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11 de marzo de 2010

Poesía para distraer la minería terrenal y destrozar ninfas del mar

De la corva de nuestras rutas, yo en tu espera y el reloj: un lerdo sin gracia.

Anomalías y discreción

No me había dado cuenta
que nuestro sitio especial
donde nos sentábamos a fumar
era del tamaño de una hectárea.

No me había dado cuenta
de lo que tan obscuras son las
calles cuando se boga de noche.

No me había dado cuenta
de lo que tan enmudecido me vuelvo
en una charla cuando el tema no eres tú.

No me había dado cuenta
de que hay tan poca gente
en esta insulsa ciudad.

No me había dado cuenta
de lo que tan disfuncional es
que soy cuando tu nombre
es independiente al mío.

Ahora, de lo único
que me doy cuenta, es que el limite proxemico es un manojo de hilos tirando de mí

lejos de ti.
De la disposición que no tengo, la promesa solemne y su oposición que rehusa.
Revestimiento tuyo
Es una manía,
un acto fúnebre,
tu osadía
de repetir mi nombre,
a sabiendas de
que no juegas con lumbre:
Me ausentaré cien días.
Es fuerte
tu posición de inerte,
desilucionado amorío,
mal augurio
al querer atarlo al mío.
Mas no es cobarde
tu hoy indiferente.
La inclinación
es la suspicacia
de idealizares sin corazón.
El remiendo es sutura,
tus heridas son pericia.
Hilas carne con soltura.
Esta piel, por favor, desprecia.
Mi intención no es ocultarme,
sin embargo, no te quiero ver.
Mi intención es deshacerme
y con esto ser lo que para ti no puede ser.
Omar RT 10
Ya no sé que es lo que corre por mis venas