradicciones eran más fáciles de resolver. La fe era ciega y absoluta aunque el llamado del cielo también era mudo.

No entendí. Nunca he querido entender.
Le ofrecí arándanos y dátiles, le ofrecí rodear otros árboles lejanos al de su custodia.

-Mínima liviandad, compañera de mi cuerpo, ¿en dónde estás?

El loco le susurra que aún no es tiempo de volver, lo arrastra de la mano hasta su nicho. La mayoría de ellos, dice mientras rocía el cuerpo del hombre con tierra húmeda, duermen incompletos, intranquilos.

Esa noche soñé que los cedros crecían tan alto que alcanzaban al cielo con la última hoja de su altura.

Cuatro: 

"Había un poco más de gente conmigo, había consuelo y certidumbre", dice el loco, "ser feliz no era una tarea personal y tampoco difícil.

"Pero ahora vivo solo, entre gente que duerme entre raíces y sueña que hace cosas buenas, a nadie le rinden explicaciones sobre sus actos y aún así se sienten bendecidos.

"Pero yo no me siento solo, ni me siento rodeado de gente que se equivoca.

"¿a quién le debemos la inexorable libertad de aceptar nuestro destino o de eludirlo?".





Amœnus

Recuerdo las mañanas colmadas de un aire cálido, del tacto rosa que se dejaba caer como hojas de jacaranda; su abdomen horizontal; mis ojos habituados a los suyos, al diario desgaste de la compañía.

-¿qué escuchas?
-un pájaro, las hojas de este, ese y ese árbol, la gente, otro pájaro, una música lejana.

El movimiento tranquilo de nuestros labios que se agazapan, de peces que hierven en el viento.

22 de enero de 2019

Asta

Un ser con astas que teme la embestida
que rehusa su cornada

Pisa la orilla de un río largo y quieto,
y sorbe

Mira los peces que juegan a una persecución invisible
Y la danza es ágil e intrépida
como el movimiento de los pájaros
o de otro animal que no se detiene cuando es sorprendido 


ort

5 de enero de 2019

Que tiene algo de alegre tu compañía,


y que en otras formas como lo imagino,
es parecido al temple
de esos volcanes que viven en islas pequeñas

3 de enero de 2019

Saliva

Luego de besarlo, lo único que pensó es en que Ernesto tiene la saliva espesa y amarga, y tuvo que contenerse la náusea cuando ella tragó su propia baba. Él quiso continuar el beso que Alicia interrumpió, pero lo rechazó como ya lo había rechazado varías veces atrás.

Le pregunta que qué pasa y ella contesta que nada. Alicia dice algunas palabras que no tienen nada que ver con que se hayan alejado de los demás y que intentaran besarse. Da un gesto amable y se retira. Fuera de la casa donde era la fiesta, no deja de pensar en el error que fue besarlo.

Esa noche, Alicia sueña que nada la detiene y el beso fluye como si estuviera en el agua. Sueña que sus brazos se enredan en un nudo sincero. Se imagina inquieta y deseosa por desnudarlo. Lo besa del cuello al pecho, desabotona su camisa de arriba a abajo; desfunda la ebilla de su cinturón y luego rompe el botón de su pantalón para abrirse paso a lo demás.

Alicia despierta molesta consigo misma. No deja de pensar en lo espesa y amarga de su saliva.

ort

Reto del cuento con cuatro párrafos, personaje femenino, el tema de la culpa