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6 de octubre de 2011

Herencia tripartita

Soy un libro expuesto precisamente a ti, Nelly, maldita sea
I
A veces, cuando me ves, siento que tus ojos se destilan (tus ojos de panal), voy  recogiendo gota a gota la ruta de tu cotidianidad.

En tus piedras blandas me perdí, mancha deforme de caramelo amargo.

II

Si estás aquí cerca, te detesto en sumo grado por petulante; no te escucho, no hablas. Estoy orgulloso de tenerte a mi lado y no valorarte. Por eso hoy, que tu lugar junto a mí estuvo vacío, que me aburrí como nunca por no hablar con nadie y que me sentí tan sólo y abandonado... ay mujer: como si estuvieras ahí.

III

Para mí fue suficiente. Jugó conmigo, es decir, nos divertimos juntos (el engaño, lo prohibido, el descaro, la insensatez, lo pasional, las ganas libertadas).

Yo saciado
Ella arrepentida
Él, con ganas de quererte como desde un principio.

Funciono para la sociedad, porque él se esforzará en no caer en la rutina de nuevo; porque ella lo pensarás cien veces antes de poder engañar a su pareja. Después los veré fracasar por cosas ajenas a mí, me dará tanta risa.

De nuevo estoy sentado en la sobra de un árbol de mostaza (metáfora/símil que aún no he construido), me pongo a divagar: Viviré siempre sólo, aunque con alguien.