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7 de junio de 2022

Actos impuros

 II. De mi preocupación expuesta ante Hiüsrev:

Detectarán nuestro miedo al igual que un perro cuando olfatea la carroña. Verán el agua turbia en mis ojos, Hiüsrev mío, y sabrán que no es verdad que se ha reconocido el cuerpo de Orhan, a pesar de los dos testigos que se pronunciaron como ejército de la guerra en occidente. 

Me presentarán ante el Comandante de la Guardia y me torturarán hasta hacerme decir las verdades que oculto incluso para ti e incluso ante nuestro Señor, y no temo al látigo que azorará tu piel, ni al fuete que restallará tu espalda; no temo tampoco de lo que me harán a mí, que ni siquiera me atrevo a imaginarlo porque sé que será peor que lo tuyo; temo, Hiüsrev, ahora mi señor, que faltar de tal manera al Corán, que burlar las enseñanzas divinas, que insultar la imagen de Orhan, alto caballero del ejército que combatió por el Imperio Otomano, escudo del mundo, sea motivo suficiente para cerrarnos las Puertas del Paraíso en donde ni tú ni yo nos volveremos a ver. 

Temo que este deseo de aventajar nuestros placeres fracasen así en lo mundano como en lo divino. Temo del odio de Dios y del daño que pueda hacernos con solo una seña.