Hay ríos tan limpios que dejan entrever a sus peces. Pienso en algunas personas como esos ríos que conocí en Xalapa, Jalcomulco, Xico, o como Xcaret de Cancún. 

No me he quitado esa idea de la cabeza y la verdad no sé por qué pienso en eso cuando la veo. Guardo mi distancia. Me quedo quieto. Sé de sus intenciones y sé de las mías, pero no puedo ni quiero hacer nada. Y me recuerdo entonces a esa película del realismo mágico en donde las personas corren por las paredes y levitan cuando saltan; me recuerdo entonces como esos personajes que se manejan bajo la prudencia y la sensatez; nos imagino como un tigre agazapado y un dragón escondido. 

Por otra parte, tampoco quiero involucrar a personas en mi vida ni puedo andar por ahí deshaciendo nudos a escondidas, frecuentarnos dos tres veces al mes para el entretenimiento del cuerpo mientras se cumple la promesa del compromiso de lo concreto. 

He sido lo más sincero que he podido, creo que como nunca antes. 

En fin. Cualquier cosa que pase en el mundo, me da un poco lo mismo