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13 de septiembre de 2011

Rezo y Retazo

Había un joven ahí, que se reflejaba en el agua, atrás su cielo que amenazaba lluvia. Otra niña allá, con los ojos de un panal, sentadita y triste con los párpados llanitos y húmedos, despintaba las flores. Aquél, con la cualidad de un varón prematuro y con el intelecto de su lectura cotidiana, se acercaba a ella y comenzaba a rezar:

Cielo protector, dilúyeme.

Mar henchido de nubes, refléjame.

Miel derramada, no llores.

Luz de los ojos, no me falles.

Rostro sin par, encuéntrame.

Lenguaje proxémico, llámame.

Ruido escaso, sé mi fundamento.

Primera palabra, impresiona.

Desmesurada caricia, derríbame.

Flujo de las olas, ampújenme un poquito más.

Cuenca de tus ojos, bóveda celeste, abrigo de tus orbes, el color del amaretto en cristal: 
no llores, niña, no llores.




...cocemos luz.