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17 de diciembre de 2012

En los arrabales del fuego

--¿Aún lo odias?
--En verdad no sé, yo no era de esas personas que guardaban rencor por tanto tiempo.
--Pero ya es distinto, estamos terriblemente implicados a hacer cosas ajenas a lo que fue común anteriormente.
--Lo entiendo, y de eso ya no puedo cuestionar nada. En fin, no sé si aún lo odio. ¿Tú crees que el odio o el rencor pueda permanecer mucho tiempo aún en nuestras condiciones?
--No lo sé exactamente, conozco a quienes la perennidad los dejó abyectos, la inquina los abatió varias eternidades, pero supieron estar bien. Como aquí no padecemos de nada, lo indigno que podría ser el odio se vuelve materia corriente para roer a cada instante.
"Sólo lo pregunto para que tomes en cuenta que el odio vale la pena.
--Puede ser. Yo lo único que pretendo es que nunca olvide que mi suicidio fue por su culpa.

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