🚗 _ 🚓🚓

2 de junio de 2019

Ella es tan joven

Hace tiempo que no veíamos a Laura en el salón de baile, pero, dijo ella, nunca está mal intentar otra vez. "Y mira a quién se lo dices, Laurita", le contestó una de nosotras.

Nos acomodamos el pelo, retocamos nuestras caras y nos deseamos buena suerte; con sinceridad, sí, pero con más ganas de ser una misma la que se lleve la fortuna puesta sobre la mesa.

Laura apuró rápido los primeros tres tragos, bailó sola un par de veces y casi nunca dejó de sonreír. Aún así, no logró conversar con nadie. "Si se tratara de devoción, Laurita ya habría salido", dijo una.

El último trago lo extendió hasta que la noche abrió bien sus fauces. A ella como a nadie la revestían las ilusiones.

Antes de irse, echó un vistazo alrededor: quedaban algunas personas en el salón, la mayoría mujeres de nuestra edad. Dio los adioses y se encaminó a la salida.

Un hombre la abordó poco antes de que se fuera, nos inclinamos de frente para avistarle bien el rostro.

"A ese no lo conozco", "es nuevo", "viene con los de allá", dijimos entre nosotras.

Un hombre sucio y descolorido. Conversaron un poco. En la mirada de ella, esa amenaza que no cuajaba jamás en el acto. Al poco tiempo, igual se fue sola.

Sirvieron las últimas copas, bebimos rápidamente. Nos persiguió entonces el tema de Laura. "Estuvo tan cerca", así lo dijo una, "siendo ella tan joven", dijo otra. Nadie lo iba a decir, pero teníamos entre nuestras manos un caso que sabíamos de antemano perdido.

Salimos del salón hasta después del cierre. Afuera, como un expediente rutinario, nos despedimos sólo por costumbre.


ot