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24 de abril de 2011

Voluntariado

En el ruedo de las páginas de mi lectura cotidiana, se engañan las palabras que más que de mi boca nacen del ansia.
Un vistazo de luz, un rezo que suena a espiral y tus labios sangrados de mi fuerte inclinación voluntaria.
 Apareció tu nombre ahí. Tu actitud allá, una mujer ajena jugaba con un niño y el libro fue cada vez más pesado.

Y un apaciguado recuerdo vomita todo lo que ahora soy.

-(Quiero volverte a ver)
-(Ya sería mejor no pensar en ti)
-(No me importa, te quiero ver)
-(Entonces cae de nuevo)
-No me Interesa. Te quiero volver a ver.
Y perderlo todo. Y ganar nada. Pero todo para mí: la lucha y la derrota. No su estúpida mitomanía.