🚗 _ 🚓🚓

10 de febrero de 2020

Apuntes XIV (Pelaje)

I
El cabello de Ilá se ha triplicado solo esta semana. Es de sorprender que no pierda ni un solo cabello. Me he propuesto identificar si hay al menos uno por aquí o por allá: observo en la ducha, sacudo su moqueta, escudriño entre su ropa. Ni un solo hilo. Ni corto ni chico.

Ahora, cuando Ilá corre, deja una hermosa estela. Desde su pelaje nace el sol, eso ya se lo he mencionado. Cuando corre, parece una pincelada castaña que no cesa. Entonces llega a mí, me derriba con su fuerza; le he repetido en varias ocasiones que se detenga un poco, porque siempre se abalanza y al caer rodamos: "¿Y tú qué piensas? ¿que mis huesos son igual de duros que los tuyos? ¿que aunque ñangos, siempre rendirán lo que me rinden ahora?".

Ilá se estrella conmigo y caemos. En la rotación, su cabello nos enrosca como espagueti en el tridente. Vuelta tras vuelta hasta hacer un forro gordo, un churro grueso de hilos y de hilos y de hilos que nacen de su pelaje. Me constriñe. Siento mi aliento perderse en el suyo.

Eres cálida, Ilá, como un buen recuerdo.

II
Hace dos meses que no veo a Ilá. La nombro desde la sala. La chito bajo la cama. La silbo desde el patio de atrás.

Cuando me dispongo a tomar el sueño, percibo una voz distante que repite mi nombre. No estoy seguro si es Ilá o si es el viento, pero ha sucedido tantas veces que ahora la sueño. Es un sueño gris en donde la persigo por la casa para enredar mis dedos en su cabello. A veces me tiendo sobre ella, en su pelaje y me dejo perder como en un sumidero de arena. Imagino una muerte plácida.

"Ay, Ilá, por qué me dices esas cosas, ¿tú qué sabes de la melancolía? ¿Tú qué sabes de vivir de noche y morir de día? ¿Tú qué sabes de sentimientos azules?", le digo a veces entre los sueños y sus respuestas no me convencen, aunque a veces se sale con las suyas.

Ahora dice que no puede volver. Ni a la casa ni a los sueños. Le digo que está bien. Le prometo no sentirme abandonado porque sería ridículo.

Esta mañana me he sentido ridículo.


III
Hoy en la moqueta de Ilá he descubierto muchos hilos. Muchos muchos hilos cortos. Son del color del atardecer, pero tienen el temple del alba.


Deslizo mi palma desde mi frente hasta la nuca. No puedo creer que esté perdiendo tan rápido el cabello.



Omar Tristereño, ja!