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10 de abril de 2011

Las malas costumbres.

La otra vez inventé una muy bonita metáfora para ti, pero la olvidé. Dejé pasar el tiempo, no sé que decirte, se me escurrió como cuando el agua se va de las manos - como cuando los suspiros se me van del alma-.

También soñé contigo, pero no sé que soñé. Fue un sueño luminoso, algo así como un solárium; algo húmedo, como si me ahogara en tu saliva o por lo contrario muy seco, como despertar.

Dicho sea de paso que soy una estructura desfragmentada, como un rompecabezas sin distintivos.

¡Ah! sí, claro. También hice canciones, pero perdí mi guitarra, después mi cancionero. Mejor compré un bandolón que quién sabe que le pasó.
Luego, como todo se me perdía, lo otro se me escapaba y lo demás, si no huía de mí, se me olvidaba, preferí cortarme las venas




pinté un autorretrato de mí desbordándome las venas. Pensé dártelo en tu cumpleaños, pensé que te gustaría, pero...ya sabrás... no, no es cierto. No supiste: Claro que no olvidé tu cumpleaños.   Sólo no lo recordé. Hasta quise guardarlo para el día de tu santo pero como nunca tengo un calendario ni me di cuenta, la verdad.

Como tú de mí te hartaste y me quedé tan sólo, compré dos gatos que se hicieron seis y luego nueve y por último dos de vuelta. A cada rato se hieren. Se muerden. Se lamen. Se abandonan. Le puse nuestros nombres. Al pinto le puso el tuyo y al pardo el mío. Pero como el pardo se va tanto de la casa, mejor le cambié el nombre.

... ... ¡Ah!, sí. La otra vez llegué sin sueño a la cama. Me puse a divagar. Mientras que el gato roía mi pecho; el té se evaporaba de la olla sin que me diera cuenta; un tordo moría raptado por el otro felino  que de hambre perecía; la luna se escondía una y otra vez y yo la confundía con un faro; el ruido de la casa gritaba ecos de los espectros de tu risa
y sí, inventé una muy bonita metáfora de ti

pero la olvidé.


-Omar Tiscareño-

Lo que nunca se va a perder o Las malas costumbres. ¿¿Cómo lo titulo??