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21 de marzo de 2017

Desde lo sublime



Las crisis se me pasan luego luego. A penas me descubro tristeando y busco cómo sentirme mejor.

Cosa curiosa, de lo sublime nace también el llanto. Hace poco platicó una chica que un fin de semana, sin tener aún algún plan, se arregló por si alguien la invitaba a salir. Sacó un vestido del clóset que hace tiempo no usaba y deseaba volver a verse con él -ella recordaba que su silueta esbelta y curva lucía más con ese vestido-.

Mientras se bañaba, escuchó que su celular sonó y dejó la ducha pendiente para salir a contestar, pero no era nada: el celular callado, el agua de la ducha cayendo. Por si fuera a suceder, entró con el celular al baño y lo dejó a la mano; si alguien llamara, contestaría enseguida.

Luego de esto, mientras se colocaba el vestido, notó que, aún sin ponérselo por completo, ya no se veía muy bien con él y con pesadumbre aceptaba que no era debido al atuendo. El vestido aún era bueno, tan así que lo usaría de cualquier modo, ya no para resaltar su cuerpo, si no para que el vestido atrajera por sí mismo.

Ajustado, el vestido. Un poco incómoda. Hacía falta subir la cremallera y aunque estiraba sus brazos por detrás de su espalda, no lograba sujetar el cierre para deslizarlo. Intentó un par de maniobras ridículas subir el cierre, pero no resultaba.

Recordó que ese pequeño lío lo solucionaba fácilmente años atrás, cuando vivía con sus padres: bastaba con pedir ayuda a su madre o a su hermana. Se sintió patética, disconforme con su soltería, con su vida independiente; renegó de su cuerpo pero, sobre todo, me comenta, se descubrió sola.

Y es absurdo que estas pequeñas cosas nos entristezcan, pero pasa. Hace poco me sucedió también: fui solo al super y al ver lo pequeña que era mi despensa sentí mi soledad. Así estaba, pues, pensando en mi individualidad, entonces, al salir, la puerta automática no me detectó, como si no existiera, como si no hubiera nadie. Al final, tuve que abrir la puerta con mis manos, se resistía mucho. Salí muy a fuerzas, como si saliera de un vientre en un alumbramiento.

Ahora que lo recuerdo y platico me da una carcajada ligera y sincera.