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29 de julio de 2022

de la hiel y frutos rojos

 Lo que ocurrió es que confundí una palabra: tú tienes mucho espacio para ti, quise decir, pero dije lo otro. Shlimazel, fuiste tú, no creas que no te reconozco, pero está bien, estoy habituado a ti, yo sé que haces cosas que ni siquiera son planeadas y no me enfado porque también así es como he conducido mi vida, siempre yendo a tiendas pero también persiguiendo el choque. 

De la magia que es tuya es también mi voluntad: siempre sintiéndome orgulloso de cumplir las metas que nunca me propuse; de anticipar temores que en la práctica no existen. Ojalá no me equivoque en nada, siempre pienso así, ojalá no me equivoque en nada de lo que no hago. 

Shlimazel, pusiste en mi boca palabras que no quise decir, pero está bien que haya ocurrido porque así se tuvo que poner puntos en las íes para revelar la verdad como si se desgajara un fruto; y ahora míranos, míranos bien a nosotros producto de tu gracia, Shlimazel, estamos con las manos manchadas de un jugo y de una pulpa que no podemos degustar, que estamos de acuerdo que prescindamos de un sabor que sería como el de la hiel o como el de los frutos rojos, según el cinismo que tengamos o no.


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Yo sé qué es lo que siento por ti, eso te dije, aunque no sepa qué nombre ponerle a lo que siento, y me siento culpable no de sentirlo sino de que no sea prudente; oh, siento el ruido del océano en mi mente y es un desgaste cotidiano que se alivia con la omisión del pensamiento:


-- No quiero pensar cómo inicias el tema junto a la persona, es una conversación muy larga; se trata principalmente de ti y es sano que se guarden algunas cosas, por ejemplo mi nombre. 

-- No pienso en que el hijo te mire con una inquina tan negra como pedruscos de arroyos sucios, un odio sanguinoliento que te nombra de las formas y de las figuras del repudio. 

-- No pienso en que nada ocurra y que esto sea lo mejor que nos pueda suceder. Que pasen los días con sus meses y los meses con algún año y caigamos en cuenta que ya nada sucedió y que fue tan lindo como ilusorio y que nos llamemos cobardes por la excesiva previsión de los actos que no desenvolvimos 

porque no sería prudente

porque no sería correcto.

Pero que nos vimos a diario y a diario nos vimos, y nos dimos los buenos días y  siempre nos hicimos un comentario gracioso para soportar que este día, como el que vendrá después y después de este otro, se tornaran agradables como plantas que antes fueron leñosas pero que ahora son siemprevivas, que se llaman así porque no se marchitan aunque estén muertas.