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2 de marzo de 2010

Antes de la hora ultima


>>Del libro que aún no se termina de vivir<<
[...]
Nunca había visto un azul tan profundo; la obscuridad ultramar me cohibe; no tengo nada para atisbar el tiempo en el que estoy o he estado aquí, solo recuerdo que caí por una abertura gélida.
En el fondo del mar no se puede fumar,
es inútil llorar,
tu celular no funciona.
En el fondo del mar se puede besar, (tan fugas como tímido), pero no se puede hablar.
Por eso es tan intrigante saber de sus habitantes
Debí haberlo notado desde que estaba en la camilla, mis pulmones fueron arrancados de mi pecho y no sé de que manera no importa si respiro o no, además puedo tolerar el frío glaciar y la presión acuífera.
Creo, más bien, que Augias me convirtió en un ser de mar.
A mi pie derecho esta una ancla con una nota grabada en su solido metal gótico.
Dice que vendrá su anterior.
Delante mío hay una piedra color bermellón, es extraño que su intencidad sea tan llamativa incluso en tanta obscuridad, cómo si el fondo del mar se esforzara en esforzara en conservar un poco de vivides; cómo si un recuerdo bastante olvidado intentara prebalecer.
Y sí, después de poco apareció su anterior. Ya la reconocía
pero no quería pronunciar su nombre ni decir algo respecto a ella,
sólo que era una Ninfa del Mar.
Se aclaró su silueta de entre las sombras, sus ojos
estaban ensangrecidos
y sus puños preparados cómo a paliza.
Debajo de ella, la seguía un circulo azul celeste, parecía ser un portal que iba a dar a la superficie. Creo que de esta manera llegaba a estar entre los terrestres para dejar sus misterios y huir.
Al llegar a mi, me hizo recordar una cosa, me lo dijo en tres lenguajes:
  • con un idioma que no recordé sino hasta después
  • con su fisiología de mostrar dolor y tristeza
  • con un beso.

[...]