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10 de abril de 2012

Microcuentos

La vida, la muerte y el odio.


Lo alcanzó, por fin terminaría la persecusión. Disparó sin vacilar.
-Si es sencillo llegar al infierno, te sugiero esconderte en un mejor lugar- le dijo porque no quedó satisfecho.



El héroe
 Llegó acobardado a arrancar el fuego líquido de sus ojos: golpeó la profundidad de su pecho, piel calcinada, castigada con el dedo del sol, y se fue cuando ella esperaba que sólo muriera.  Lo esperó dos o tres veces, diez o veinte años;  al volver, la piel morena de ella que sudaba el mismo fuego,  se excitó de gracia de ver al héroe prolífico que fracasó. Él confesó haberse equivocado, después murió. Lo enterraron bajo los pies de los moros y su carne nunca se descompuso.

-Números y letras-
Sí: tus ojos son un libro abierto, escritos en un idioma que desconozco. Sí, los míos son como lunas aburridas que sólo saben leer . Tus miles de números hacen un camino distinto al que yo piso; me agrego a tu profesión: soy contador de ceros.

Las visitaciones
Hace diez calendarios que no se veía uno por aquí. Cuando se asomó por la ventana, todos los fanáticos se exaltaron de emoción. Luego ese avión no aterrizó adecuadamente. Tiempo después, el Vaticano preparo humo para elegir a otro.

-Omar Tiscareño-