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31 de julio de 2018

Persecución

Es un sueño en el que Pérez camina detrás de mi, a mi paso, sin alcanzarme. 
Yo vengo de la universidad, atravesaré un par de jardines para tomar el autobús y estoy enfadado con Pérez porque otra vez se empeña en perseguirme para que le dé un perdón o algo así. Yo no lo quiero ni ver. 

Le digo, deja ya, lárgate, ¿que no te ocupas en algo más que en fastidiar? Y él retrocede, pero vuelve a mis pasos cuando regreso a mi camino. 

No sé qué le pasa a Pérez, que quiere de mí. Dice que me ha hecho daño, me fastidia esa vocecita que tiene, de falsa inocencia. 

Está detrás de mí en la parada del autobús. Al llegar mi ruta, subo y justo en el tercer escalón del estribo volteo y le doy un tremendo zapatazo en el rostro para que no aborde. Cae al suelo de una. El chofer cierra de pronto la puerta y arranca como si huyéramos de algo. Todos aplauden, aplauden con mucho estrépito, se alzan de sus asientos, el ruido de las palmas es cada vez más ensordecedor. 

Dos: 

A veces el sueño es más sencillo. Doy la media vuelta en el jardín que está justo antes de la parada, y le digo que está bien, que me diga todo lo que tenga que decirme, pero él escapa como los pájaros que se sorprenden con las campanadas. 

15 de julio de 2018

Protocolo del café en la oficina

Ay, mujer, cómo le vamos a hacer para salir de la crisis, si nos tomó tan poco preparados; nos agarró con la cafetera a medio hervir y con los ojos virando para el suelo en intermitencias de cansancio

y uno que está tan cansado de bendecir pañuelos a escondidas, de acurrucarse en pequeñas dosis de pésames y de ibuprofeno.

Eso nos pasa por autorregañarnos con las varitas más duras,
por no cargar con el impermeable cuando entristecemos,
por escatimar cuando se nos ve contentos

y el café que todavía no hierve.

Yo propongo, mujer, que mientras pensamos cómo le vamos a hacer para apaciguar nuestros piensos, no colguemos los dedos en el teclado un momento y nos enfoquemos en dos cosas, que son las màs importantes:
 tú en sacar uñas y colorarlas, y yo en darle play al ruidero...

Ahora me preguntas que qué decías. Te digo que ya no sé, pero que sigas

y que ya casi está el café