🚗 _ 🚓🚓

20 de marzo de 2015

Sueño

I


Si pudiera, te platicaría qué soñé contigo. Que venía de un lugar (no sé muy bien de dónde) y que me dirigía a otro, que iba por un camino que era más o menos una carretera que atravesaba árboles altos y trémulos, y que era de noche.

De pronto vas a mi lado, al filo de esta carretera, por un camino gastado por las pisadas de otros. Esto no puede ser la ciudad, pienso, tal vez vayamos a un lago que está muy lejos; sabes que desde hace tiempo he querido nadar y por alguna razón, en este sinsentido, hay un lago muy muy lejos de la ciudad y vamos a nadar en la noche. 

Vas a mi lado, no me parece extraño que sea cierto, es tan noche, estamos tan lejos y despreocupados. Tenemos frío, mucho frío, puedo ver en la corteza de tu piel cuánto frío tienes y casi hasta puedo sentirlo. Hace tanto frío y estamos tan separados y poco conversativos.



Me preguntas que si vamos a llegar, te respondo que sí, pero no estoy muy seguro. No tengo muy claro adónde vamos. Sólo sé que vamos a un lugar que está muy muy lejos de aquí, que tal vez vayamos a nadar a pesar de que es muy noche, cosa que es realmente estúpida pues hace tanto frío y es probablemente mi idea, este gusto por nadar se está volviendo una necesidad casi enfermiza y tú vas a mi lado sin saber por qué, tal vez te forcé, no lo sé, sólo vamos caminando con la frialdad de una noche profundamente oscura sin hablarnos mucho.

Si hubiera tenido la voluntad de ficcionar que ahora tengo, en este momento te hubiera recordado otro sueño en el que participamos hace ya mucho tiempo. Te hubiera dicho: recuerdas el sueño que hace mucho tiempo te platiqué en donde subíamos un cerro? tal vez me hubieras dicho que no; no es cierto, me dirías que sí, dirías: creo que sí lo recuerdo, pero platícame de nuevo. Entonces me tomarías el hombro, porque eso es lo que haces cuando tienes frío, y después te narraría con mi torpe oralidad: íbamos en un auto y tú ibas de copiloto, en realidad era una camioneta vieja y desgastada, hacía ese chillido que producen los autos antes de morir. Ibamos también por una carretera, pero no era como esta, tampoco era como este tiempo ni como esta hora, era de día, el sol imponía nuestra mirada en la tierra amarillenta de donde estábamos. No recuerdo adónde íbamos, pero... ¿has visitado el cerro del cubilete? es un cerro alto que culmina con un templo, para llegar, hay que rodear la montaña como en espiral. Yo conducía por un lugar así a una velocidad imprudente. 

Entonces tú notabas que el camino se estrechaba cada vez más, me pides que baje la velocidad, pero yo no quiero, estoy desesperado, tenemos mucho tiempo rodeando este cerro y no culminamos. El camino, que no es asfáltico, sigue reduciéndose, cada vez nos estrecha más y me orilla a la pared del cerro que está un poco inclinada, lo suficiente como para subir la mitad del auto. Bájala la velocidad, mejor la escalamos, dices, pero no me parece buena idea, finjo no escucharte. 

Cada vez me estoy inclinando más al cerro y el camino se está rediciendo a nada; el auto casi está en vertical. Luego de avanzar un poco más, nos volcamos, caemos con el auto. A partir de aquí veo mi sueño como en tercera persona, el auto cae dando vueltas y se destroza; entre esas vueltas, tu cuerpo es expulsado, como si una bestia enorme te embistiera con toda su fuerza, mi cuerpo (digo mi cuerpo porque, me parece, ya había dejado de ser persona) es más bien cornado y en vez de arrojarme con fuerza quedo atrapado en el interior. Veo tu cuerpo, estás destrozada por dentro, quieres alzarte, al apoyar tu pié sueltas un largo alarido, pero aún así logras apoyarte y andar hacia donde estoy yo. -entonces me miras, mi cuerpo está mutilado, como si fuese una figura de plastilina que alguien deshizo; ya no recuerdo bien de mi rostro, pero sólo hasta verme en la mancha de los ojos, desperté.

Tú harías una expresión de insipidez y disgusto, pero humorada; a mí me reconfortaría que reaccionaras así, que incluso bromearas. esa reacción me ayudaría a perder la hiel que se me juntaría en los labios si te hubiera platicado otra vez ese sueño. Si hubiera tenido la voluntad de ficcionar que ahora tengo, 

Pero no, el sueño siguió un flujo natural del inconsciente, seguíamos caminando por esa carretera, con el frío entre el hueso y la carne. Yo seguía pensando en el destino: tu no permites que yo pueda disponer de tu persona a mi voluntad y, de hecho, jamás en mi vida te he forzado a hacer algo que no quieras, por qué estás caminando a mi lado en este momento, por qué permitiste ser parte de esta estupidez, nadar en un lago lejano de noche y con este frío. 

Entonces te pregunto que si no te importará que haga este frío, dices que no, que te dará igual. Yo te aclaro que incluso es peligroso nadar con el agua tan fría, dices que no te importa. Entonces todo se anula, todo pierde validez. Por qué pretendes engañarme diciendo que no te importará nadar con el agua fría, está mentira es excesiva, tú no sabes nadar y además rehuyes la profundidad del agua; el sueño se rompe.


Ya no recuerdo las impresiones después de esas palabras. Simplemente desperté.  Sentí muchas ganas de contarte.


II

Soñé que caminábamos por las orillas de una carretera, de noche. Era muy lejos de la ciudad. No tenía muy claro adónde nos dirigíamos, tenía la sensación de que ibamos a nadar. Se está haciendo un sueño recurrente. Entonces me comenzó a extrañar que quisieras acompañarme, dijiste que no te importaba el frío que hacía, que nadarías. Me di cuenta que eso no podría ser cierto (ni todo lo demás) y desperté.

Ya despierto, pensé en otro sueño que tuve. Te he platicado de él, la única vez que me he soñado muerto y tú estabas ahí.