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29 de diciembre de 2013

Todos los que conformamos mi cuerpo


Hoy la asió y se eclipsó en el abrazo, como una luna superpuesta que obstruía los haces solares.

Nosotros (todos los que conformamos mi cuerpo), mojigatos  envilecidos que lloran a los dolores invisibles, nos abrazamos con saña y nos juramos herirte en el cuello y escapar de ti, de tu encierro, de tus cláusulas escritas en el viento. No lo entenderías, de verdad no lo entenderías: defendimos mi cuerpo con sólo cerrar los ojos.

Hoy la asió y nos rompió la bóveda. Cayeron ensimismadas las fuerzas de Mí, las que se vierten en el silencio, la furia inmutada que un día reventará de consumir tanta paciencia.

Y los otros, todos los que no somos, la abrazaron, como una luna superpuesta que pronto se irá, dejando su estela nocturna sobre un sol ennegrecido y cansado de brillar.

Incluí una imagen que pudiera representar un poco lo que imagino.

Omar Tiscareño

8 de diciembre de 2013

búsqueda

Subió por esta escalinata de arena y me destrozó los pies.

La algarabía del desierto es el viento persiguiendo a la arena, se hacen rutas de ruido, se enredan los últimos gritos de los seres que fueron aplastados por el dedo del sol.

Yo todavía te buscaba, arqueaba mi espalda, torcía mi piernas, las palmas en la arena y la cabeza gacha: Allah, tú eres grande, míranos en esta miseria y llóranos, llóranos mucho y apaga el fuego de estas tierras.

Mis rezos hirieron su capa, araron al cielo y se hizo una llaga por donde más sol se escurrió. Su mirada me ensoñó me hizo dormir, Sahara me cobijó con su abrazo y me devoró de un beso.

omar tiscareño

1 de diciembre de 2013

La noche-herida

Veo en tus ojos
la inmortalidad de una noche,
una noche que se trepa a los huesos
y que nos pone a tiritar con su respiro.

La noche tiene llagas: nosotros.
Nosotros la hacemos sangrar;
nos lame como si fuéramos heridas vivas
y nos rasca cuando ya casi secamos,
para revivirnos, para hacernos sentir con ella.

Estamos entre los rescoldos
de una noche que quiere ser eterna.

Omar Tiscareño

20 de noviembre de 2013

Tres cosas de la semana que inventé

UNO

Liliana me preguntó que si tenía pareja, a la vez me sonreía. Le dije que no, me tomó tiempo contestar.

Y Liliana es bella y simpática, no sé por qué no lo había notado. Ernesto me lo refirió saliendo de clases. Te observa, Aurelio, está atenta a lo que haces, te sigue con unos ojos que te envuelven e intentan tirar de ti hasta lo sorprendente.

Recordé otro nombre, un nombre un poco menos mencionado. Pensándolo bien, Liliana no es tan bella ni tan simpática.

UNO PUNTO CINCO

Gris, pero un gris turbio, aseverado y excesivamente ennegrecido como para ser solamente cielo; se amenazaba con lluvia: el cielo era gris y yo debajo lo contemplaba y me sugestionaba y me hacía sentir tan cielo, tan mínimas agonías y tan desecho en soplos fríos y llanitos.

Por otro lado me cobijaba tu mirada. Ese frío en las costillas que se produce con tus labios ha de ser la misma sensación que padece el mar cuando se arrebata. Quisiera encerrarte en un beso y nombrarte, decir tu nombre, poseer en mi boca el sonido de lo que te refiere. Qué poco es tu nombre para lo que eres. Yo quisiera encerrarte en un beso y nombrarte.

Qué mal cielo no encierra, nos deja abyectos.

Es tan turbio, tan aseverado y tan excesivamente ennegrecido lo que llevo dentro. Quisiera que me encerraras en un beso y que me nombraras, pero quizá —quisiera así querer— pero quizá no quepo en tus labios.

UNO PUNTO SIETE

Y ella tiene esa obsesión estúpida de creerlo posible. Me reinventa en lo desecho y me reconstruye a través de la pedacería.

"Ahora serás un haz de luz que atraviesa una noche irrompible", pero yo no lo quiero. "Ahora serás el agua que emerge de entre  la tierra y que se abre pasos en pequeños caudales hacia mi boca", pero yo no lo quiero. "Ahora escúchame, debe ser así o te condenarás a estar arraigado a los dolores viejos que tan equívoca tu mano siniestra ha sostenido por tanto tiempo" Qué así sea, mujer, óyelo. He bebido de su jugo y sé que entre su carne se esconde el Maná. Ella es del agua y yo nado a través de sus ductos, al salir de ella siento frío, y siento un miedo terrible, un miedo terrible siento de poder dejarla o dejarme si ella.

13 de noviembre de 2013

Ene erre dá


Hola, blog, cómo vas? a veces te me distancias mucho (no-cierto, te escribo taanto y taaanto en los borradores).

ESCRIBO:
(sueño y beso)

He estado pensando mucho en los raudales de tu boca, en esos leves duelos de los labios. Ahora son apenas bofetadas de agua salada. "Apenas" cuando antes lo inundábamos todo y nos ahogábamos en una agonía que no iba a cesar. Y recuerdo inmensamente las mujeres que has sido, recuerdo el sueño viejo.

sueño viejo: dos aves, quizá metálicas, su chasquido de cuando se erguían me recordaba a nuestras bocas en su tenue juego de rozar y mojar; tú y yo, piscis azorado por la garra de un león, y un colmillo que se clava, bajo el agua turbia, sobre un cuero lastimado por el filo de su lengua . Tú y yo bajo los haces del fuego, sobre una ciudad mojada ¿lo recuerdas? éramos tú y yo, viéndonos y viendo la ciudad. 

dos aves, poderosas por su liviandad metálica, las veíamos desde lo lejos, sus envergaduras eclipsaban al sol. Tú y yo, como coronados por la insipidez, las veíamos, reñían entre sí, se punzaban el pecho. Las aves, con su eco férreo, se desplomaron y tú y yo queríamos llorar porque las aves eran tan nuestras, recuerdo que nos abrazamos, y en el abrazo nos picoteamos los cuerpos. Las aves eran tan nuestras y tan nosotros.

dos aves, vencidas por el abrazo que no se supo dar cayeron con el corazón de frente. Una cayó en agua, la otra en tierra. Luego nos miramos: tú tan brisa, yo tan polvo. Recuerdo escucharte llorar.


Tiempo después, no sé en qué páramo difuso de la ensoñación, te encontré recogiendo los vestigios de lo que somos. Estamos hecho para deshacernos, para unirnos en el desplome, para reconocernos de memoria en esa parte de carne que hay frente a los dientes.

Está bien, son pequeños sorbitos de agua. ¿Y qué? así se bebe el té, así se catan los buenos vinos. Uno va por el mundo inhalando en pequeñas porciones las corrientes de aire. Nadie se queja.

16 de octubre de 2013

De nuevo este mes

La ida (a Edgar ERT)

quiero aprender a entender
las cosas que no sé de la vida

descubrir el espacio oculto,
llorar sin tener tristeza.

quiero dejarte ahí
donde se forma el recuerdo
—construido estratégicamente
como tu recámara—
quiero llevarte de la mano
y dejarte así tendido:
calmar la eterna convulsión,
el espasmo y el miedo.

(Llegó con el tiempo acumulado
y le destruyó su cerebro,
su cuerpo dejó de funcionar.)

ort 11


Esta es la décima vez que Edgar se muere y que mi madre lo resucita, aunque sea por un día.

23 de agosto de 2013

Poema para dos



Ojalá vieras tus ojos
cuando me lees,
ojalá yo también los viera.

Qué pena hablarle a tu letra,
preferiría dirigirme a la llanura de tu silencio;

qué pena decirte en un discursito mediático
que me ofende el que me hagas falta,
que me avergüenza faltarte.

Hagamos, letra por letra,
todos los insonoros auxilios
y luego volvamos a hablarnos.

Omar Tiscareño

8 de agosto de 2013

El de afuera


Mónica está fuera de sí, no se encuentra. Yo estoy frente a la puerta de su cuerpo, quiero entrar en ella, seríamos felices si así quisiera: restañaría con los labios sus heridas viejas, desencarnaría desde adentro la mala hierba que ella se deja crecer.

Simplemente no se puede, está cerrado por dentro.

Omar Tiscareño

1 de julio de 2013

El castigo onírico III

Podría platicarte nuevamente todos mis dolores, esta vez la lista sería corta. Poco a poco me ha desinteresado lo que me pasa, tampoco procuro estar mejor, pero me gusta pensar que existe alguna forma en la que yo, al decirte lo que me aflige, pueda sentirme aliviado:

He sucumbido nuevamente a ti, Mónica, es irremediable. El follaje de todo lo que es verídico se marchita con tu ultravoz. Me sedo hasta despertar contigo. Lo demás ya lo sabes, el tiempo lo consumimos platicando que ya debería dejar de soñarte. Nunca me convencerás, o mejor dicho, nunca me convenceré.

Y todas las mañanas es lo mismo, me despierta mi propio llanto. Soy nuevamente herido por el castigo del despertar.

II

Te veo a lo lejos, Mónica, eres tan inalcanzable. Sé que esta es la realidad pues no estás aquí. Sinceramente,   ya no me siento atraído por ti, me he enamorado de lo que hago de ti en mis sueños.

Omar Tiscareño


25 de junio de 2013

soy todo bosque
de arboles enlamados
que crecen con la serenidad de un cedro.

soy todo furia incrustada
en el enjambre de la abeja,
en la picadura de su excitación.

soy el trueno agobiado
que parte las nubes mojadas
para que babeen la ciudad.

soy ahí y allá, pero no en todos lados
sino en cualquier lugar

omar tiscareño

16 de junio de 2013

Un relato alucinante


Bajo los terribles efectos de la maldad


En alguno de los ríos que rodean al Sahara, encontraron el cadáver -violado y  mutilado- de una mujer hermosa, pero eso no importa, lo que en este momento relataré, es lo primordial:

Me encontraba orando secretamente justo en el centro del desierto de Sonora, cuando alguien se acercó a mí y me dijo que a Ernesto le habían perforado los ojos con muchas espinas, "esto sólo puede ser obra de...", pensé. De pronto ya estábamos en el Ganges, Ernesto se lavaba con agua-ceniza las comisuras de sus párpados. Así sin ver, se acercó a mí y me ofreció de un tabaco extraño. Acepté. Nos sentamos y entre bocanadas de humo azul que comenzaban a perturbarme, comenzó a platicar lo sucedido:

No sé cómo sucedió, si todo iba tan bien. Habíamos encontrado fuegos que levitaban, que se arraigaban al viento. Encontramos nubes que deambulaban a la altura de nuestros ojos. Habíamos hallado lo irreal debajo de la sábana de la noche. No sé cómo lo hicimos, pero nos comprendimos. Descubrimos el amor. Inventamos juntos un poema:

Bajo los cuatro azules de la noche,
van nuestras lenguas surcando la cueva de las voces.

Yo soy agua, soy tu lluvia,
en mi cuerpo se desborda el río.
Yo soy piedra, soy dureza,
la medianía de mi cuerpo tiembla.

Somos hilos de suspiros,
corrientes de viento tibio.

Somos plasma que tirita,
el alma trémula incendiada.

Se alza el obelisco y llueve sobre él,
un grito, que es fuego y viento,
es una flecha que se dispara
hacia los cuatro azules de la noche.

Este relato es una metáfora de lo alucinante. Ernesto se drogó más de lo que pudo resistir. me miró deslumbrado por el opio y encontró en mi cuerpo todos los elementos de la tierra: encontró florecillas y tierra roja; aves pequeñas e insectos corroídos por la abyección de su mirada; encontró un nidal y piscis abrazados, hervidos por el viento; encontró humo en mi pubis, después agua seca en sus labios, luego todo lo demás. Matricida, Ernesto, eres un matricida.

Encontraron a Ernesto huyendo del Ganges, ya no se le ha vuelto a ver su madre. Sus dos acompañantes ahora son también testigos: violó y mutiló a su madre bajo los efectos de una droga fuerte, después se enterró en sus ojos los broches que había en el pelo de ella.

Omar Tiscareño


8 de junio de 2013

¡Cuánta exigencia para el acto íntimo!

11 de mayo de 2013

Cadenas para el alma


Eabani despertó confundido y azorado. Poco antes estaba en guerra contra su enemigo Gilgamesh, abrió los ojos al momento de un tajo fulminante. Miró a su alrededor y encontró a Sara, estaba a su lado decaída en un sueño profundo. La tomó por la espalda, sintió su piel negra cerca de él y la besó como si besara a la misma sombra de la noche. La anudó con sus brazos y juró que aún la amaba desaforadamente y que siempre la protegería a ella y sus tierras. Miró su propio cuello: sudaba sangre pero no manchaba, no se lo pudo explicar. Luego de mucho anhelar el cuerpo de Sara, sintió la necesidad de dormir. Cayeron sus párpados y el episodio que dejó inconcluso en su sueño terminó.

Antes de abrir los ojos, Sara sintió que su cuerpo era abrazado. Supo inmediatamente que ese abrazo no era sino de Eabani, tenía la extrañeza de apaciguar las cosas, de tersar la piel con su ultravoz; se entristeció, le pidió que la dejara, que renunciara al sortilegio conjurado tiempo atrás: entregar el alma a lo  más amado. La guerra ya había terminado hace muchos años, la cabeza de Eabani simbolizó el fin de la independencia mesopotámica nunca conseguida.

Sara giró su cuerpo hacia atrás y deshizo la nostalgia besando a su esposo, Gilgamesh.

Omar Tiscareño




2 de mayo de 2013

Buenas noches

No he podido dormir bien. Pienso en el pobre de Gerinaldo, ¿por qué Amaranta es así? Pero también ¿por qué Gerinaldo es así? ¿por qué son así?:

Durante cuatro años él le reiteró su amor, y ella encontró siempre la manera de rechazarlo sin herirlo, porque aunque no conseguía quererlo ya no podía vivir sin él. (Cien años de soledad)

Luego Espejo corona mi insipidez, por qué si lo amaba él no...:

ENCORE
Y, amor mío, nos dimos en la madre. Como éramos dos en vez de uno, hicimos más esfuerzo. (Love Story)

Y yo que no puedo dormir, por qué uno vive así:

MADRUGADA
Rápidas manos frías
Retiran una a una
Las vendas de la sombra
Abro los ojos
                     Todavía
Estoy vivo
                      En el centro
De una herida todavía fresca.
(Salamandra, O.Paz)

28 de abril de 2013

Figuras III y IV y el gozoso infierno/cielo

Figuras III

Tenías el Maná entre tus piernas y se te cayó a mi boca.

Figuras IV

Seguro que cargo en mis labios los fuegos del terrible infierno: me besas

Omar Tiscareño


Y ya que hablamos del infierno, pongamos más sabrosón al averno para que al menos valga la pena vivir nuestra segunda residencia. Agárrate, mujer, ahí te va:

LAS LLAMAS DEL PARAÍSO

Nacemos del pecado,
nuestra medianía segrega
el jugo del fuego y del agua.

Mojamos al cuerpo por dentro,
nos contraemos hasta derramar.

Y dicen que es pecado
pero nunca han sabido
si se siente mal pecar así,

nunca han bebido agua de tu río.

Descubrimos nuestras mascaras
debajo de la piel,
máscaras originales y sinceras
máscaras que no se avergüenzan de ser
la representación del deseo.
Descubrimos la parte trasera
de nuestras máscaras.

Nacemos del pecado
y vivimos de regocijo:

vivamos cuanto pueda vivir
el endurecimiento
de nuestra alma creciente

vivamos hasta que se rompa el grito
vivamos con las uñas y los dientes del otro clavados
vivamos hasta tocar el punto que cosquillea los mares
vivamos hasta querer morirnos de tanta vida

una flor abre su puño
la lluvia cae en chorros y la refresca

los brazos se alargan
se hacen madejas de hilo suave

el rojo pierde su color de fuego
mientras que el agua se evapora

volvamos a perecer
y a regresar al infierno que nos corresponda.

Omar Tiscareño

8 de abril de 2013

Conozco

Nunca me has dicho que te fascina el ruido del mar, pero lo sé, porque a veces te acurrucas en mi estomago y escuchas la turbulencia de un mar encerrado; y ríes, y me hablas del mar tanto hasta salar tu boca.

Nunca me has dicho que el viento es tu amigo invisible, que juntos juegan a mecer los árboles: tú te recargas sosteniéndoles su único pie mientras que el otro tira de sus cabellos. No, nunca me lo has dicho, pero lo sé.

Si el agua arrastra con su paso débil nuestras lenguas y un quejido se inmutó en tu garganta, yo sé que lo guardas para el final en el que saldrá con furia y con pasividad tu esbozo, tan lleno de vida

y lo sé, Mónica, desconozco mucho, pero cada cosa que te conozco la aprecio y la callo porque la disfruto:

pero eso tú ya lo sabes.

31 de marzo de 2013

Figuras II

Tu falda es la bandera que el viento y yo queremos izar.

Omar Tiscareño

25 de marzo de 2013

Del otro lado

Eres una convincente mentira,
una reduplicación imperfecta de la realidad.
Yergo un brazo y tú el otro,
Aunque pareciera que es el mismo.

No estoy sujeto a creerte,
te miro y alzo la frente,
pienso en ti como una falacia,
un insulto de mi cuerpo.

—Un día saldré de este lado,
y te sabrás infame y confundido,
Entenderás, entonces, que has sido tú el reflejo.

(Ya nada es lo que creí.
Soy del otro lado del espejo).

Omar Tiscareño

11 de marzo de 2013

Ya no más

Ese será tu castigo: la sumisión.
Te verás,
una mañana cualquiera,
encerrado en ella.
Anochecerás
también encerrado en ella.

Cesará la pasión
por su hermosa gravedad
y el cielo será cada vez más lejano.

Tienes las alas
pero te limitan el vuelo.

Tienes mirada
pero te dejas sin luz.

(El poeta canta a la piedra,
se hace piedra.
Las piedras son sólo piedras.

El poeta presta atención al silencio,
luego desaparece.
Nadie lo extrañará.)

Tienes dos pies
para caminar en círculos.

Yo desdibujaré
el espiral de tus huellas:
listo, ya no estarán más.

Ahora escribo en mi poesía,
no las cosas que siento,
sino las que pretendo dejar de sentir.
Listo, ya no las sentiré más.

Omar Tiscareño

18 de febrero de 2013

Lenguas

Estaba practicando mi patético francés, luego mi madre se burló de mí haciendo ruidos toscos con la G.

—Má, ¿a ti qué lengua te gusta más?
—La que saborea el mango. 


15 de febrero de 2013

El perro humanizado

I
Érase una vez un perro, uno miserable, uno que concebía lástima, digamos uno que era estúpidamente infantil, pero sin la gracia de la parvedad sino, por lo contrario, con el sufrimiento innecesario de lidiar con hombres inmaduros. Bueno, érase una vez un perro; sigue ahí.

II
Le lamió la suela y ésta (digamos "alguien") le pisó la lengua y le soltó un escalpelo con su desdén.

III
El perro, en su calidad de humanizado, escribe algunas lineas y se le tuercen, se le resbalan del papel por la farsa de sus uñas, luego se intenta rascar las pulgas que le cercenan el pecho por dentro.

IV
Regresa el sinvergüenza a olisquear el rabo de otra miserable que con gusto le alza la cola para que la penetre con su hocico, se olfatean la mierda del culo y sólo así se reconocen.

Omar Tisacerño  -Lo mejor de ti-


10 de febrero de 2013

El castigo onírico II

Estaríamos, pues, en cualquier lugar. Digamos en la Italia, pues nos parece bella, ¿qué te parecen las costas de Palermo? Hablemos de nuestros oficios. Primero era burócrata, ahora soy editor, muy pronto traeré al italiano literatura que nos vio crecer. Tú, al principio ensayista de una revista local, ahora fotógrafa, por fin el grabado de luz. "Voy a retratar todo el cielo", "ahora tus comisuras", "mira qué bella ave, mira al gato que duerme: mece al aire con su suspiro, achica la realidad y se expande en el misticismo mágico", y mira la espuma del agua, siente el raudal de los vientos, la flor que segrega y que brota de entre la tierra, escucha mi voz que te alcanza, da vueltas en tus oídos.

Ahora estamos de frente, Alan Bean reflejado en la fotografía de un casco ingrávido; Narciso invertido en su humedad; yo despertando en un beso:

—Qué lindo tu cuerpo meridional.
—No es siempre el mismo.
—Tus ojos son como clavos.
—Son así porque así los hiciste. Y la gracia y la altura de mi sonrisa y la luz de mis ojos. Me hiciste para tu bien, no soy parte de ti: yo soy tú. Te enamoras de ti.

II

No te reconozco. Si de verdad fueras tú, serías otra. Tendrías el cabello más corto y la mirada lejana. Tu cuerpo me dice que esto es un mal sueño, seguro esta vez dormí sin ganas, discúlpame, he de haberte inventado cansado y sin ganas de dormir: el sol es oblicuo y gris, el viento es común y no percibo la brisa de la playa.

Alan Bean reflejado en el casco (medio cuerpo de Neil Armstrong)


Omar Tiscareño

5 de febrero de 2013

La crisálida muerta

Un buen día
las manos cruzadas,
la luna desgajada,
el frío una estrategia mañosa,
y al siguiente se va y la deja.

Lo de siempre.

Luego ella queda afectada
—al menos tú la comprendes—
camina sigilosa como el equilibrista
y tú que va a traspié persiguiéndola.

Después acontece milagrosamente,
por fin te ha mirado y se enamora de ti,
ahí está la oportunidad de desentrañar
todas las cosas que prometiste:
dos lunas desgajadas,
los veinte dedos trenzados
y los besos que le cobijan hasta el alma.

¿Pero qué te dice?

Te creo, pero no lo siento.

Estamos marcados por los que ya se fueron.
No nacerá la flor alada
para llegar a tus manos
porque murió en promesa de potencia.

Omar Tiscareño

24 de enero de 2013

Llorar a carcajadas

¿A ti te gusta sufrir? ¡Por dios, qué pregunta! ¿A quién le gusta sufrir?

Perdona, perdona, es sólo que los rusos me desconciertan...

Leo las vicisitudes de su literatura y luego me pongo a reflexionar: ¿pues desde hace cuánto están sufriendo?

Bueno, déjame ser más claro, ¿haz leído a Anna Ajmátova? Su poesía es hiriente, ahh cómo sufrió por su hombre y por su hijo, luego se iba a los hospitales a leerles sus poemas a los heridos en guerra (1900-1940, apróx.) y estos se deleitaban escuchándola, pero imagina que te leyeran algo como esto mientras debates la muerte:

EL ULTIMO BRINDIS
Bebo por la casa saqueada
Por mi vida perdida
Por ti y por la soledad
Entre los dos.
Bebo por la pérfida de los labios
Por el frío espectral de los ojos
Por este mundo cruento y burdo
Y porque ningún dios nos podrá ya salvar.

Por qué les fascinaba tanto? Es decir, sí, su poesía es hermosa, pero por qué si es tan triste, por qué los heridos de guerra disfrutaban de ella, por qué no dejo de leerla si me hace mal pues me entristece, supongo que la poesía se mueve en un plano de la estética que muy pocos conocen: es bello porque me gusta y me gusta porque me gusta y tan-tan.

En fin, no te sorprenda que la gente adore la soledad, que alguien luzca siempre triste, que incluso a ti se te salga un poquito la melancolía y te sientas bien, es más, alégrate un poco con esto:

Y aquel corazón regocijado y triste,
ya no responderá a mi voz.
Todo ha terminado... Y mi canto se desliza
En la noche vacía en donde tú ya no estás [en donde no se está].




22 de enero de 2013

El voto de silencio

¿Tú no tienes amigos serios? De esos que sólo contestan lo necesario "sí", "no", "puede ser"...

Yo tengo TRES amigos así, uno se llama Pedro, es un genio para las traducciones latinas. Su nombre viene de "petrus, petri", significa "piedra". ¿No te resulta extraño? A veces he creído que es como una piedra: es tan callado y a veces queda inamovible mirándote.

También tengo una amiga que se llama Nieves, me agrada mucho, es tan silenciosa como la muerte. Además es sumamente fría, cuándo me mira siento que manda mi alma directo al infierno, a ese infierno helado donde no hay calor porque el calor es vida.

Ernesto es sólo Ernesto, su nombre no justifica su seriedad. Estudia historia, conoce los secretos más remotos que hay en la vida, ha leído a los clásicos y cosas todavía más viejas. Yo sé que en algún libro descabalado él leyó el secreto de por qué nació la seriedad, él sabe por qué las piedras sucumbieron ante el ruido, él sabe por qué la nieve entume el cuerpo, ¡¡¡él sabe por qué se inventó el silencio, carajo!!!

pero solamente cuando se sepa solo, revelará el secreto

ort

19 de enero de 2013

Solar

Estamos en un solar, planeamos edificar nuestra nueva descomposición.

Próximamente los libros tendrán nuestra historia, luego la olvidarán.



De otros y otro


I

Míranos, mi bien,
tan lejos y tan burlados;
el nidal se incendia,
la crisálida muere,
las puertas son pozos

y te amo,
¿qué hacer?

Nos miro en la lejanía:
somos sus espejismos,
su efigie redoblada.

Míranos, mi bien,
están volando mientras nosotros
nos arraigamos
a los dolores viejos.

II

Mírame, mi bien,
tan sólo mírame un poco.

ort

18 de enero de 2013

No tengo idea de lo que dices, pero me encanta

Morena me habla de cosas que yo no logro comprender, cosas médicas, químicas, biológicas, palabras que apenas recuerdo. La verdad es que me encontenta oírla.

¿Has escuchado frases que no comprendes? Es curioso, ¿no?, porque luego imaginas cosas cuyo significado llega a ser tan distinto de lo que es en realidad. Yo por ejemplo acabo de leer algo curioso:
Un romboedro está compuesto de paralelepípedos 
¿qué te imaginas tú?  de seguro un algo así como rombo construido por lineas paralelas. Bueno, esa estuvo fácil, qué piensas de esta:
Policarbonato celular de alta retinisencia
 La verdad no tengo ni idea de qué demonios es eso, pero me gusta mucho. Bueno, eso es todo, ya terminaste de leer.

14 de enero de 2013

El castigo onírico I

Me gustaría verte leer en un atardecer, cerca del mar, quizá. Yo estaría preparando el café, escribiría muchas cosas de ti. Tal vez estarías releyendo las escenas de Efraín y María, o algo de Bombal, entonces llorarías con ternura y yo también lo haría, aunque de satisfacción, porque tú serías mi mujer y siempre te procuraría, siempre buscaría nuestra estrella y la amarraría a tu lecho, tú me mirarías a los ojos con esa mirada buenamente desenfadada y sería tan hermoso poder decir que esto no es un sueño, que es la realidad, que ya no voy a despertar jamás.

Omar Tiscareño


De una extensísima serie de Microsuplicios


6 de enero de 2013

mi vida al pie de la página

Yo, la verdad, sí leo como si se me estuviera terminando la vida
y escribo como si así pudiera prolongarla más.