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5 de noviembre de 2023

No es algo que pueda contar así de simple. 

Durante las mañanas, cuando recién despierto y aterrizo al fin la realidad, sé que en algún momento del día pensaré en tu nombre y lo diré en secreto. Me doblego, con una tristeza centelleante, de pensar que quizá te pase lo mismo que a mí, aunque no me nombres. 

No me nombres. Di de otras maneras lo que te pasa, así como hago yo. Di que es el sueño: la agradable sensación de engullirse en una cobija oscura como un conejo en el sombrero. Di que soñaste que un aire nuevo te renovaba y que te destensaste de cordajes como las hojas de otoño. Di que es lo mismo, que no pasa nada: escrituras sobre el agua, esculturas de fuego, retratos de las nubes --¿quién las recuerda?-- Di que son solo sueño raros:  


Es un dolor parpadeante de la frente hacia la nuca

Es un cansancio que hincha los pulmones

Es una flecha que atraviesa a las personas de mediana edad

Un ulular del pensamiento a las tres de la mañana

Son marsopas y mantas que vuelan y nadan

El cromar de las maldiciones comunes

Dos espadas sostenidas por manos ciegas que han aprendido la pericia de guardar silencio en situaciones críticas y delicadas:

imagínala en su nombramiento, rodeada de un ejército arrepentido (una estampida de perdones ha planchado sus trajes), imagínala ahí con el filo de dos espadas críticas comunicando que haciendo nada se llegará lejos, muy lejos, más lejos de lo que quieres.


No es algo que pueda contar así de fácil.