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6 de mayo de 2019

No ocultaré que se trata de mí

Que aún es nula tu aportación. Que has explorado mucho y aún no has encontrado ni tu propia voz ni tu propio estilo, y que solo has ahondado en la introspección con una presunta sinceridad cruel que a veces temes compartir -la vergüenza mata al arte, pero eres un impúdico sin talento.

Que no has comprendido el tema de la locura, que no describes bien la culpa; y dices “no puedo escribir de otra manera más que siendo yo y siendo honesto”. Y te repites con una abulia más bien soporífera antes que hipnótica.

Lo piensas como un manifiesto personal: la próxima vez que escribas, procura no ocultar que se trata de ti y dilo así, solo así:

Uno: de provocarse el llanto

Pensé en mi pareja como en la novela de Goldman: una lengua húmeda y salada la envolvía con violencia, que la engullía para después regurgitarla sin vida. Y me pregunto “por qué tengo que pensar en eso? Por qué a veces hago de la felicidad un ápice que me incomoda”. Es porque a diario lidio con mi imaginación, a veces me resulto incluso simpático y a veces tormentoso, como cuando ocurre la auto inmolación. Adoro verla en mis fotos, ¿por qué tengo que pensar en esto?

Dos: el ajuste de cuentas

Digo que es un sueño porque me da vergüenza admitir que lo imaginé a conciencia: estamos mi familia y yo en el auto, vamos a unos ciento veinte o ciento treinta; morimos todos. Ella lo lee en las noticias y aunque no le da gracia, se siente satisfecha con la vida, lo agradece.

Tres:

Mañana iré a correr. Me afeitaré la barba. Lavaré el auto. Haré tareas. Saldré a un concierto. Planificaré clases para los días siguientes. Eso, más lo que resulte.