🚗 _ 🚓🚓

21 de septiembre de 2022

Cautela

Soñé contigo de nuevo. Creerás que soy una loca porque lo hago seguido durante las semanas, aunque no siempre te lo cuento, pero dime: ¿lo sospechas? Cuando exploras mis ojos y los agacho, puedes pensar que es por eso, que te soñé otra vez y que me da pena. 

Yo sé que ya habíamos dicho lo de las distancias y esas cosas, y hasta ahora las hemos mantenemos al filo de nuestra prudencia, pero dime, ¿qué te pasa a ti con la cautela? ¿no sientes que te acuchilla como una lanza precisamente porque no me tocas? ¿te pasa a ti que te miro y que entonces hierves en el aire?


Yo estoy cansada de morir todos los días y repetirme esta excusa de que no hay otra forma de vivir

porque no sería prudente

porque no es lo correcto,

y me quejo con el cuerpo entero de que no hago nada, de que me desbarato sobre el tiempo entre espirales y círculos con la ilusión de que por favor algo pase y determine mi vida, porque yo no tengo el valor de tomar la iniciativa de nada: ni de desesperanzarme de ti, ni de dar el golpazo en la mesa para exigir lo que quiero: 

o quiero que te apartes muy muy lejos de mí

o quiero que te quedes.


Pero no te quedes conmigo entre los sueños nada más. Por ejemplo hoy que te soñé de nuevo, esperé más de ti. Creo que eso es lo que en verdad quiero de ti, aunque no te lo diga: quiero que me apoyes con la seguridad y la confianza que necesito para tomar decisiones; dime que estas maniobras no son mortales, que hay gente que se libra bien de estas situaciones, que han existido miles, de cientos de miles de casos como el nuestro con momentos en donde las parejas por fin se anudan en abrazos sinceros con respiraciones tibias del uno y del otro; pero también con momentos en los que por fin se topan con pared y se revierte el encanto como el consumo de las drogas duras. 


Y es que, mira, esto es así: tienes el mismo deseo y además el mismo miedo que yo, por eso no estamos tan lejos ni tan cerca; no estamos satisfechos con menos de lo que nos otorgamos, pero pedirnos más es una exigencia ingrata de la vanidad y el egocentrismo. Encima de esto, yo no te configuro en mi vida porque ya tengo una que se ha cuajado desde hace años y no me faltan motivos para reestructurarla pero sí la certidumbre que yo, por más que rasco y rasco discreta e inconscientemente sobre ti, no la encuentro y por eso desisto a veces. 


Soñé contigo de nuevo. Realmente da igual si te lo cuento o no. Me muevo de un lado al otro con el murmullo que hace la cautela cuando se le presiona.