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23 de abril de 2023

 uno: si fueras un arma afilada, arremetería contra mí.

te dice que está ahí para ti. Tú le has dicho que encuentras paz a su lado, palpas su abdomen y lo acaricias como si quisieras limpiarla por dentro: su cintura, su clavícula, su pecho. Tejes tus dedos en las curvas de su pelo. ¿Tienes miedo de besarla? ¿en qué cara piensan cuando acercan sus narices? Ella también teme de ti, y es que le has dicho la verdad, has llegado a ella con esa daga sanguinolienta que muchos preferirían guardar. ¿He hecho algo de lo que tú no quieras? ¿Qué quieres hacer contigo y conmigo ahora que estamos solos? Ella se duerme, tú escuchas los ruidos de su casa por la noche. No es la primera vez que se arrepienten. Piensas en todo hasta que rasguñan los primeros rayos del alba. Cuando piensas así, crees que reordenas el mundo. Tú no ordenas un carajo. Se ven otro momento, si es necesario. 


dos: no quieres hacerle daño

le has dicho que lo tuyo es muy profundo ¿en verdad lo crees así? Se te ve muy convencido de eso, pero tú no puedes hacer nada, ni siquiera para ti has querido hacer algo, solo te he escuchado quejidos y lloriqueos de que quieres que las cosas sean distintas, pero también te da miedo de lo que ocurra, ¿tú crees que ella no lo percibe? No le preguntes por el futuro, de nada sirve. Quieres enjuagar tus manos y tu boca con el agua al que llegaron desde bastante lejos y con los pies muy sucios; beban del agua que han enturbiado, bébanla hasta saciar el hastío, el capricho de la felicidad que apuran cada vez que se encuentran y luego, con el sabor que se cuaje en tu boca, atrévete a decir que este es el lugar en el que quieres estar, a ver si puedes decirlo con tenacidad, con la cara de sus hombres en tu cabeza, como una máscara de lo grotesco, sí: piensa que cuando te mira, ve la cara de sus hombres por encima de tu rostro oculto, escondido por la vergüenza de reconocer que ni te quiere tanto ni tanto a él, pero que se queda ahí porque no quiere hacerle daño, te lo ha dicho así, con esas palabras y tú al escucharlo sentiste una embestida que corneó en tu estómago, pero te quedaste quieto y sin decir nada delante de ella porque ya lo vaticinabas, necesitabas escucharlo así como ahora quieres escuchar que ella añora y pide a algo, aunque no sea creyente de nada, pide a algo que si alguien hubiere desistido, ojalá fueras tú. 


tres: 

qué es, que está entre los resquicios de tu vida diaria y que se niega perecer. Es distinto y es igual a lo de años atrás. Están ahí para hacerse bien, aunque no sea cierto y aunque sí.