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2 de diciembre de 2017

Las tantas ganas de permanecer y nada más

Esa vez que duré como tres horas sin hacer nada; cuando estaba echado en la cama panzarriba tratando de encontrarle formas al techo; esa vez que descansé y no tenía ni una pizca de voluntad de hacer nada,


pensé que aún así, a pesar de que casi nunca haya cambios sustanciales en mis días; a pesar de querer siempre repetirme todos los días, como usar siempre la misma playera con los mismos tenis, o condenarme a mandar el mismo saludo de las buenas tardes a las mismas personas;


pensé que aún así le tengo miedo a la muerte


y que casi no me gustan las magnolias, ni los refrescos de toronja

17 de noviembre de 2017

Ensuciar a la gente hablando a media voz

Uno: la media inmensidad

... y es de verdad horrible tener la suma precaución de no ser demasiado feliz, de dosificar la carcajada con pequeñas punzaditas en la barriga para que esos piquetes no se hagan uno solo que te rompan el corazón. 

Disponer solo de la mitad del llanto, reír nomás un pellizco. 

Procurar no cubrir con todo tu amor a la futura hija, no vaya a ser que te quiebre la paternidad, ¿y luego qué van a decir de ti? Que te hizo añicos una bebé. Te lo van a decir, cuídate porque te lo van a decir apenas les des la espalda, o te agaches y cierres los ojos. 


Dos: de imaginarse escribir con la voz


Me imaginé ciego a causa de la demasiada lectura y los rayos azules de las pantallas. Y mi principal preocupación era la escritura, me imaginaba diciéndole a mi hermano que luego cómo iba a escribir, necesitaría de alguien que me redactara y eso me quitaría mi privacidad. 

La alternativa sería el audio, grabar mi voz en notas de audio. Bueno -me confortaba- tal vez mejoraría mi dicción. 

No solo eso, tal vez mis poemas serían más fonéticos, musicales pues. Además, siguiendo el mejor consejo para esto de escribir, mi narrativa sería cada vez más sincera si tuviera que grabar lo que quisiera escribir 

porque, ¿hay algo más sincero que un hombre que se habla a solas en la más profunda oscuridad?


Tres: las máculas 

... lo demás no es una mácula indeleble. El dedo y el susurro de la gente. la niña con la varita de sauce restallando en las conciencias de los que se niegan a portarse bien. 


7 de noviembre de 2017

Ausente

Cuando estás ausente, tu figura se dilata hasta el punto de llenar el universo. Pasas al estado fluido, que es el de los fantasmas. Cuando estás presente, tu figura se condensa; alcanzas las concentraciones de los metales más pesados, del iridio, del mercurio. Muero de ese peso, cuando me cae en el corazón. 

M.Y.

31 de octubre de 2017

Simulantes

Claro, no podría ser algo más, es una simulación. Ya lo sospechaba desde que Antonio se empeñaba en que somos una proyección de holograma, en 2D. Entonces eso es, una mala emulación, un mal RPG. Ya decía yo que esto no podría ser más que una nostálgica ilusión de un programador frustrado, porque los programadores son los nuevos constructores de narrativas y eso todavía no lo sabemos de bien a bien, pero es cierto, quiénes más sino ellos saben de la diligencia de construir a un personaje pixel por pixel, emoción por emoción; quienes sino ellos manipulan hasta la mínima unidad binaria, un diseño absoluto y fino. También lo advertía ya Zhuang Zhou cuando se descubrió en un sueño, cuando su sueño lo reveló. Lo desveló. Se descubrió como una mariposa soñando ser un hombre que soñaba.


De noche, cuando el cielo se glitchea,  algo que no sé explicar me remueve el sueño a través de imágenes de una chica posthumana de lo más normal, sorprende lo exacto su cotidianidad. Y dudo que eso sea parte de la simulación, debe ser otro bug; porque esa chica posthumana tiene la libertad de estar conmigo y leerme el horóscopo o de desearme que me vaya bien en el trabajo como si preocupara que no; se sienta al lado de mí en el autobús y me ve dormitar sin que me diga nada, consume café y desecha el vaso, sorprende la exactitud de su medianidad humana, sorprende que se asemeje tanto a la mía.


Cuánta numerología computacional y cuánto tiempo invertido en esto, en hacer a un hombre que sueña una voz en fade out.

21 de octubre de 2017

Allegro ma non troppo

Desperté desde las 7, encendí el auto (porque ahora tengo un auto) y escuche en la radio a Bosé por el día anterior. Llego a con Tomomi, evalúa mi japonés, tengo complicaciones pero dice que está bien, me califica como N4 y me parece buena noticia.
Escribo eso hasta aquí. Ahora escribiré un artículo sobre los retornados. 

II
El propósito es que registrare lo que haga hoy porque creo que es mucho y tendré espacios libres. Termine de escribir la entrevista con la doctora pero. O avance sobre los retornados. A las 11 vendrán Ikumi, ella y una traductora que se unirá al equipo de investigación. 


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Hablamos sobre el trabajo etnográfico . La traductora es Daniela. Hoy nos dimos cuenta que hablamos muy poco entre profesores,Daniela nos platica su historia y es una chica muy interesante. Me alegra que se confirme más el equipo de investigación espero crezca o que hagamos el mejor trabajo los 4. Espero aportar lo mejor de mí y ser útil. Le pido una fotografía a la Dra. Para el periódico. Es un poco vanidosa, está bien. 

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Espero a Kassandra, se supone que estudiaremos para el examen de mañana     Es la 1:39. A las 3 hay junta en lja, una capacitación para saber sobre el colegiado ciudadano de anticorrupción. Y a las 4 tengo 

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Estoy de nuevo en mi coche. Lo estacione al lado de la escuela primo Verdad. No tuve tiempo de estudiar bien con Kass. Apenas nos vimos un rato. Estuve más tiempo en las computadoras de la biblioteca. No pude escribir los cambios que quería para mí cuento (esta semana he estado yendo a un encuentro de narradores, me señalaron cambios. No me di tiempo de cambiar mucho como quisiera). 

Imprimí y fui a la junta en LJA, de verdad era muy interesante, no lo esperaba así. Pero tuve que irme a las 4 (solo estuve una hora) para el encuentro. Hubo pizza del Moloko.  
Me senté al lado de Claudia, es una señora muy divertida, le iba a preguntar qué tal estuvo Bosé. 

Al concluir el encuentro de narradores, Orfa fue muy drástica con Carlos por haber llegado tarde, le negó su última lectura y su publicación "no puedes llegar  como el muy vergas, leer tu texto y largarte". Yo al lado de ella y Carlos al otro. Yo llegué tarde a todos los cursos, siempre me fui temprano por el trabajo. Falte un día. Al parecer solo le molesto que fuera Carlos. Sentía culpa y remordimiento de que no se le publicara y a mí sí. Al final sí leyó, espero también se le publique. 
[las primeras palabras que se dirigen realmente a mí, le digo que no]

Ni me gusta el cuento que se me publicó. Francamente es una mierda, además casi no es mío, pero es una mierda por la mayor parte mía. 

Aquí justo aquí intente léelo, es demasiado egoísta el personaje. No quisiera que nadie lo leyera. Y no voy a empezar, pero no quisiera que nadie me leyera. Es una mierda. 

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Llegué a casa y dormí de inmediato, pero solo doshoras. Puse una alarma. Ahora son las 2:51 am. 

Volví a mudarme. Por cierto. Cuando desperté estaba oscuro. Me gusta mucho mi soledad. Me siento alegre, pero no mucho. Sé que podría ser más alegre o más feliz. Hay algo sobre estas cosas de la distancia de lo que quería escribir pero lo olvidé. 

Estudié para el examen de mañana.Aprendí  cerca de 30 kanjis básicos. Creo que me irá bien. 

Quiero pescar rápido el sueño. Releo todo lo escrito. En la mañana, la canción que escuche también decía algo sobre la distancia, ya casi no me acuerdo. 

Era una canción que decía... ya casi no me acuerdo. Le preguntaría 



15 de octubre de 2017

Jet lag

El chico fue a la universidad desde la tarde, pero se quedó dormido y soñó que una chica cyber punk le decía que lo quería, pero el joven le contestaba que él no. Entonces la chica le jaqueó el cerebro con un  virus para que la amara. Así:


-No quieres ni saber lo que pasará -le dijo. Se acercaba a el, con sus manos azules eléctricas a la altura del ombligo
-No quiero saber


Luego la chica disparó desde su índice un delgadísimo rayo neón, rosa neón, que le perforó el cuello. Largo y agudo alarido resonó en la cabina. Entre espasmos, el joven cayó caía al suelo con un dolor ascendente.


Al despertar, casi igual como padecer el jetlag, el joven decía amar.


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12 de septiembre de 2017

Por qué no te conozco aún, Mónica



Desde hace tiempo quise escribir algo que dejé para después y que luego de después lo olvidé.

Y es que todavía no te conozco, Mónica, porque aún no creo ser la mejor versión de mí y así no quisiera conocerte. Ya sabrás, no tengo la ropa limpia y hay telarañas en la casa. No sé si al menos te llamarás como te llamo o si querrás saber qué pensaba y qué hacía cuando todavía no te conocía. no sé si ya has nacido o si tienes ya alguna muela, si has dibujado alguna vez un bebeleche o si te ha tocado alguna vez contar hasta veintitrés (hasta dónde sabrás contar ahora?) para luego buscar a tus amigos.

Quisiera platicarte de lo que en esta fecha me sucede, sobre estos días en los que ando. Ay, yo sé de lo absurdo que es esta práctica de jugar con el tiempo y la memoria a través de la melancolía hechiza, pero luego (o después) no sabré si lo dije o lo olvidé.

Quiero platicarte, Mónica, que por no sé qué triquiñuela que le he de haber jugado a algún dios tonto, creo que las cosas me están yendo bien ahora, que tengo un poco de su gracia, pues. Soy becario de una investigadora con una cabeza enorme y me becará para estudiar en la UTSA, y mientras me decía la noticia, así como te lo digo, yo solo pensaba en qué dios tan descuidado me ha de haber creído lo que hago para compensarme con estas cosas. Seguro me han de haber creído buena persona porque me cepillo los dientes todas las noches o porque al salir del trabajo siempre me despido del velador y le deseo que la noche se le haga ligera y no lo despierten los ruidos extraños de la bodega. Pero también, Mónica, sé que algún día querrán hacer un reajuste de cuentas con las cosas malas que he hecho y ahí no voy a saber dónde esconderme. 

En fin, tú ya sabrás o sabes cómo me fue  o irá en la rendición de cuentas. Por cierto, ¿qué estás haciendo ahora? Me refiero a tu presente de mi futuro, no a mi presente de tu pasado. ¿Soy buen padre contigo? O las cosas se salieron de control. Dime, ¿tengo que esconderte los cigarros? ¿Fumo? ¿Llegas temprano a casa? ¿Te grito colérico cosas como ahora sí me vas a escuchar, muchachita? -qué horror, regáñame si digo cosas de viejos aburridos-. Espero nos seamos pacientes, tú sabes cómo soy. 

Creo que eso es todo por el momento. Es tarde y el sueño me hace pesada la cabeza. Creerás? Si no la detengo con mucha fuerza, se me caerá al piso de lo pesada que se está haciendo! 

Cuídate, Mónica, y por favor sé feliz. 

6 de septiembre de 2017

Dime dónde vas, dime dónde vas!




Dime dónde vas,
dime dónde vas,
al caer el sol
por la puerta de atrás.
No hay nada que hacer
y ya pasó el calor.
Y al final de la Rambla
me encontré con la Negra Flor.
La estuve buscando
pero no la encontré,
y su amiga me dijo:
está tomando café.
En el bar el camarero
me dijo: no sé,
búscala en la playa
y en la playa busqué.
Y la vi de lejos
caminar por la arena,
los zapatos en la mano
y en la cara una pena.
Y una lágrima suya,
como dijo Peret,
en la arena cayó.
Y al final de la Rambla
me encontré con la Negra Flor.

30 de agosto de 2017

Apuntes

VI

estoy tumbado en la alfombra: un hombro al suelo, el otro erguido hacia el frente, como descompuesto. Estoy mirando hacia la ventana. La luz muere en diagonal pues la tarde se sienta afuera de mi ventana. Atha-ilá entra y me mira. Me rodea. Me olisquea el pantalón. No le quiero hacer mucho caso.

Veo la ventana, veo la luz, veo a Atha-ilá, pero del otro lado de mi pensamiento se proyecta la imagen de una mujer que se ríe sin muchas ganas.

Van sucediendo los minutos, de un lado a otro y de arriba a abajo. entre tanto, pienso ahora en otra cosa: El árbol de mi cuarto se desnudó y se dobló para morir con el mismo color dorado de la tarde. No es que eso me haya entristecido, para nada, pero me ha hecho tumbarme a la alfombra a ver la ventana. Atha-ilá sabe que esto es cómodo por eso se tira junto conmigo, se mete por debajo de mi brazo para que la estreche; no puedo despreciarle ese gesto porque la calidez de su pelaje también me reconforta.

-Eres linda, Atha, eres muy linda -le digo mientras la acaricio

23 de agosto de 2017

Lleno de ti

Tu nombre

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. 
Trato de escribir que te amo. 
Trato de decir a oscuras todo esto. 
No quiero que nadie se entere, 
que nadie me mire a las tres de la mañana 
paseando de un lado a otro de la estancia, 
loco, lleno de ti, enamorado. 
Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. 
Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, 
lo grita mi corazón amordazado. 
Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, 
lo digo incansablemente, 
y estoy seguro que habrá de amanecer.

JS

7 de agosto de 2017

Sobre los días


*Aquí va todo el texto que escribí y que luego borré*


Tengo muchos más recuerdos de ella que sí existieron. De todo tipo. Ya no me siento cómo cargar con eso. Ah~ *suspiro 


El silencio desciende ampliamente por mi cuarto, es algo que yo y la hondura de mis pensamientos habrán de saber tratar. Todo tiene que ser experimentado ¡y qué fuerte! A diario me vuelvo del revés y vacío mis vísceras en lo que escribo para concluir que nada ha sido aprendido y que lo lamento tanto.  

Ah~ No me hace más feliz aceptar que me he equivocado, pero sí me siento mejor. 

Estas son las máximas de la temporada: 

* no me dejaré llevar más por el deseo * no desperdiciaré el tiempo de las personas cercanas a mí * si quiero probar algo, será con acciones * no pediré más oportunidades a las personas que les he fallado * no olvidaré que todo el tiempo estoy expuesto a cambios (padecerlos y provocarlos) * que no debo ser egoísta * que debo aprender a cocinar con especias, otro error como el de esta semana podría matarme

lo último por supuesto que es una broma (a medias), pero sólo para agregar la última de que no olvide que la escritura de todos estos largos años que he practicado ha sido mera catarsis (de la mala, de la bloguera) y que soy menos dramático de lo que escribo, así pues: no ser dramático

no me resulta fácil, es algo de todos los días. Demonios, era un poco de miedo a la felicidad 

23 de julio de 2017

Azul agua

La dicha caería sobre nuestros cuerpos con su color azul agua, azul lluvia, nosotros la recibiríamos con la mano tendida y luego seguiríamos juntos.


En fin, no se dio. Ahora braceo. El agua de la Autónoma siempre procura ser limpia, me relaja, yo también me siento limpio. Me gusta nadar con lluvia porque cuando nado de dorso miro y siento como todo el cielo cae gris sobre mi. El ruido: ensordecedor, luego se silencia cabeza abajo, oído al agua.

Como no solamente nado, sino que reflexiono que nado, escribo que cuando nado voy pensando las cosas que cargo con más peso: a veces parece que voy en contra de lo que prospera hacia la felicidad (braceo, tomo una bocanada de aire y la suministro en los pulmones) porque, ¿qué me hace feliz? yo sé qué me hace creer ser feliz y qué no, qué cosas procuro y qué no (suministro el aire, lo retengo y poco a poco lo libero por la nariz haciendo burbujas que siento correr por el pecho) tener una pareja y platicar y compartir no es lo que me va a ser feliz, ni perdonarme las cosas que he hecho, ni ser mejor persona, sea lo que signifique eso, esto es por descarte y todo eso sólo me ayuda a hacer más llevaderos los días, pero felicidad es sólo lo que recuerdo y no lo que siento y así será pues (a veces, por ir pensando, chocó con los límites de la alberca o la manoteo cuando menos).

¿Listo? Sí, listo. Otros docientos flecha con aleta, da uno, dos, tres brazos y respira, luego uno dos tres brazos y respira de este otro lado.

No sé respirar por el lado izquierdo. Me entra el agua por la nariz y por la boca, respiro cloro que luego toso. A veces hago lo que se me da la gana e ignoro al instructor, en vez de aprender a hacerlo bien. Es que me cuesta trabajo y yo no vengo aquí a disciplinarme, sino a nadar como me gusta y aprender a nadar mejor como me gusta. Doy uno dos tres cuatro brazos y respiro derecha, luego uno dos tres cuatro y respiro derecha. Como nunca he tenido buenos pulmones y además tuve principios de asma varias veces durante mucho tiempo, se termina mi respiración muy pronto; entonces es mala idea postergar la respiración hasta el cuarto braceo porque me agito rápido. Uno dos tres cuatro, me detengo, saco la cabeza y jalo todo el aire que pueda, como si lo quisiera todo sólo para mí.Sobrevivo al ahogamiento por agua, por necedad. Eso es lo que pasa, que me ahogo por necedad, por no aprender a hacer espacios breves y respirar despacio, tranquilo.

-...entonces sigo nadado junto con ella porque tenemos que llegar a un archipiélago donde hay una enorme enormísima flor de colores extraños, se ve a la distancia, es colosal; le digo que ya casi, que lo sé porque el agua se torna más cálida y más azul; veo o vemos más gente que va a donde mismo, me emociono. Entonces me doy cuenta que ella ya no está, y ni siquiera sé desde cuando. Y ya, despierto.
- ¿A ella también le gusta nadar?
- No, sólo a mí. Ella no era de estar en el agua. 
-ella era de tierra, pues. 

Podrías convertirte el algo que vuele y no se arrastre. En algo con plumaje y no de escamas. En algo que cante como el tañido hermoso de una flauta y no como el mugido de un ser castigado bajo el sol. Yo pensaría que eligieras ser una criatura perfecta, que es sigilosa al cazar y que murmura complaciente desde su garganta. Que mide los pasos, y calcula los saltos aunque a veces falle. Si me lo preguntas, yo sí elegiría ser una criatura de mar, no sé si hay más agua que cielo en el mundo, pero me sentiría más libre. Si me preguntas, preferiría el eco ultramarino aunque extrañaría los silbidos del viento y esos ruidos extraños que a veces hace la noche. 

El agua hace sonidos cuando cae, cuando salpica. El sonido de la lluvia es agua que se quiebra, por ejemplo. A veces sueño con agua, con ríos, pero no escucho su sonido. Corre por mis manos, entre mis dedos, pero no escucho su sonido. Sueño con Agua, sueño azul, azul sueño. Azul algo, siempre el azul es algo. Sentimientos azules. Sueño con el ruido del azul, escucho correr mis manos por el sueño, toco mis sentimientos. Siento la calidez del sueño cuando cruza entre mis dedos y recuerdo lo tibio de mi sueño acurrucarse en mi oído, en mis manos tendidas. 








18 de julio de 2017

Perfume nuevo

Todas las noches, Negra y yo pasamos por un bar mequetrefe y poco atractivo que tiene mucha asistencia de la underground. La popularidad consiste en que sacrifican el aseo y las instalaciones por cerveza barata y Área de fumadores en casi todo el lugar. Dato menor: Prohiben el tabaco y promueven la marihuana. Clandestino, sí, pero con responsabilidad: son muy rigurosos en la entrada a menores y te asisten si estás en malas condiciones. Esas sí son hermandades. Como una broma sincera, Negra y yo caminamos despacio delante del establecimiento e inhalamos hondo, nos decimos "ojalá que hoy estén fumando mois, ¿no? ¿nada? mmm..." luego nos reímos de que el tiempo ya nos está dejando lejecitos de nuestros buenos años, esos en los que nos castigábamos el cuerpo a cambio de una noche interesante que ahora no sé bien cómo platicar, pero que siempre se justifica diciendo que me divertí mucho y que puedo asegurar completamente que creí ser feliz, sin importar si es cierto. Ay veces que el aroma de la marihuana es muy fuerte, pero no me molesta, lo contrario, ese incómodo aroma me recuerda a Olinca; ella siempre es un perfume nuevo. 

Ya bastante me he entretenido al escribir que ella no avisó que iba a llegar a estar conmigo, ella no pidió permiso para acostarse conmigo para nada más dormir, ella no preguntó si podía dejar sus toallas sanitarias en mi baño y sus suéteres en mi clóset; no le importó si leía otra cosa y me dejó sus libros para que los leyera, le valió madres que fuera reservado y me sacó a la calle de noche, ni siquiera supo qué pensaba de mi ciudad y de todos modos la destruyó e impuso la suya. Ya bastante he escrito que ella constituyó una ciudad entera sin nombre ni geografía, pero enarbolada, acuífera y profundamente nebulosa. Cuando me marca, se disculpa de que pase tanto tiempo sin hablarnos, le digo que está bien, porque siempre nos buscamos para darnos malas noticias. Como sea está bien. Cada día que pasa creo que la aprecio más y más valoro que la haya conocido. La Olinca, la mujer nube, la mujer agua, la mujer montaña. Un recuerdo más: es el mismo escenario de siempre, la noche bufaba su peligrosidad -una ciudad que de noche se persignaba con sangre de sicarios y de malos dílers-, esa misma noche destrozaron el cuerpo de dos universitarios y los dejaron delante de sus casas como un gesto de conmiseración "ya no los busquen, están aquí y ya no nos deben nada"; esa noche llegamos a su casa luego de intoxicarnos en un bar de pésima categoría, tan así que bien se ganó el sobrenombre de El Submarrano Amarillo, yo estaba en mejores condiciones que Olinca pero en peores que Mala. Recuerdo que algo discutíamos Oli y yo y en esas nos fuimos durmiendo, desperté respirando de su axila: sudor y cenizas. Desagradable. Me tiré a otro lado del suelo a terminar un sueño en el que una mujer me perseguía con euforia y yo la rehuía haciendo parkour por las calles.

Ayer pude correr cerca de 10 minutos sin cansarme. La distancia exacta es: de mi casa al centro. Luego de atender las cosas que tenía que hacer ahí, me envalentoné y me dije que si muy hombrecito, a ver si lo hacía de nuevo. Casi: lo terminé en dos tandas, pero casi no me paré. Llegué a bañarme y mi ropa estaba realmente sudada. Se debe a la natación, pensé de rato, cuando iba caminando al trabajo. Me enseñé a respirar y a exigirle un poquito más al cuerpo cuando lo estoy castigando. Casi siempre, en los últimos 100 mts de nadar, K y yo competimos, y aunque ella tiene mejor condición, le gano. La última vez estuvo muy cerca de mí casi todo el trayecto, zambullía la cabeza y veía su braceo a la altura de mi rodilla. Un día de estos me alcanzará al menor descuido, al primer calambre, en una mala respiración. 

9 de julio de 2017


Gracias a tus manos doy
Por haberme aguantado
Tuve que quemarme
Pa'llegar hasta tu lado

rené maltête

2 de julio de 2017

De árboles y semillas que se secan

Ser Yamazaki-san no es cosa fácil. Tengo muchos pendientes con mi identidad de Yama: ir al IEA a preguntar sobre las revalidaciones, informarme sobre cómo apostillar documentos japoneses y algunas otras cosillas. Es divertido, tengo poderío nipón del ficticio (soy un godzilla), entro a instituciones como a la embajada, al Tec, a la UVM, a Relaciones Exteriores y siempre los agarro mal parados porque no saben de bien a bien cuál es el protocolo para que un extranjero estudie una maestría en la ciudad. ¿por qué alguien como Yama quisiera estudiar aquí? Tengo (es decir, tiene) un par de razones. A veces, Yamazaki-san llega cansado a casa, prende el televisor para que haga ruido y se echa a su cama con ropa ligera para leer un poco; trepa la noche y se descubre sin planes para divertirse. Lo reflexiona: ¿qué hará esta noche Yama?

Hacer amigos. ¿Por qué, si nos respetamos aunque no nos entendemos y, de hecho, nos somos interesantes mutuamente, por qué no nos hemos integrado más aguascalentenses y japoneses? Ikumi dice algo que es de lo más esencial para entender por qué: ¿y dónde? ¿cómo? ¿cuáles son los espacios para relacionarnos?. No puede ser en la calle, no puede ser en el trabajo. Y peor aún, hay un dato sombrío y triste: ni siquiera los japoneses son amigos de otros japoneses, las empresas temen al espionaje empresarial (cosa seria que casi cualquier empleado de aquí solo lo imagina en las series), los directivos de las empresas les impiden amistar mucho menos con otros japoneses. Entonces, el empleado nipón tiene pocas opciones: puede relacionarse sólo con empleados de su misma empresa (lo cual es lo que más sucede) y relacionarse muy poco porque, aunque la relación pretenda ser afectiva, pocos son los que hablan japonés o inglés o español, según sea; o también puede intentar amistar con vecinos, compañeros de algún club o con algún desconocido que en la calle los detienen para querer practicar su nivel de japonés, pero sucede el gran detalle: siempre queda la incertidumbre de si es posible confiar. Desconocidos, a fin de cuentas. 

De árboles y semillas que se secan. Mientras una mujer ve caer los pétalos de las jacarandas e, imaginativa, observa a una persona asiática dividirse entre sus orígenes y la ciudad donde vive, un hombre toma de la mano a un niño también asiático para cruzar una calle. Es la primera vez que lo hace luego de ya casi 3 años de convivir con él. La relación siempre había sido un tanto formal y distanciada, el hombre instruía al niño sobre como conjugar en español: yo, tú, él o ella. Son los últimos días de estar con él, por eso a la madre del niño ya no le importan las clases de español y da permiso para que el hombre y el niño puedan caminar dentro del residencial. El niño juega a arrojar piedras a un lago cercano al lugar y el hombre lo ve, piensa en que la infancia es un estado universal y que cualquier lago, piedra y niño de cualquier lugar en el mundo tendrán la misma interacción. Como suele hacer el hombre, practica las despedidas con tiempo para que no lo tomen desprevenido. El niño le platica de las cosas que hará en Tokyo, lo intuye un poco: la multitud le hará perder un poco de su identidad, se disolverá. El hombre le comenta que verá más los cerezos porque ahora estará en Japón en todas las estaciones y no sólo en primavera o verano. El niño asiente, además agrega un dato: aquí los cerezos no florecen, su familia intentó cultivar semillas pero murieron; a decir de sus papás, los botones de los cerezos necesitan de un frío extremo antes de entrar al calor para poder abrir flores. EL hombre lo recordará. Ahora el hombre está sentado frente a su escritorio, escribe lo poco que siente de despedirse de un amigo así como el niño. Mientras lo hace, mira a su pequeño árbol que deja junto a la ventana, está más amarillo de lo común, sus hojas caen secas, moribundas. 


ort

19 de junio de 2017

Con toda palabra



Me acerco al fuego que todo lo quema.
La luz de tu cara... La luz de tu cuerpo...

6 de junio de 2017

De idas, vueltas y desapariciones

Algún día te podré llamar... Morena se fue hace un mes o poco más y, lo peor de todo, es que no estoy entendiendo lo que significa que se haya ido. Es triste, a veces pasaban meses sin verla y apenas nos bastaba chatearnos algunas cosas o marcarnos escasos minutos para actualizar nuestros temas, lo de siempre: yo haciendo como que tengo algo dramático qué decirle y ella y la vida le van sobre ruedas, como mochila de niño de primaria, cargadita, pero en marcha. Morena se fue hace un mes o poco más y yo, ocupado, ya saben: con cada vez más cucharaditas de café en la taza y cada vez menos tiempo de leer o de escribir algo que no sea sobre las bestias políticas que (para qué te haces, Omar) me está gustando, pero Morena se fue, y no me había fijado hasta que lo dijo ella, en un mensajito que raya entre la nostalgia y la broma: Algún día te podré llamar y que coincidan nuestros tiempos? para que hables no sé qué, para que me cuentes... y luego explaya una lista de los temas con los que nos hemos intentado amarrar la atención, que si mi padre ya me perdonó, que como es vivir sólo en un departamento, que si el corazón de mi hermano aún es una granada, que si todavía sigo sin querer tener hijos y que si he podido dejar de pensar, aunque sea sólo un día, en la chica con la que siempre pienso. Morena se fue hace un lustro o quizá hace un minuto, tal vez ni siquiera se fue o fui yo el que se alejó. Y no me había dado cuenta, siempre soy el que habla más y es que con ella me desdoblo no me da pena ser. Morena se fue y ya sé que de todos modos vuelve, de alguna manera u otra nos tendremos que ver. 



Volvió de la nada.
Me envía un saludo y le contesto. Nos preguntamos que cómo estamos y nos decimos que nos da gusto que estemos bien. Somos educados, hasta eso. Dice que quiere arreglar problemas del pasado y que estoy en ellos. Me parece extraño, yo no creía que los tuviéramos. Durante mucho tiempo tuvimos una buena amistad y, para ser sinceros, no estoy muy seguro de por qué se perdió. Al principio, pensé que me pediría algo. Reviso el historial de nuestras conversaciones y solo se trata de que pueda ayudarla en algo. Luego de intentar desperezar nuestra platica de síes y noes, de frases cortas y protocolarias *así como lo dictan las buenas costumbres*, me dice ella que, punto y aparte, que si la puedo ayudar con algo que está haciendo. No quiero pensar mal. La escucharé cuando nos veamos.
Le platico que soñé que quería matarme por haber perdido una revista, pero no es cierto. En el sueño, ella sólo estaba molesta. 

Como el humo. No le contesto, pero lo pienso: desde luego que sí, todos los días, con ella crecí y creo que aún crezco. Sabes, no es broma que soy como un niño, lo digo por lo de estar de un lado a otro cargando con eso de querer y después ya no, de no saber si me muero de frío o si es más bien que tengo demasiado sueño o si ayer por las mañanas tanto miedo y ya es demasiado tarde. Evito pensar qué es lo que sucede, suelo practicar la supresión porque es cómodo y es barato emocionalmente, en serio, tan solo me cuesta torcer la cara y rechinar los dientes y, de ser necesario, abrir YouTube o páginas porno. La verdad es que casi nunca nada de lo que escribo es cierto o todo pasa en las más mínimas porciones, en las más mínimas unidades cuantificables, que perfectamente caben en este espacio. Su desaparición también es chiquita. Cualquiera que la busque la va encontrar porque su desaparición es chiquita, del tamaño de una lágrima, de la mandíbula de una hormiga, de un pixel. Tan chiquita que apenas cabe en el pensamiento de los días.






30 de mayo de 2017

Un río de viento




Desde ayer o antier ya no es una extraña. Kassandra me acompaña a almorzar en el receso, después nos sentamos y platicamos de nuestros días. Ella, una universitaria común; yo, un trabajador regular. Ella pide de mi comida y da un mordida, yo a veces le pido que me regale agua. Entonces pienso -ahora que, por las noches, me platica por internet de su novio y de sus cosas- que desde hace poco ya no es una extraña y que incluso puedo decir que es una amiga. Hace tiempo que no me hago de una amiga, reflexiono, creo que la última ha sido la esposa de mi mejor amigo. Ella me platica de sus cosas de universitaria, recuerdo que la vida antes era más sencilla.

Forjar patria. Hace años -serán cinco o serán cuatro?- Diego se ofendió conmigo luego de platicar sobre salir del país. Él nos compartía que, entre sus experiencias como un trotamundos [por qué trotamundos se escribe en plural si el mundo es uno? no, espera: mundo no es planeta, es cierto] descubrió que los viajeros de países primermundistas no olvidan jamás que algún día volverán a su país para mejorarlo. Le digo que yo no volvería, que en la primera oportunidad huiría de este país y que me olvidaría de lo más posible; él me regaña, me dice que traiciono a la patria que, aunque lo niegue, me ha dado tanto. Diego vive en un país en donde solo hay sol dos veces al año, gana al mes lo que dos diputados estatales ganan en el mismo tiempo; cada año puede hacer homeoffice por dos meses, lo que le permite viajar por donde quiera en el mundo con una vida holgada. Lo digo con sinceridad: me alegra que mi amigo tenga éxito y que le suceda todo esto, ha trabajado por ello; también es verdad que siento un poco de celos, pero se me pasará. Me pregunta que qué he estado haciendo, le digo que nada, que a diario escribo de distintas maneras críticas sobre el gobierno, que ejerzo más el periodismo y que de alguna manera me he convencido que informar a la gente es una manera de generar cambios sociales. Diego volverá a Dinamarca, luego de juntar aún más dinero, regresará este país para abrir un negocio.


Un río de viento. [Las cosas se han vuelto un poco insulsas para el joven, pasan los días a una velocidad aburrida. Nada es y todo está. Piensa en los libros que lee. Cree y concuerda: si hay algo que lo pueda remediar y lo justifique todo, será el amor y sólo eso]. Me sorprende lo poco que dura en mí la idea de la felicidad con una pareja. He dañado a personas por puro dramatismo, porque aún soy muy inmaduro y egoísta, porque pienso que todos los problemas caben en mí y que a la hora de encarar los conflictos más bien lo abandono todo sin considerar a las personas que me acompañan.  Creo que puedo ser feliz con quien sea. Puedo amar a quien sea. Y eso es lo de menos, o poco importa porque lo gratificante es que alguien esté dispuesto a hacer lo mismo. No he tomado en serio a las personas que han decidido compartir su tiempo y sus proyectos de vida conmigo, al menos no lo he demostrado con acciones, siempre es palabrería, siempre ha sido viento. Quiero tomarme en serio eso de amar. Durante tanto tiempo he creído amar a alguien, pero sólo lo he dicho. Amar es todo lo contrario a lo que he hecho, es tal vez lo que ella ha hecho (?). Yo no quiero estar para nadie de esta manera tan hiriente. Hechos son amores. Dejaré de hablar de conatos.


16 de mayo de 2017

Flores

Fleurs

Ho riempito la casa di fiori.
Per non sentirmi
sola,
per difendermi
per liberarmi
da questa assurda stagione
di malcerte emozioni
di segrete paure.


S.O.

27 de abril de 2017

árbol de puntas doradas

Tengo una nueva mascota: un bonsái junípero de puntas doradas. Debo aprender a podarlo y decidir la ruta de su tronco pues, sabrás, hay estilos de bonsái según la inclinación de su tronco: si es vertical o pretende horizontalidad, si ascienden su ramaje o si desciende -ya te imaginarás las analogías que surgen para aplicar a la vida-.

Pretenderé el estilo Moyogoi, busca crecer hacia arriba pero su tronco principal es sinuoso, no se sabe bien la dirección de su desarrollo, solo asciende.


23 de abril de 2017

Refugio

Lo ha pensado una docena de veces y, por más que lo repiensa, cree que sí, que definitivamente lo mejor para él es estar zambullido en el agua. Ni siquiera el mar, ni siquiera nadar. Le basta sentir esa falsa levitación de su cuerpo en el agua, algo que a muchas personas les apabulla, pero que a él le encanta: la sensación de que el agua domina sobre los cuerpos.
Por eso guarda para sí, como un excelentísimo tesoro, dos o tres experiencias que lo fulminan de satisfacción cuando las recuerda, pero que jamás será como lo ya vivido, para nada.
Conoció la satisfacción de nadar demasiado tarde, apenas adulto, cuando se sumergió en un río de nada. El agua era tan pura que que se podían ver los peces bailar a la distancia como lagartijas que montaban al viento. Recuerda que se adentró a ese río y poco a poco olvidó la gravidez de su cuerpo, joven astronauta en una luna húmeda-húmeda.
Lo mejor es estar en el agua, piensa de nuevo, necio a repetir las afirmaciones.
Sin pretender nada, la vida lo apremió con una nueva experiencia tiempo después. Le aconteció que visitó una cueva de agua en donde el líquido era tan puro como tan oscura la cavidad. La ecolocación de los murciélagos al fondo chillaban de vez en vez. Nadar en la profunda oscuridad le resulto gratificante. A veces, en el mejor de sus sueños, replica la sensación de la completa pérdida del peso corporal.
Y es que guarda con gran satisfacción sus recuerdos, los usa cada que puede. Lo recuerda tan bien: sujeto de la mano de una mujer clara, braceó y pataleó a contra corriente de un río hasta llegar al pie de una cascada. Si el agua es un refugio, un hogar, en ese momento lo descubrió.
Nada mejor para él, dice para sí.

21 de marzo de 2017

Desde lo sublime



Las crisis se me pasan luego luego. A penas me descubro tristeando y busco cómo sentirme mejor.

Cosa curiosa, de lo sublime nace también el llanto. Hace poco platicó una chica que un fin de semana, sin tener aún algún plan, se arregló por si alguien la invitaba a salir. Sacó un vestido del clóset que hace tiempo no usaba y deseaba volver a verse con él -ella recordaba que su silueta esbelta y curva lucía más con ese vestido-.

Mientras se bañaba, escuchó que su celular sonó y dejó la ducha pendiente para salir a contestar, pero no era nada: el celular callado, el agua de la ducha cayendo. Por si fuera a suceder, entró con el celular al baño y lo dejó a la mano; si alguien llamara, contestaría enseguida.

Luego de esto, mientras se colocaba el vestido, notó que, aún sin ponérselo por completo, ya no se veía muy bien con él y con pesadumbre aceptaba que no era debido al atuendo. El vestido aún era bueno, tan así que lo usaría de cualquier modo, ya no para resaltar su cuerpo, si no para que el vestido atrajera por sí mismo.

Ajustado, el vestido. Un poco incómoda. Hacía falta subir la cremallera y aunque estiraba sus brazos por detrás de su espalda, no lograba sujetar el cierre para deslizarlo. Intentó un par de maniobras ridículas subir el cierre, pero no resultaba.

Recordó que ese pequeño lío lo solucionaba fácilmente años atrás, cuando vivía con sus padres: bastaba con pedir ayuda a su madre o a su hermana. Se sintió patética, disconforme con su soltería, con su vida independiente; renegó de su cuerpo pero, sobre todo, me comenta, se descubrió sola.

Y es absurdo que estas pequeñas cosas nos entristezcan, pero pasa. Hace poco me sucedió también: fui solo al super y al ver lo pequeña que era mi despensa sentí mi soledad. Así estaba, pues, pensando en mi individualidad, entonces, al salir, la puerta automática no me detectó, como si no existiera, como si no hubiera nadie. Al final, tuve que abrir la puerta con mis manos, se resistía mucho. Salí muy a fuerzas, como si saliera de un vientre en un alumbramiento.

Ahora que lo recuerdo y platico me da una carcajada ligera y sincera.

10 de marzo de 2017

Ahí va, ahí va

15 de octubre 2016


No hay crisis del cuarto de vida, lo ha superado de alguna manera. Se mantiene ocupado en varias cosas: ha conocido a una mujer a la que aún no asimila -hurga su cuerpo, sus días, y no puede creer que sea otra-; trabaja, por fin, en algo que puede proyectarlo o no, pero de ninguna manera lo dejará donde estaba antes- por fin deja de oficiar en estos trabajos que no eran nada, y que eran de todos los días-; se prepara para continuar estudios: lee algunos artículos de Villanueva,  Berkson o Blake; no entiende muy bien a Tomasello porque su inglés no es muy bueno y leerlo exige un doble esfuerzo, pero como quiera ahí va -practica su inglés con amigos japoneses o con su amigo seminarista que viajará de Ohio a Libia. Eso le da un poco de celos: su otro amigo, el programador, viajará de Budapest a Dinamarca; su otro amigo, el diseñador web, irá a Japón. Es un poco de envidia, es un poco enfado consigo mismo, ¿por qué el no está moviéndose, pro qué permanece en esa ciudad que no le gusta tanto?-; el padre del joven lo hizo enfadar, el joven se culpa, nunca supo establecer acuerdos con el señor, lo mejor hubiera sido huir de casa a tiempo -algo que también está preparando: ha comprado algunos muebles y se ha organizado con gente que podrían ser buenos compañeros de piso-; donará un órgano, la familia se queja, pero no cesa su apoyo -hubo una intervención, al final de ella el hermano lo abrazó, la madre se lamentaba aunque no dejaba de pensar que era lo mejor, la cuñada era un satélite en órbita, el joven lloraba como hace más de una década que no lo hacía, ¿el padre?, el padre puede irse mucho hacia los confines de ninguna parte-.
Hay amigos, hay videojuegos. Series, libros, muchos muchos libros (Paco Goldman y una novela que lo exasperan hacen que todos los días se descarne un poco). Está Scorsese, Iñárritu, la familia Coppola. Hay caricaturas (The hall of egress), hay muy poco animé. Hay mucho sol a pesar de que el día dura poco. Las noches son largas e inquietantes. Los sueños son cada vez menos recurrentes. En la mayoría de ellos aparece Nereida -el único nombre que le gusta pronunciar-. Siempre dedica una parte del día para pensar en ella, la rebusca en los libros, en las imágenes, en el polvo, en la hierba.
Ahí va, se repite de noche, cuando los días lo desgastan y a penas cabe en su cuerpo la voluntad de escribir algo que lo haga encontrarse consigo mismo. Ahí va, se dice y teclea, quiere que la escritura le dé el espaldarazo que lo haga insistir en los días: ahí vas, Omar, ahí vas.

24 de febrero de 2017



Juego con una ouija para hallarme con personas en pena, para lucrar con ellas y escribir un nuevo cuento. A ti te encuentro, Ernesto, cavilando en genuflexiones. Eres humo o eres vapor. A ti te llamo:

Me llamo Ernesto, Ernesto Rojo. Cargo con un muerto, que es más grande y más pesado que cargar con una culpa.

Cargo con su presencia, tan oscura como una sombra. Viene sin que la nombre y se queda aquí conmigo haciéndome escalofríos o comiéndose mi sueño de cada noche.

-Déjame estar solo aquí -a veces le pido, y el no es un helado vació de noche que me tulle los codos y las rodillas hasta doblarme.



12 de febrero de 2017

Poema-Xalapa

Encontré un poema que escribí hace tres años cuando estuve en Xalapa. No dejo de aburrir con eso, es de las mejores experiencias que he tenido.

Neblina
Estoy tan en medio de las nubes
que se me está enmoheciendo el corazón,
se musga mi carne y los verdores me encierran
y la neblina nada tiene que ver
porque yo ya había llegado insólito
a los vapores o humos de aquí
hace ya muchos sueños.

9 de febrero de 2017

Raíces del corazón

Quiero pensar que no empiezan así las tragedias; que no hace falta la austeridad para unir a las familias. 

Poco a poco se va perdiendo la providencia: se acaban los buenos negocios, se venden los carros y los inmuebles. ¿Pronto nos pagaremos la frase "todo salió bien"?

Nos abrazamos. Somos un gran árbol de fuertes arterias. 

2 de febrero de 2017

Yo sé que sí

La madre y yo nos despedimos con mucha anticipación, todavía no me voy, pero nos preparamos. Le pregunto por las cosas que podré saquear de la casa y entre risas me dice qué sí y qué no, así: tuerce los labios a un lado y al otro junto con un gruñido, luego suelta un "ya qué" o un "estás loco", según sea.

"Yo sé que los dos nos vamos a extrañar", me dice, mi madre es muy linda, siempre lo ha sido. Yo le contesto que sí, que seguro; le pido que no me extrañe mucho, "Es más, cuando me extrañes haz pozole verde y no tardaré en llegar" le digo como una broma, por supuesto, porque podrá haber melancolía, o tristeza o resentimientos o vergüenza o furia entre nosotros, pero nunca dejamos el humor, nos moriríamos si luego de herirnos no nos hacemos reír. "Te voy a sustituir por un perro", me dice y río, aunque no sé si es cierto.

Miro mi sombra, es mi efigie. Soy Omar, el tercero de tres hijos (ahora el segundo de dos), ya tengo 26 años y aún orino la taza, a veces dejo migajas en la mesa y las cosas que me hago de comer no me gustan mucho; soy el único de los Tiscareño que terminó una carrera pero eso no es orgullo de nadie porque no gano ni siquiera lo mismo que mi hermano, ni tengo un auto, ni una casa propia y parece que voy para ser siempre solo. Y me gusta ser quien soy y me alegro de haber podido obtener todo lo que tengo: libros, palabras (muchas muchas palabras que, aunque tropiezan cuando las uso, no dejan de ser y de dar batalla), amigos y un enorme baúl en donde guardo tanto las cosas que no me gustan como las que sí.

Cómprate un perro, mamá, que no sea ni muy grande ni muy chico y que no sea mucho muy ruidoso cono Venzel. Y platícale todas las cosas del día: Ay, la señora Teresita, mamá de noséquién, o la fulanatal ayer hizo esto; y deja que el animal pare oreja, que incline la cabeza y se pregunté ¿qué estás contando?; y prepárale de comer algo y guárdalo en el refri, déjale una notita que diga "cómeme" y a tu comida ponle "¡no me comas!"; y platícale todos tus sueños, mamá, ésos en donde aparece Edgar con sus eternos 17 años y platícale durante horas de todas estas cosas que esta perra vida nos quiso hacer y no nos hizo nada porque la vida no nos duele.


-Yo sé que los dos nos vamos a extrañar
-Yo sé que sí

20 de enero de 2017

Tragaluz

Tengo sueños en los que estoy frente a Magdalena semirecostado con los ojos cerrados y uno tercero abierto. Entonces mi cuerpo se amaga y no puedo volver de la hipnosis (algo que en verdad nunca ha sucedido, confío plenamente en este proceso que tanto me ha ayudado).
En las imágenes que se proyectan -que proyecto- está la silueta oscura de mi cuerpo, se confunde con enorme bolsa olvidada o con cualquier otra cosa sin utilidad, como las cajas o las maletas en donde mi mamá guardó la ropa de mi hermano durante años.  Además de la descomposición geométrica de mi cuerpo, hay otra silueta que atisba desde la orilla de un muro, solo logro percibir su busto y su cabeza: tiene el cabello mediano y su pelo se ondula como hiedra que asciende; está a trasluz, el sol es poderoso y logra dorar todo el rededor. Sólo esa silueta y yo somos indefinidas.
He creído ahora, en consciencia, que se trata de Eme. Ella es solar y se cortó el cabello así -esos son todos los recursos que tengo para interpretarlo.
A veces -todavía-, cuando estoy con Eme, sin querer traspongo la imagen de Mónica sobre la de ella. (Qué horror de persona soy, Magdalena, ya sé: no debo de juzgarme, está bien, está bien). Me concentro en no exagerar y dejar que las cosas pasen. Soy muy dramático en ocasiones, quizá ni pasa así como lo cuento.


En los mejores días, alcanzo una sobriedad bárbara y logro explicar lo que pienso sin tropiezos. En esos días, al igual que descubrirse en un sueño, llega a mí la idea de la plenitud y no logro perdonármela.
Porque respiro y anhelo y segrego sudor y orino sin espuma y trago a veces sin tener hambre y, al derramar mi sangre -por la nariz o por las encías- todavía se puede decir que mi sangre es limpia. Y no logro tolerarlo. Una mano aparece, como la formación de una nube o vapor, y roza con sus dedos el costado derecho de mi torso, me hace cosquillas y me duele. Me duele mucho reír.
A veces -¡tantas veces!- me imagino aún con el líquido de contraste corriendo por mi cuerpo. Mi silueta frontal y entera, por ser tan oscura, dejan ver todos los espectros de mi interior sin la necesidad de un tomógrafo. Ahora mismo veo la imagen de un TAC abdominal y no logro disociarla con la que alguna vez se obtuvo de mí. ¿De qué sirve, qué es ahora esa imagen que está olvidada entre los archivos de un hospital lujoso?: es una costosa fotografía en blanco y negro de un cesto de basura.

TAC abdominal con contraste







5 de enero de 2017

Ventana sin cortinas

Duermo boca abajo, con la cara hundida en las almohadas. Dice mi hermano que si algún furtivo quisiera matarme, le bastaría un empujoncito en mi nuca con la punta de los dedos para un ahogamiento.

Eso dice mi hermano. ¿o lo digo yo? Siempre he dicho yo que lo dice mi hermano, lo he dicho más que él, si es que lo dijo él alguna vez.

No sé por qué eso de usar con otro nombre lo que me pasa. De esa manera acontecen mejor las cosas, creo.

Por ejemplo Mónica, a ella le gusta dormir desnuda y dejar la ventana abierta. Porque es sensual, porque un regimiento abandonaría la causa, o se autodestruiría con tal de detenerse para atisbar una noche su silueta oscura y dormida; imaginarla quieta, desnuda y sola.

Acá sucede diferente. Durante siglos, mi ineptitud para taladrar el concreto me ha llevado a soluciones bárbaras y precarias al momento de instalar cortinas. Luego de una exhaustiva guerra entre hombre y herramienta, me di cuenta que las cortinas ni siquiera son necesarias cuando la ventana da a las azoteas y muros de los vecinos. Ni modo, así es el hacinamiento en estas casas del sur. En el sur vivimos en casas que se amontonan para un abrazo colonial -¿se entendió el chiste?.

Siendo sincero, es cómodo dormir encuerado. Y aunque soy pudoroso, poco a poco me acostumbré a dormir así a un lado de una ventana sin cortinas. Dejé que me espiaran a sus anchas los ladrillos, los tinacos y las lagartijas.

La otra vez me despertó el ruido de una lavadora, así descubrí que las vecinas fincaron su segundo piso e hicieron su cuarto de lavado. Me incliné y me asomé a ver si era cierto que era una lavadora y mis ojos chocaron con una niña que se asomaba a hurtadillas detrás de una barda a no más de 5 metros. La panza se me sumió al espinazo del susto y se me ahogó el grito en la garganta. Demasiado espanto.

Así fue que me empeciné con el taladro y los clavos. No quiero tener a un regimiento fuera de mi ventana buscando al imbécil que se desnuda cerca de una niña. ¡Les bastaría un empujoncito para matarme!

4 de enero de 2017

Bebé poeta

Brenda -esposita de Antonio- y Antonio -esposito de Brenda- se encaran, se anudan los brazos y juegan a quebrarse los pies siguiendo los ritmos de una canción pupular, la la laralá.

Un amigo detiene a su bebé triste -su bebé es poeta, así son las cosas, ni modo, qué hacer: papás felices equal bebés poetas-; es un bebé que nada de muertito sobre los brazos ajenos y no le da por llorar porque los bebés tristes, los que son de verdad tristes, saben que llorar para atraer la atención no es propio de la melancolía, pero sí de la vanidad, algo a lo que rehuyen con espanto los bebés poetas.

Por eso, cuando bebé triste quiere llamar la atención, hace un silencio poderoso para asustar a los padres:

-¿Qué tiene el niño, esposita mía?
-No lo sé, esposito, por qué lo dices
-No le notas que su silencio no es habitual
-Ay, Antonio, qué cosas dices. Olvidas que es un bebé poeta y los bebés poetas no hacen ruido.
-Lo sé, lo sé, esa es nuestra cruz, pero... ¿notaste que los grillos también se callaron?
-Ahora que lo mencionas, sí
-Y que el ronroneo del refrigerador y los pitidos de tus pájaros tampoco se escuchan
-Sí-sí, lo noto ahora
-Y tú Brenda... que no estabas cantando
-Lo estaba haciendo, pero... ahora todo tiene sentido: de pronto dejé de hacerlo y me senté a ver el techo, y no sé, sólo ya no quise hacer nada.
-Entiendo qué es lo que pasa. Entonces, ve por el niño
-¿por qué no vas tú, Antonio? -después se miran y luego de sentirse extraños van juntos a atender al bebé.

Lo que ahí sucede es que bebé poeta tiene algo, y les acontece a los padres que cada que tiene hambre o sed o necesita algún servicio, se aquieta y se deplora sin decir nada hasta crear un aura que se amplía y se detecta cada vez más.

Justo como ahora, en esta fiesta, que esposito Antonio y esposita Brenda se enredan los pies y los brazos y hacen un nudo sincero que se mueve según la música. Al final, esposita siembra besos en la cara de su pareja de baile y sin decirle le recuerda por qué son un par.

II

pendiente...