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26 de febrero de 2012

Baila, por qué no

Me gusta que los niños bailen, ¿ a ti no?.

¿No te parece que así debería de ser el baile?; inocente, descompasado, de improvisto.

A lo mejor no estarás de acuerdo porque ahora es una disciplina, en ocasiones, claro; porque el baile es convencional; porque te ves ridículo cuando bailas con la chica más sensacional de la fiesta, es decir, imagínate:

Los de contabilidad se graduaron (bailongo seguro), digamos que hipotéticamente alguien te invita al festejo porque uno de los invitados no pudo ir. Démosle más forma, digamos que Antonio te invitó a la graduación de Eva porque César no pudo ir por estar con Yosa. Sigamos imaginando. Las primas de Antonio son bonitas, bailan muy bien y... están solas, sentadas, sin bebidas. A Antonio, ingenioso, se le ocurre salir a bailar.
Ya no me quiero imaginar el resto, la verdad es que me incomoda pensarlo. Tú puedes terminar la historia mejor de lo que a mí se me ocurre, tienes que tomar en cuenta de que eres sordo de un pie (como dice Mimí), que tienes pánico escénico, y que te da algo así como disfemia en tus piernas flacas.
Una marioneta de cobre moviendose rápido sin aceitarse.

Por eso me gusta que los niños bailen. Que se rían cuando brincan, que se pisen los pies mutuamente o que les den cosquillas cuando se tocan los costados.

La otra vez te vi bailando, a mí no me engañas, sé que preferirías quedarte bebiendo y reírte de quien sí se anima, es porque dentro de ti imaginas que puedes ser tú y te ríes de ti (todos nos reímos de nosotros intimamente, no te preocupes).

Para deslindarme de todas esas mofas que en ocasiones recibo, yo sólo me tranquilizo y les digo: "Es que a mí me enseño a bailar Airam. Me enseñó a disfrutar de que estoy bailando, pero nada más eso"

19 de febrero de 2012

Las malas prácticas

La amarro, luego la desamarro, enredo y desenredo el listón de su frente. Voy enredando sus pasos para que ya no camine; trenzo la ruta de sus huellas y las desubico del suelo hasta confundirla; evoco su destino y tuerzo su ruta pero nunca me encuentra.
La cuelgo, luego la recuesto. Rezo todos los días con ella, invento letanías que describan su cuerpo; procuro que la inocencia no se deshilvane de sus ojos para que me siga mirando; la tejo con doble retazo.

Camino con ella. Le platico las cosas que no sabe, las cosas que no le interesan o una que otra palabra romántica que nos intimide. Somos el cielo rojizo de todos los días, somos las hojas caídas, somos todo lo transparente.

Lloro de solo verla. La encuentro en la desolación, me mira estática como un axioma que no quiere ser explicado, me dogmatizo. Es materia prima para el calor de mis manos, con una la detengo, con la otra me detengo yo. Se estiran hilos de miel blanca que caen al suelo.

Salen los del otro lado del espejo a reclamar su nombre. Ella es la par de la nada. No es la negrura que juega en el piso -que surge desde un talón-, tampoco la estampa del agua que danza a ritmos descompuestos; es la sinagoga de un mechón de cabellos, el orbe del fetichismo construido con un par de objetos olvidados.

Te miro; te descuencas a embaucar mis ojos falaces. Estás tan lejos. Se invoca la congregación de mi cuerpo, cada órgano pulula a su conveniencia: la sangre me recorre como serpientes provocadas, mi oscuro cerebro  se hincha de creencias y deidades, el resto de mi cuerpo se rige por la pasión de mi vista que se sugestiona con la realidad. Tú eres como un acto brusco, eres la espesura que rehúsa mi tacto, eres, también, motivo de mi enfado, pero dime qué sería de ti sin la vigilia de este ciego que ilumina a intermitencia tu camino.

Por eso la amarro con un listón en la frente, quisiera ya no desamarrarla para mejor amarrarte a ti. Me bebo la sangre, me parto el corazón, aún te ofrezco la tajada que no quieres. Rasco tus piernas y les entierro espinas, quiero guiarte a mi camino. Hago un ojo sobre ti y te nombro por mucho tiempo.

-Omar Tiscareño-

16 de febrero de 2012

La cuerda



Voy enredando los hilos que se me dispersen. Voy haciendo nudos, unos grandes otros no tanto. Voy escribiendo lo que digo para que no lo olvide. Tenía un buen plan y un buen cuento; quería contarte cómo es pero ya no lo siento.
Me juegan un juego tarugo, les digo que sí para que se alegren.

Era algo así como mi familia, eran cerca de diez-. Me llamaban por un nombre y yo les respondía con otros. Él me abandono y no sé quien es. Me quedo varado en el agua, me miro en el reflejo y no me recuerdo.

--Lo veo con dos, lo ato con tres; le hago nudos, enredo sus pies.

Canto como sólo yo sé y se pierde en el agua el sonido. Voy juntando las piedras, las dejo en el mismo lugar. Camino cerca del agua y me agrieto por dentro. Remojo la sal de mi boca y le escupo la cara,  me engañan con agua de Mara.
El loco me sigue siguiendo, le miro a los ojos para que se enfade.

Quieren enredarme a mí, quieren amarrarme los brazos.Corro para que no me alcancen, me esperan del otro lado, me agarran con muchos lazos. Les dejo mi cuerpo doliente, me voy y no dicen nada.

--Me duermen con agua de brujo; con sangre los pinto y dibujo.

La carne se me hace liviana, la cuerda se estira. Voy haciendo nudos, unos grandes otros no tanto. Amarro al aire de mi garganta. Te miro, con tres te miro. Te cuento un cuento que ya no recuerdo.

-Omar Tiscareño-

13 de febrero de 2012

La ida (Edgar)

I
El aire me quema por dentro, Edgar, la tristeza se me estira hasta la vientre y me arde, la siento tan hueca. Mis sueños de verte crecer se me ahogan en la garganta y mi ser es un reducto de carne vacía.

Se me van despacio las ganas de vivir; mi sonrisa se tuerce y mi alma se deshilvana, es peor que llorar. Edgar, ahora podrías deconstruir lo que pienso, porque puedes, pero no vas encontrar nada, quizá sólo la suspención de mi gracia. Es la maldita miseria de tu muerte.

II

Puedo decir lo que sucedió porque ya no me duele decirlo. Éramos tan jóvenes y tan profundamente solitarios. Estábamos ahí sólo Pablo y yo, supuestamente normales. Edgar arriba, atípicamente callado. Pablo subió al baño y lo encontró caído. Gritó -el aleteo de avizpa en su pecho-, yo preparé el protocolo común de una convulsión. Marqué a mamá.

Ya había muerto, pero todavía no lo entendíamos -éramos tan jóvenes-. No supe qué hacer, empujé su pecho con mis manos juntas -con las que oraba-, golpeé su rostro con mi palma -con la que me persignaba-; lo besé en los labios e intenté llenarlos de aire, aire puro que se llevaron los rezos que ya no volveré a decir. Sí, besé a mi hermano en los labios porque pensé que lo llenaría de vida. Tal vez fui el primero en darme cuenta que ya había muerto, comencé a llorar en silencio. Pablo salió de casa a buscar ayuda -porque estábamos tan profundamente solos-.

11 de febrero de 2012

Cecilia Bartoli en el Teatro Olimpico Vicenza, "Seguidilla" (letra)

Cecilia Bartoli interpreta una seguidilla ("Cerca de las murallas de Sevilla) de Georges Bizet de su obra Carmen.



(descaradamente mira a don José,
que gradualmente se aproxima a ella)
Cerca de las murallas de Sevilla,
a la taberna de mi amigo Lillas Pastia,
iré a bailar la seguidilla
y beber manzanilla,
¡En la taberna de Lillas Pastia!
Sí, pero me aburro cuando estoy sola,
y el placer llega
cuando dos están juntos;
así, para tener compañía,
¡me llevaré a mi amante conmigo!

(riendo)

¡Mi amante...
lo mandé al diablo!
¡Ayer lo eché a la calle!
¡Mi pobre corazón,
fácil de consolar,
mi corazón es libre como el aire!...
Me rodean amantes por docenas,
pero de mi gusto no son.
Llega el fin de la semana:
¿quién me amará?
¡yo lo amaré!
¿Quién quiere mi alma?...
¡Aquí esta para tomarla!...
¡Has venido en el momento justo!
No podré esperar mucho más,
pues con mi nuevo amante,
cerca de las murallas de Sevilla,
a la taberna de mi amigo Lillas Pastia,
iré a bailar la seguidilla
y a beber manzanilla.
¡Sí, iré a la taberna de mi amigo
Lillas Pastia!

4 de febrero de 2012

Poemas ideográficos, Ajedrez

Un jaque mate es la suma de todas las estrategias, la causa de los errores. 
 
 
   La dama
El          juego          es
feminista,
los que jugamos
somos
feministas:
son   las
m  á  s
importa-
ntes, nos
ayudan en
todo, duele
pe r d e r l as.
Se  pierde  una
dama solo por otra,
después, celosas, nos
abandoban dejando un 
juego absurdo que de cual-
quier  manera hay que  terminar.




 

El alfil

Son incisiones
                       trasversales, son
                                                     tajos cruzados. 
                                                                           A los médicos les gusta
                                                                                                             utilizarlos porque
                                                                                                                                  son como bisturíes.
                                                                                                             Ellos se quejan de
                                                                         que su tierra sea cuadrada
                                                    con muchos cuadros.
                       Pintan el tablero
de triángulos.


El caballo

         o
      oooo
    El   caballo.
  Seguido preguntamos:
 ¿De  donde demonios  salió?
Es un experto en dislocar
las casillas, apun-
ta a  uno y muer-
de a otro, vive en un
 establo de  sesenta  y
  cuatro hectáreas, se la
   pasa  saltando y co-
   miendo.Se le acusa
    de ser el favorito.



Los peones 
Es     poca la     paga   y     mucha
la caminata, tenemos los pies
cortos. Somos muchos
y somos envi-
diosos, robamos lo
que  esta  en  el
camino   del
compa-
ñero
de al lado y luego le
est-
orbamos.
Somos como
 emigrantes, igualito
está el sueño dora-
do de llegar
al norte. Chocamos
 con los del otro color, tope de
 borrego      que   empata   la      fuerza.  






La torre

La        t o r  r  e       n u n c a       aprendió       
por       completo      l a  ros a      d e  l o s         
vientos;  arriba, abajo y a los lados,       
nada  más. Dicen los expertos  que      
ellos son los más lerdos, son los  úl-     
timos que empiezana pelear. Lo cie-     
rto es   que, aunque son  chonchitos,     
recorren   por completo la cinta  asf-     
áltica que pintan. Claro, la torre es ca-    
tólica, siempre lleva consigo una  cruz.    





 Faltan más por completar



-Omar Tiscareño-